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Jorge Taiana: «Lo que dice Milei de Medio Oriente lo deja en ridículo»

¿El Presidente Javier MIlei le hizo una declaración de guerra a Irán al afirmar que es enemigo de la Argentina? ¿Puede mudar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén sin el visto bueno del Congreso? ¿Está poniendo en riesgo la seguridad del país al involucrarse en la conflagración armada en Medio Oriente? Preguntas tan sensibles como éstas fueron aclaradas punto por punto a Y Ahora Qué? por Jorge Taiana, dirigente de rica trayectoria en el peronismo, ex preso político, ex ministro de Defensa, ex canciller y ex miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
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Por Dany Meroya

Parece raro, pero Jorge Taiana supo encontrarles algo positivo a los dichos de Milei sobre los conflictos de Israel con Irán y Gaza, en medio de los bombardeos, el miedo y la tensión mundial: «Nadie se lo toma en serio». Pero después de su ironía el sociólogo y también ex senador no dejó de advertir que el jefe de Estado «compromete» la histórica política argentina de «solución pacifica» de las controversias y debilita la causa de Malvinas, al alejarse de naciones en desarrollo y del sur global que siempre la respetaron por coincidir en su rechazo a «la ocupación colonial». Así fue el diálogo:

–El Presidente dijo, en una entrevista en TV, que «Irán es enemigo de la Argentina» y agregó: «Yo soy aliado de Israel». Dijo «yo». Pero un jefe de Estado habla en nombre de una República ¿Qué reflexión le merece?

–La declaración del Presidente Milei de que la República Islámica de Irán es un enemigo está por afuera del derecho internacional. No parece una declaración propia de un Presidente en ejercicio. El término ‘enemigo’, cuando un país se refiere a otro, quiere decir que estamos en guerra con Irán. Es decir que hay hostilidades con Irán.

–¿Es decir que Teherán podría tomarlo como una declaración de guerra?

–La verdad que ésta no es la situación desde el punto de vista del derecho internacional. Argentina no está en guerra con Irán. De hecho, hay relaciones diplomáticas entre los dos Estados. Cada uno tiene una embajada. Irán tiene una embajada en Buenos Aires y Argentina tiene una embajada en Teherán.

–El único antecedente histórico sería la imputación, nunca esclarecida en la Justicia, de su presunta participación, directa o indirecta, en los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA ¿Es suficiente para declarar una guerra casi 30 años después?

–Hay un conflicto en Irán, porque hay una acusación judicial de responsabilidad de altos funcionarios de Irán. El régimen de Irán, en su momento, cuando el atentado contra la AMIA en 1994, motivó un exhorto judicial. Ese juicio no se ha podido realizar, porque los iraníes no se han presentado. O sea lo que tenemos es un conflicto diplomático, político y jurídico con Irán. Pero eso no ha llevado ni a la ruptura de relaciones exteriores ni a una declaración de guerra. Por otra parte, en el caso de la Argentina y de la mayoría de los Estados, requiere una decisión del Congreso Nacional.

–Puede declararla el Gobierno pero ¿para que sea legal no debe convalidarla el Parlamento?

–El presidente Milei, como tantas veces, usa términos sin comprender cabalmente qué significan. O haciendo manifestaciones que simplemente lo dejan en ridículo ante el mundo por su desconocimiento. También ha dicho que Argentina es aliado de Israel. Por lo tanto, pareciera que Argentina combate contra Irán o que aporta en el combate contra Irán, en este enfrentamiento con Israel. La verdad es que esa palabra ‘aliado’ tampoco es adecuada. No es correcta. No participa Argentina de ese conflicto bélico.

–¿Hay alguna razón estratégica o geopolítica para que Argentina intervenga en esa conflagración armada?

–Presuponer que Argentina debiera participar de ese conflicto bélico en Medio Oriente es un error estratégico. Argentina ha tenido una política muy equilibrada hacia toda la situación de Medio Oriente. Ese equilibrio es el que se ha perdido completamente con la posición del Presidente Milei. Ha decidido subordinar la política argentina a la política de Estados Unidos, a la política de Israel y a la política del Reino Unido.

–Incluso Milei acababa de salir de Israel momentos antes de la ofensiva militar.

–En el caso específico, fue en este mismo viaje, y prácticamente a su retorno, que hace esas declaraciones. Y manifiesta que va a cambiar la sede de la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén. Eso es una cosa que no puede hacer el Presidente. La ley establece la embajada en Israel y que la sede está en Tel Aviv. Y es una ley del Gobierno de Juan Perón que estableció las relaciones con Israel.

–¿La eventual mudanza de la embajada no es otro acto fuertemente hostil a los países que adhieren al Islam?

–Esa localización geográfica no es antojadiza. Es porque las Naciones Unidas han dicho que Jerusalén es una ciudad que tiene un estatus especial. Lo es por ser la cuna de las tres religiones de los libros sagrados. Por lo tanto, es una ciudad que no puede ser capital del país, ni de Israel ni de un Estado palestino. Así que está anunciando una medida que es ilegal. Es ilegal porque tendría que tomarla el Congreso, en primer lugar.

–¿Sería ilegal mudar la embajada aunque la adoptara el Congreso?

–Si la tomara el Congreso, sería ilegal respecto de las decisiones de Naciones Unidas y de su Consejo de Seguridad. Decisiones que tienen carácter obligatorio para la Argentina. En conclusión, como tantas otras veces, el Presidente Milei habla mezclando sus ideas personales con su responsabilidad institucional como Presidente de la República. Compromete el país en cosas que no puede ni debería hacerlo. La parte positiva de eso es que como nadie se lo toma en serio. Nos ha acostumbrado a decir diversas tonterías y, entonces, es probable que sea menos grave.

–Otra expresión de Milei en aquella entrevista es que su Gobierno ha declarado terroristas a Hamas y a Hezbolá ¿Qué reflexión le merece involucrar al país de modo tan contundente en la contienda que no es de ideas o diplomática, sino que implica la cuestión de armas y centrales atómicas?

–El Presidente señala que la Argentina ha declarado al movimiento Hamas y al partido Hezbolá como entidades u organizaciones terroristas ¿Qué consecuencias tiene para el país? En líneas generales, es una forma de pronunciarse sobre el conflicto del Medio Oriente. De todas maneras, creo que hay diferencias. Ninguna de las dos organizaciones ha sido considerada terrorista por las Naciones Unidas. Tradicionalmente, Argentina se ha regido por la ONU y el Consejo de Seguridad sobre la declaración de terrorista a una organización. Se rige para una declaración similar en Argentina, lo cual tiene consecuencias legales, en relación a sus miembros y en relación a las relaciones que pudiera haber. Ninguna lo ha sido, porque muchos consideran en el mundo que esas organizaciones son de la resistencia contra la ocupación.

–¿Son iguales, en esos términos, Hezbolá que Hamas?

–Hay una diferencia, incluso importante, entre Hamas y Hezbolá. Hamas es una organización de la Franja de Gaza que ganó el Gobierno, en su momento, desplazando a la Organización para la Liberación de Palestina, la OLP. La OLP gobierna Cisjordania. Es el Gobierno Nacional de los palestinos. Hamas expulsó luego, prácticamente, a la OLP de la Franja de Gaza. Y se ha mantenido sin nuevas elecciones en la zona. Tiene un control político militar. Pero es una organización que tiene un reconocimiento, en todo caso local.

–¿En qué se diferencia Hezbolá?

–Su caso es distinto. Es un partido político del Líbano. Participa de las elecciones. Tiene un brazo armado para garantizar la independencia del país de las invasiones y ocupaciones israelíes, que han sido varias. Es un partido que participa del Congreso y que hasta no hace mucho presidía el Congreso. Tenía varios ministros. Luego del último ataque de Israel al Líbano y de la conformación de un nuevo Gobierno del Líbano, creo que hoy Hezbolá no participa. Pero sigue presidiendo el Parlamento. Sigue teniendo un número muy elevado de parlamentarios. En general es muy representativo de la zona del sur del Líbano. Es una organización que tiene toda una red de asistencia social muy desarrollada. En buena medida ha ocupado el lugar del Estado que en el Líbano es muy débil. Tiene escuelas, hospitales y asilos de ancianos para pensiones a las viudas de las víctimas de los ataques israelíes. En fin, son dos organizaciones distintas.

–Pero Milei ¿no queda ahora mucho más envuelto en el conflicto de Medio Oriente y, por ende, compromete a la Argentina?

–Las declaraciones del Presidente, lo que muestran, es la vocación de involucrarse más, contrariando la política argentina de poner el acento en la búsqueda de una solución pacífica a las controversias. A la política de llevar a las distintas partes a la mesa de negociaciones. Y al cumplimiento de los acuerdos de Oslo que fue un gran logro. Pero luego del asesinato del líder Yitzhak Rabin (pacifista) por parte de la ultraderecha israelí, esa opción de paz y de reconocimiento de los Estados ha quedado cada vez, pareciera, más lejana.

–¿De qué manera el involucramiento de MIlei pone en riesgo la reputación y la tradición histórica argentina de neutralidad, rota por Carlos Menem en la Guerra del Golfo cuando despachó tropas de apoyo para la alianza occidental?

–Esta política de Milei es el apoyo incondicional a las políticas guerreristas del Gobierno de Benjamín Netanyahu y a la actuación en Gaza que se continúa, De ser una respuesta a un ataque de Hamas se ha transformado en una situación en donde ha sido denunciado ante la Corte Penal Internacional. Denunciado por varios países y por organizaciones de derechos humanos como una situación que contiene actos de genocidio. Esto ha llevado al pedido de captura del Primer Ministro Netanyahu y del ministro de Defensa, Israel Katz.

–¿La conducta de Milei no es violatoria de tratados internacionales que ha firmado Argentina?

–Desde el punto vista internacional, el Presidente Milei se aparta de todo eso. No piensa registrar esas decisiones de órganos de los cuales Argentina forma parte, a través de Tratados. Efectivamente, compromete una larga política de neutralidad, de equilibrio y de búsqueda de solución negociada de los conflictos. Lo hace en general, pero, también en particular en el conflicto de Medio Oriente. Argentina apoya la solución de los dos Estados. Lo ha hecho siempre. Y no solo apoyo de los dos Estados. De que los Estados tienen el derecho de vivir dentro de fronteras seguras. Esa es la solución. Por eso hemos apoyado los acuerdos de Oslo. Pero, desde el nacimiento del Estado de Israel, Argentina lo ha reconocido. Y ha reconocido el derecho de los palestinos de tener su tierra y su organización nacional. Ese es el origen de lo que se planteaba cuando se produce la partición de Palestina luego de la Segunda Guerra Mundial.

–¿Esta política de Milei no induce a un aislamiento del país?

–Lo que queda, es una Argentina que se aleja de los países en desarrollo. Y de muchos países del sur global. De países árabes que son más de 20. Y de países musulmanes que son más de 40. Y de países de África que no están dentro de los musulmanes ni de los árabes. Pero tienen una sensibilidad hacia la ocupación colonial. De la ocupación territorial por parte de una potencia extranjera grande.

–¿No va en sentido contrario al reclamo de soberanía de Malvinas, por ejemplo?

–Aquellos países también sienten que Argentina es un país que tiene un problema de integridad territorial. Tiene parte de su territorio ocupado por una potencia extranjera, por el Reino Unido, en Malvinas, Georgias, Sandwich y en los espacios marítimos. No entienden la política argentina. Parece una política inversa o contraria al interés nacional. No se entiende que se aparte de una tradición que la llevó a cultivar lazos y apoyar las luchas por la independencia, por la libertad y por la autodeterminación en casi todas partes del mundo, a lo largo de décadas. Esta política, actualmente, lo que hace es desprestigiar a la Argentina. Sobre todo, ponernos en una situación incómoda. Porque la confianza es algo que se construye con el tiempo y con la constancia. En cambio, la desconfianza, la incredulidad o el desprestigio, es algo que se logra muy fácilmente. Y eso es lo que le está pasando a la Argentina, De ser ser un actor respetado, de nivel medio, en el escenario Internacional, se está transformando en un país que les presta atención para ver qué cosa graciosa o apartada del derecho o ridícula hace su Presidente.

–Me gustaría preguntarle por dos expresiones de representantes del Gobierno de Israel ¿Qué sensación le produce que el canciller israelí, Gideon Sa’ar, haya dicho «Viva la libertad, carajo» y que el embajador israelí Eyal Sela dijera que «siempre hay amenazas» pero «no específicas» en Argentina?

–En relación a la declaración del canciller israelí es una muestra de apoyo expreso a Milei por su anuncio de trasladar la embajada a Jerusalén, cosa que es ilegal. No puede hacerlo. Pero creo que hay que verla en ese marco. Obviamente es meterse en una política interna, eludir el principio de no injerencia en los asuntos internos de otro Estado. Pero creo que no hay que darle mas seriedad que una cierta contribución a distintas formas y afirmaciones de Milei de subordinación a la política israelí en el tema de Medio Oriente.

–¿Penderá ahora sobre Argentina alguna amenaza de represalias o peligros a su seguridad?

–En cuanto a las afirmaciones del embajador, efectivamente siempre hay algún cierto riesgo en un mundo complejo. Argentina es un país que ha sufrido dos atentados. Es el único país de América Latina que ha sufrido atentados. Así que por alguna especificidad deben haber sido. Y coincidentemente, esos atentados se han realizado en momentos en que Argentina abandonaba su política de equilibrio y neutralidad y no injerencia en los asuntos internos en el caso de Medio Oriente. En vez de estar trabajando por la solución pacífica de las controversias, apoyaba opciones bélicas. La verdad es que no se puede establecer una relación directa entre una cosa y la otra. Pero, indudablemente, un clima de seguridad no depende solo de las medidas para controlar la fronteras o controlar la infiltración de alguien. Depende, también, de una política que haga que un país sea impensable de ser atacado por otro país o por grupos o sectores u organizaciones o grupos activos que quieran hacerle un daño al país. En la medida en que uno se parcializa y se transforma en un adalid de posiciones extremas, de alguna manera, el nivel de riesgo tiende a subir.

Fuente yahoraque.com