Por Luis Hipólito Alen – Megafon/Universidad Nacional de Lanús
Va llegando el día de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias y parece que a medida que los plazos se acortan, crecen las ansiedades de los protagonistas. Cada uno fiel a su estilo y a sus tradiciones. Así, la derecha se vuelve día a día más violenta y abandona toda pretensión de convivencia democrática, desde el lenguaje y hasta los hechos, mientras que los candidatos del oficialismo reivindican en variadas formas aquel axioma que proclama que los días más felices fueron, son y serán peronistas.
El caso de los comicios de Corrientes, donde el radical Gustavo Valdez obtuvo un holgado triunfo que le permitió ser reelecto como gobernador, escapa a los razonamientos de más de un analista, que no logra explicar -ni explicarse- cómo una provincia que día a día está más empobrecida, donde los ministros se accidentan mientras trasladan dosis de las vacunas contra el COVID vaya uno a saber dónde, y en la que las agresiones contra los opositores al gobierno provincial fueron creciendo de tono hasta llegar al disparo que hirió al diputado provincial Miguel Arias, sigue votando lo mismo.
El triunfo de Valdez fue aplaudido de distintas maneras por los integrantes de ese rejunte que alguna vez se llamó Juntos por el Cambio y que cada vez aparece más desunido. Los radicales, envalentonados, auguran que la victoria de Valdez es el prolegómeno de la resurrección del partido fundado por Alem e Yrigoyen y fundido por su actual conducción. Menos entusiastas, y preocupados por la posibilidad de que el resurgir de las boinas blancas sea el prefacio para la sepultura del Pro, los seguidores del alcalde porteño corrieron a apuntalar a su vicejefe de gobierno, que para estar a la moda, se candidatea en la provincia de la que huyó espantada la ex orgullosa de ser bonaerense. No sea cosa que el neurocandidato se alce con el primer puesto en las PASO.
Los mediáticos voceros de la derecha también se muestran desorientados y por las dudas, mientras claman por la unidad de la oposición aportan su granito para cada candidatura que anda suelta por el lado malo de la política. Algunos advierten que ese crecimiento de los actos de violencia puede ser el germen de un descontrol peligroso. Pero presos del mandato que los obliga a culpar de todo mal al kirchnerismo, no logran dar sensatez a sus palabras. Por ejemplo, Pablo Sirvén piensa el 29/08/2021 que hay que “Cerrar el paso a un fantasma que vuelve a agitarse”. Como frase no es mala, y si además fuera una exhortación a quienes se muestran cada vez más proclives a la agresión, ya no solo verbal como lo muestra el caso de Corrientes, sería una actitud elogiable.
Sirvén dice que “Hay algo, al menos, en lo que se había avanzado: la violencia política que se enseñoreó desde fines de los años 60 hasta principios de los 80, quedó atrás, y dejó de ser endémica, con la recuperación de la democracia en 1983”. No hay, en sus palabras, nada que recuerde quiénes iniciaron, una y otra vez, los actos de violencia en nuestra historia. Es cierto que, como señala el columnista, “las últimas noticias no han sido nada buenas comenzando por el ataque a tiros contra el diputado del PJ Miguel Arias durante un acto de cierre de campaña en Corrientes, donde hoy el gobernador radical Gustavo Valdés buscará la victoria para acceder a un segundo mandato. Como bien señaló la ministra de Seguridad de la Nación, Sabrina Frederic, más allá de que no debe ser descartada ninguna hipótesis sobre el móvil del atentado, que haya sucedido en pleno acto proselitista, instala un episodio de ‘violencia política’, ya que Arias fue herido a la vista de todos y la situación quedó registrada por las cámaras. ‘El contexto no debería escapar a la investigación’, advirtió Frederic”. Aunque a renglón seguido, Sirvén retrocede a sus posiciones de costumbre y clama: “Más antojadiza resultó, en cambio, la forzada vinculación que realizó Máximo Kirchner entre el atentado de Corrientes y el periodismo, caballito de batalla preferido y monotemático del ultrakirchnerismo”.
¿Forzada vinculación? Sería recomendable que el escriba leyera lo que se escribe día a día en el medio que lo emplea, o en las páginas de publicaciones amigas como el clarinete mentiroso. No necesitaría escarbar demasiado para encontrar las raíces de la violencia. Fiel a su cometido, aclara que “La que pasó fue una semana de provocaciones tribuneras que no contribuyen, precisamente, a la concordia política”, y mezcla a Luis D’Elía con el Pata Medina y la banda de los monos rosarinos, en un coctel que no explica cómo fue que se produjo. Es evidente el esfuerzo por asociar al crimen organizado con el populismo, aunque sea a través de figuras que no ocupan hoy escenarios centrales de la actividad política. La receta usada en el 2015 contra Aníbal Fernández todavía puede dar algún reto, parece decir Sirvén, que entonces advierte: “Narcos, barrabravas, política. Ojo con esa combinación explosiva. Que no sea la nueva rana que pongamos en la olla con agua a calentar hasta que hierva casi sin darnos cuenta”.
Al novelero Jorge Fernández Díaz le preocupa que a los candidatos de su sector no se les caiga una propuesta y no se les ocurra enunciar una idea, y el 29/08/2021 se queja de la “Insoportable levedad de la oposición”. Pero Fernández Díaz está muy lejos de ser Kundera y opositor como es, se muestra tan insoportablemente leve como sus criticados. Solo se le ocurre acudir a ejemplos de otros lares, y toma a Felipe González, el dirigente español, y cita “González hizo una declaración de principios: ‘Yo creo que la economía de mercado es mucho más eficiente que cualquier tipo de estatización’, y se pronunció contra las ‘utopías regresivas’ de América Latina; se refería principalmente al ‘regresismo’ kirchnerista y también al bolivariano, que le parecían respuestas erradas a desaciertos del modelo”. Fernández se deslumbra fácil y dice que “Provoca siempre una sana envidia escuchar a dirigentes políticos ilustrados y resulta un tanto penoso superponerlos con los escenarios actuales de la Argentina, donde campea una indigencia intelectual alarmante y una vacuidad discursiva creciente”. Atrasa el discurso del novelero, parece un unitario mirando extasiado hacia la Europa que mandaba barcos a imponer la civilización a cañonazos. Habría que recordarle en qué terminaron esas aventuras.
Por otra parte, hablar de González y de principios es un oxímoron. Mucho menos gracioso que Groucho Marx, el andaluz supo pasar de la izquierda socialista que rechazaba a la OTAN y a la injerencia norteamericana al alineamiento incondicional con Washington, actitud que le valió una canción de Javier Krahe que le reprochaba: “hombre blanco hablar con lengua de serpiente”.
Volviendo la mirada a la provincia de Buenos Aires, a Fernández Díaz le disgusta que “Ningún paisano sabe muy bien qué diferencia hay, por ejemplo, entre votar a Manes o a Santilli: ambos son igualmente insípidos e indoloros”. Insípidos puede ser, pero indoloros, habría que preguntarle a los miles de víctimas de las políticas neoliberales que el macrismo aplicó hace tan poco tiempo si no sufrieron dolores por esa causa. Fernández Díaz sigue apelando a la ilusión, alejada de la realidad y tan poco atractiva que provoca un rechazo inmediato, y enuncia: “La oposición, que tiene pensadores de gran valía, ha renunciado a que estos den un paso al frente y a poner sobre la mesa asuntos más novedosos e interesantes, y se esteriliza ahora en un mero juego de palomas y halcones, donde ya ni siquiera sabemos quién es quién”. ¿Pensadores de gran valía? Será de grandes fortunas y pocos pensamientos, que está poblada la oposición. Fortunas hechas a costa del sufrimiento popular. Sin ponerse a meditar sobre lo que venía diciendo, el novelero lo justifica todo diciendo que “es tan amenazante aquí el proyecto del kirchnerismo que eclipsa cualquier polémica secundaria”. O sea, ojo que si estos ganan se acabó la idea de vivir de los demás.
Tal vez pensando en eso el cronista del genocida Operativo Independencia, Joaquín Morales Solá, advierte el 29/08/2021 sobre “Un peligroso regreso a la violencia”. No es que esté dispuesto a reflexionar sobre el discurso del odio que tantas veces han utilizado, él y sus colegas de la Tribuna de Doctrina, sino que la violencia la ve en otras cosas.
“Las imágenes les dan significado y sentido a las palabras. Si la foto de la fiesta cumpleañera de Olivos confirmó las denuncias de que existe una casta gobernante privilegiada, la filmación de la violenta profesora Laura Radetich corroboró que el kirchnerismo usa la escuela pública para adoctrinar a jóvenes”. Desinformar es a veces, como en este caso, dotar de un sentido que no tienen a ciertas informaciones. Que el Presidente y su compañera hayan cometido el grosero error de la fiesta tan mentada no significa ni de lejos que exista una casta gobernante privilegiada. Cuando mucho prueba que Alberto Fernández se equivoca y al comprender su error, pide las disculpas del caso. Nada más. Y que a una maestra del secundario se le suelte la cadena al escuchar la sarta de lugares comunes que el odio desparramado por los medios inculcó en uno de sus alumnos, no prueba ni de lejos que el kirchnerismo maneje la escuela pública para adoctrinar adolescentes.
De un desafortunado episodio, porque las formas usadas por la maestra distan de ser las correctas, no se puede desprender tamaña conclusión. Mucho menos cuando lo que dijo -no cómo lo dijo-, es cierto. Morales Solá, que forma parte del personal del diario fundado por el mayor manipulador de nuestra historia, carece de la más mínima vergüenza cuando, olvidando adrede las andanzas de don Bartolo, dispara que “Radetich es profesora de Historia y Geografía. Si manipula la historia como lo hizo con la política de estos días, la historia está condenada de antemano”. Epa, Joaquín. Acaba de adjudicar a la maestra los hechos del fundador. Por las dudas, artero como de costumbre, equipara la reacción de la docente a un problema de salud mental. “Así como la profesora Radetich necesita un psiquiatra, Alberto Fernández está necesitando un descanso. La grieta no es la construcción discursiva y anímica de dos grupos políticos diferentes; es una creación del cristinismo (comenzó en 2011 cuando Cristina convocó al ‘vamos por todo’), que sigue cavando en ese abismo que dividió a la sociedad en bandos irreconciliables. Las imágenes de Radetich son una prueba irrefutable. ¿Otro ejemplo? Máximo Kirchner, que acusó a los medios periodísticos por el criminal atentado a balazos contra el diputado correntino Miguel Arias”. Con qué liviandad manda a la gente al psiquiatra. Poco faltó para que pidiera un chaleco de fuerza y de ser posible una lobotomía, prácticas que seguro le parecen aplicables, cuando si hay algo en lo que se ha avanzado en materia de salud mental es en no usar métodos inhumanos y no creer que cualquier cosa indica falta de equilibrio psíquico. Ni qué hablar del resto de invenciones ya gastadas que Morales despacha.
La grieta lleva demasiados años en nuestra historia. Moreno muriendo en alta mar, Artigas y sus diputados rechazados por el centralismo porteño, San Martín execrado por negarse a reprimir a los caudillos federales, Dorrego asesinado por Lavalle según consejos de los ilustrados, los franceses e ingleses tratando de doblegar la soberanía nacional, Chilavert asesinado tras Caseros, la cabeza del Chacho Peñaloza exhibida por los esbirros mandados por Mitre y Sarmiento, el Paraguay de Solano López desangrado, la carnicería de Roca y sus ejércitos contra los pueblos originarios, el régimen falaz y descreído, las persecuciones y matanzas de anarquistas en la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde, la Década Infame, el bombardeo a la Plaza de Mayo en 1955, la dictadura fusiladora de Aramburu y Rojas, Felipe Vallese, la noche de los bastones largos, Trelew, la Triple A, la dictadura genocida y los treinta mil desaparecidos. Ahí está la grieta y sus causantes, siempre los mismos. Los que como Fernández Díaz admiran al extranjero que se lleva las riquezas de nuestros pueblos. Los que como Morales Solá desprecian a cualquiera que piense distinto a lo que ordenan los dueños del poder.
Por las dudas, ahí está Olga Fernández Latour de Botas el 30/08/2021, rindiendo homenaje al fundador: “Mitre en la Isla de la Libertad”. Una serie de alabanzas al mejor estilo de los peores libros en los que se cantaban loas a los que creyeron que lo único útil que tenían los gauchos era su sangre para servir de abono. Libros desde los que sí se adoctrinaba de la peor manera a la niñez y adolescencia. Libros plagados de mentiras y odios. Dice la profesora que “En mayo de 1844 Bartolomé Mitre se encontraba en Montevideo. Esta ciudad, sitiada por las fuerzas porteñas del gobernador Juan Manuel de Rosas, era, en aquel mayo de 1844, el escenario de un proceso de singulares ribetes políticos y militares, emanado de Buenos Aires, por el enfrentamiento entre el régimen ‘federal’ del ‘Restaurador de las Leyes’ y el partido ‘unitario’, y caracterizado, en la Banda Oriental, por una intensa lucha de partidos”. Mitre había huido de Buenos Aires para sumarse a los que se unían al extranjero contra su patria, esa felonía que según San Martín ni el sepulcro podría hacer desaparecer.
Don Bartolo aprovechaba para pasar por artista y así lo canta la columnista: “Rasgo común a todos los poetas de aquel ciclo singularísimo, libertad era la palabra sagrada que traía la cultura francesa; independencia la aspiración a que conducía el modelo norteamericano”. El rasgo común de quienes escriben cosas como esta es su creencia de que solo es civilizado y culto lo que viene de otras tierras. De países que intentaron sojuzgar a otros por la fuerza. La cultura francesa en esos tiempos invadiría México e impondría allí un emperador austríaco. El modelo norteamericano despojaría a los mismos mejicanos de una porción de tierra que equivale a la superficie actual del país. Pero Fernández de Latour no piensa hablar de eso. “A pocos años de ocurrida la Revolución de los Libres del Sur y el dramático Grito de Dolores, el discurso de repulsa de Mitre se dirige contrastantemente a Rosas y clama por venganza para los mártires de su tiranía”.
Los Libres del Sur fueron el antecedente más claro de la Sociedad Rural, estancieros que se alzaron por no poder explotar convenientemente a sus peones, que veían como en los saladeros y las tierras de don Juan Manuel los gauchos que trabajaban cobraban un salario y eran tratados como personas y no animales. El cierre de la nota es muy claro: “Desde el norte hasta el sur de América, como un estremecimiento que no cesa, la lectura del poema de aquel Mitre joven, escrito bajo el cobijo fraternal de la linda Montevideo, bajo la influencia cordialmente próxima del libertario espíritu francés, vuelve a recorrer hasta nuestros días la columna vertebral del continente para avivar la hoguera de la lucha contra todo despotismo, contra toda opresión del hombre por el hombre, contra toda tiranía”. La flota francesa que bloquearía Buenos Aires y se abriría paso hacia el litoral a fuerza de cañonazos, era la influencia cordialmente próxima del libertario espíritu francés. Suerte que existió la Vuelta de Obligado.
Para Claudio Jacquelin, en su nota del 30/08/2021, el problema es “Alberto Fernández, a merced de todos”. Aunque no son todos, como se ve en las frases que desperdiga el cronista. “El primer mandatario ha acumulado méritos con su sucesión indetenible de desaciertos, furcios y errores no forzados para coronar el estado de perplejidad reinante. El hiperpresidencialismo argentino resalta la desnudez del exhibicionista”. La sucesión indetenible no es detallada sino que, como siempre, basta la palabra del escriba. Como es norma en LA NACIÓN.
Para Jacquelin, “Fernández está hoy a merced de Cristina y Máximo, pero, sobre todo, de Alberto”. Siempre están los Kirchner para ser culpados, y a esta altura Alberto es culpable de no haberse peleado con ellos. Es curioso como cuando la violencia política se hizo realmente palpable, en el balazo asestado al diputado correntino, para los seguidores de don Bartolo la cosa corre por otros carriles. Más peligrosa que el disparo es, para ellos, la actitud de la profesora Radetich, que no lastimó ni golpeó ni mucho menos baleó a nadie. “Aunque Leandro Santoro y Victoria Tolosa Paz ocupan esos lugares por su condición de albertistas indudables, ambos tomaron abismal distancia de la defensa de Fernández de la descontrolada profesora que, abusando de su poder en un aula, descalificó las opiniones políticas de un alumno, hasta llegar casi al borde de la amenaza de reprobar la materia”.
A ver a dónde apunta el columnista, en su interés de encontrar disputas en el interior del Frente de Todos. “Ante la indisimulable violencia que expresan las imágenes y las palabras de la ‘docente’, la actitud de Fernández resultó indefendible hasta para los propios”. Que una docente le grite a un alumno es sin dudas una actitud equivocada. De allí a encontrar en sus errados actos una indisimulable violencia hay un enorme trecho. Si Jacquelin quería violencia, hubiera analizado lo ocurrido en Corrientes. Pero no. Vale la pena cambiar el eje. De la violencia al goce. De las prácticas de nuestra derecha siempre proclive a usar la fuerza contra el disidente, y a tomar por asalto las instituciones democráticas cuando no sirvieron a sus propósitos, ya nos hemos ocupado bastante.
Celebremos entonces lo contrario. Lo que horroriza a las buenas almas derechosas, espantadas de que una candidata del odiado peronismo reivindique el derecho al goce sexual. Mucho peor porque se trata de una mujer. Es que Victoria Tolosa Paz puso en palabras de uso común algo que es mucho más profundo que la chabacanería con que muchos comunicólogos tomaron sus dichos. Porque frente a esa derecha que se apropia de todo y que sólo disfruta con la violencia impuesta, desde la simbólica hasta la concretamente física, debe oponerse la alegría. La dicha de compartir un proyecto liberador, el disfrute de encontrarse en el otro y con el otro. Cuerpos que se unen no sólo para reclamar por sus derechos tantas veces pisoteados sino para decir que la vida está para ser vivida en forma plena, no a escondidas y con pacatería hipócrita.
Decía con alegre claridad Mario Benedetti en uno de sus celebrados poemas: “Ustedes cuando aman exigen bienestar, una cama de cedro y un colchón especial. Nosotros cuando amamos, es fácil de arreglar. Con sábanas, qué bueno! Sin sábanas, da igual”. Tan amarga es nuestra derecha que no puede soportar que una mujer, candidata a diputada, hable tan francamente del sexo.
Carlos Pagni, el 31/08/2021, se ocupa de buscarle la quinta pata al gato. Aunque el título de su nota reitera discursos obsesivamente enunciados desde el mismo anuncio de la candidatura de Alberto, siempre hay una ocasión en las páginas de LA NACIÓN para repetirlos “Alberto Fernández, el títere al que se le enredaron los piolines”. Algunas menciones al triunfo radical en Corrientes sirven como prolegómeno a lo que importa: “un distrito importantísimo donde el Gobierno se juega la vida. Creo que Tolosa Paz tuvo en la provincia de Buenos Aires hay una elección prácticamente de desconocidos. Santilli tiene un nivel de desconocimiento que supera el 30 por ciento; Tolosa Paz un porcentaje aún mayor; y Manes también. En una elección importantísima en que salir a decir esto de ‘en el peronismo se garcha’, en parte también para hacerse conocer”. La provincia de Buenos Aires ocupa el centro de las preocupaciones electorales de la derecha. Y Pagni escribe desde y para esa derecha. Por eso usa el desconocimiento de la población respecto de los candidatos de Juntos pero Desunidos como excusa para decir que a Tolosa Paz tampoco la conocen y por eso habla de sexo. Pagni obvia que es probable que a Santilli, que tiene trayectoria en la ciudad autónoma, y a Manes, un recién llegado a las lides políticas, no los conozca mucha gente. Pero Tolosa Paz es una militante de años, que ha sido candidata incluso en las internas para intendente de La Plata y que venía ocupando un cargo importante en el gobierno nacional. Además está acompañada por una figura descollante en la lucha contra la pandemia, como es Daniel Gollán, que supo implementar el mejor plan de combate contra el COVID19 a partir de una vacunación exitosa que es ejemplar para otras provincias. Ambos son, por otra parte, candidatos del peronismo que siempre ha tenido una fuerte base electoral en la provincia, incluso cuando fue derrotado en las urnas. ¿Necesitaba Tolosa Paz recurrir al sexo para hacerse conocer? Un disparate, más cuando la candidata ha recorrido cuanto programa la convoque, sea del medio que sea, exponiéndose a las chicanas y agravios de sus entrevistadores y saliendo siempre airosa, con la respuesta exacta y los datos concretos que la sustenten. Que en un programa distinto, alejado de la formalidad, con un clima de simpatía y compañerismo, haya hablado del sexo, está muy bien.
Pagni recurre a otras fuentes y cita “Hay un libro de Eric Hobsbawm, historiador marxista británico, que se llama Personas Extraordinarias y tiene un ensayo sobre sexualidad y política. Y Hobsbawm dice que la Izquierda es más represiva e impone una mayor disciplina; en consecuencia, registra menos vida sexual. En cambio, la Derecha -sostiene, que no reparte tantos bienes materiales según él, que es un marxista, concede las licencias carnales. Y Hobsbawm cita un dicho napolitano exquisito: ‘La cama es la ópera del pobre’. Es decir, ‘la derecha no te da de comer pero te da cama’. Que es lo que está diciendo Tolosa Paz en una frase escandalosa”.
Hábil para tergiversar cualquier cosa, Pagni obvia que Hobsbawn habla de la izquierda clásica europea, y de sus luchas en una realidad muy diferente a la nuestra. Nuestras clases populares no reciben como una dádiva de la derecha su camino al goce: lo ejercen como un derecho que no les puede ser privado, como una forma más de rebeldía. No se trata de un mamarracho desmelenado aullando sus presuntas proezas sexuales, que más de uno sospecha que ocurren en soledad y a oscuras. No, es una mujer plena que reivindica su derecho, nuestro derecho, a gozar. Que la violencia no podrá nunca con un pueblo que ama y no teme decirlo
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