A raíz de una nota publicada por el expresidente del Inti Enrique Martínez, Guido Aschieri polemizó con él sobre las retenciones. Y aquí Martínez la sigue. Linda discusión.
Guido Aschieri plantea una útil polémica con mi propuesta de eliminar las retenciones a las exportaciones agropecuarias, que no implican eliminar impuestos, como señala, sino aplicar el impuesto a las ganancias, como en cualquier otro sector productivo o comercial. Trataré de ser metódico al extremo.
¿Para qué se establecen las retenciones?
Esencialmente, para evitar que los precios internacionales de los alimentos se trasladen a los precios, llevando a los argentinos a vivir con costos criollos pero precios foráneos.
Este escenario se da en todo rubro exportable, pero se resuelve de manera diversa, por razones también diversas.
En el acero o el aluminio, por ejemplo, los exportadores son monopolios en nuestro país, que transitan por feroces competencias en el mercado internacional. El resultado, hace décadas, es que compensan márgenes delgados en las exportaciones, con los precios que fijan en el mercado interno, lo que lleva a toda la industria local usuaria de estos bienes, de alguna complejidad para importar en volúmenes “pyme”, a pagar sobreprecios de hasta el 30% con relación al precio internacional.
Aquí no hay retenciones, obviamente. Hay protección explícita al monopolio.
En los productos lácteos, en que el producto exportable tipo es la leche en polvo, el oligopolio nacional define el precio a los tambos en función de la voracidad para contar con leche a procesar, que depende de los precios internacionales de la leche en polvo.
Aquí tampoco hay retenciones. Hay tolerancia al oligopolio, que compensa sus mayores costos de procesamiento (básicamente de logística) con precios claramente superiores a su competencia interna, que se sustentan en enorme publicidad, que a su vez agrega costos y mayores precios.
Los intentos de ordenar esto prohibiendo exportaciones fueron groseros fracasos, que aumentaron la concentración en el mercado interno, al derivar las empresas líderes mayores volúmenes en esa dirección.
En la exportación de conocimiento informático tampoco hay retenciones. Hay un tráfico de ventas por fuera del sistema oficial estabilizado y otra vez: tolerado.
Pero en la carne y los granos, éstos últimos básicamente como materia prima para producción de carne, leche o aceite, aparece el argumento. Las retenciones evitan que la mesa familiar quede vacía.
Y aquí acompaña el argumento central que Guido reitera: “Mientras exista un diferencial de precios para aprovechar mediante la exportación, lo racional es sacarle ventaja”. La producción para el mercado interno, con precios diferentes, sería impracticable.
Entonces mejor soportar un mal impuesto, con déficits que ya enumeré y “que habría que corregir”, antes que ningún impuesto, cosa que no es lo que sostengo.
Es cierto que es un laburo promover el tambo fábrica, para que acompañen a las pymes lácteas no exportadoras, estimulando la integración en que produzcan su propia soja, su extrusado de soja y su propio maíz.
Es cierto que es otro laburo promover a frigoríficos locales y regionales para que produzcan hacienda para consumo interno, con pesos diferenciales (más chica) y con producción de sus propios alimentos para el ganado.
Sería fácil, en cambio, ayudar a los pequeños productores de cerdo de Santa Fe y Córdoba para que integren su cadena hacia adelante, en lugar de tener que vender animales para engordar y puedan contar con bocas de expendio en las grandes ciudades.
O establecer estándares de peso mínimo para producir pollos para el mercado interno, ya que el grueso de la posible exportación es de faena en pesos pequeños, que no se consumen aquí. En definitiva, se podría seguir largo, pero no existe el decisor racional que exporta o no según le convengan los precios. Existen sistemas hegemonizados por intereses que bloquean las opciones locales o regionales dejando sin opciones al sojero tucumano o al tambo de 5000 lt/día. Estos son miles de actores productivos. Y podrían ser miles más, si con su participación se diseñaran nuevos esquemas crediticios, impositivos,comerciales, que los contengan y a la vez los estimulen a estar orgullosos de alimentar a sus compatriotas con precios que sean válidos para todos, en lugar de estar pensando si la guerra de Ucrania o la sequía de Brasil los hará más viables.
Por eso reclamo la eliminación de las retenciones. Porque quiero que desaparezcan los placebos, a la vez que nos aboquemos al diseño de una sociedad vivible. De una comunidad.
Fuente yahoraque.com
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