Por Carlos Pagni
La postulación oficial del juez federal Ariel Lijo para cubrir la vacante que dejó Elena Highton de Nolasco en la Corte Suprema significa que Javier Milei ha resuelto levantar la bandera de la impunidad. Una decisión incomprensible si se otorga crédito a un gobierno que justifica casi todos sus pasos en la necesidad de sanear al país de un clima de inmoralidad irrespirable.
Para cualquier observador que haya registrado la historia nacional de las últimas décadas debería resultar evidente que la mancha de la corrupción ha teñido casi todo. Sobre ese problema se instala otro, más grave: la ausencia de castigo. Ese vicio de segundo grado, de carácter estratégico, prospera gracias a la pésima moral de numerosos magistrados del fuero penal federal. Los tribunales de Comodoro Py son el emblema de esa descomposición. Y Lijo es el emblema de Comodoro Py.
El mensaje que envía el oficialismo con esta nominación no podría ser más inequívoco. Pone de manifiesto un desinterés por la calidad institucional que ya se había insinuado con bastante claridad con la designación como ministro de Justicia de un penalista como Mariano Cúneo Libarona, defensor de varios narcotraficantes, entre otros malhechores.
Es de lamentar que la propuesta de llevar también a la Corte a un excelente jurista como Manuel García-Mansilla, en su caso para reemplazar a Juan Carlos Maqueda cuando se retire por razones de edad, no alcance a disimular el brochazo de bleque que se arroja sobre la Corte con la candidatura de Lijo.
La muy poco edificante trayectoria de Lijo comenzó en los años 90 y ya desde el comienzo fue controvertida. Como joven secretario de la controvertida camarista María Luisa Riva Aramayo, “la Piru”, tuvo que enfrentar una acusación complicada: haber sido el dibujante del plano que presentó como propio Carlos Telleldín en su declaración como acusado del atentado contra la AMIA. Los calígrafos lograron que la causa no avanzara y Lijo se convirtió, con los años, en el encargado de investigar las irregularidades del expediente. A la historia le agradan los reencuentros: otro joven abogado, Cúneo Libarona, estuvo preso un mes en el mismo enredo, acusado de extorsionar a Juan José Galeano con un video en el que ese juez aparecía negociando una declaración de Telleldín a cambio de plata. Todo fue después declarado nulo.
En 2004, bajo la presidencia de Néstor Kirchner, Lijo se convirtió en juez federal. Fue a través del concurso 59, en el que salió quinto. Tuvo la suerte de que tres de los que lo precedían en la lista terminaron en otros cargos, y el cuarto renunció.
El pico de popularidad llegó para Lijo cuando el Consejo de la Magistratura investigó al camarista Eduardo Freiler por un enriquecimiento imposible de justificar, que lo dejó fuera de carrera. En aquel momento, Carla Lago declaró que Freiler tenía intereses en el haras La Generación. Ese haras figuraba a nombre de Alfredo “Freddy” Lijo, el hermano del juez, con quien Lago había estado casada. En ese testimonio se afirmó que Ariel Lijo, el juez, podría ser otro socio del costoso emprendimiento ecuestre. Hubo presiones de todo tipo a favor del magistrado. Al final, hasta su excuñada dijo que en su detallada declaración había mentido.
El opulento Freddy, además de criador de pur sang, es un activísimo lobista judicial. Él celebra ser reconocido en ese oficio ya que, sostiene, cuanto más se ventilan sus fechorías, más clientes aparecen. Junto a su hermano juez, Freddy fue un contertulio infaltable de la mesa del cuestionado Rodolfo Canicoba Corral, en cuyo homenaje se jugó durante años la denominada “Rody Cup”, en la que competían jueces, lobistas colegas de Freddy y agentes de Inteligencia.
El divorcio de Freddy fue controvertido. La exesposa reveló una cuenta de US$1,7 millones en Suiza, la compra de un lujoso departamento en Las Cañitas y de una casa en el country Abril. ¿Apareció también una cuenta conjunta de los dos hermanos, Ariel y Freddy en Andorra? Esa versión circuló con mucha insistencia en tribunales. Allí, en ese ambiente de oficina siempre proclive a la chacota, a los Lijo los llaman “hermanos va-lijo” o “hermanos Lujo”. Esto último está relacionado con la frecuencia con que el juez visita la joyería Simonetta Orsini, de Posadas y Cerrito, en cuyo primer piso atendería, siempre según testigos oculares, a algunos de sus “clientes”. Habladurías.
La investigación sobre el juez Lijo en el Consejo de la Magistratura quedó suspendida por un pedido que se atribuyó siempre al binguero Daniel Angelici. Es posible que Angelici guardara gratitud hacia Lijo por haber empleado a Fernando Rey, el hijo de su hermana. La simpatía entre Lijo y Angelici es fácil de explicar: “dados, timbas, y la poesía cruel…”. Un detalle: en el juzgado de Lijo se tramita una parte de la compleja pesquisa por el presunto vaciamiento del Correo Argentino, que desvela a la familia Macri desde hace más de dos décadas.
Sin embargo, en la actualidad Lijo tiene otro expediente con acusaciones en el Consejo. Igual que el juez federal de La Plata Alejo Ramos Padilla. Esas carpetas duermen a consideración del presidente de la Comisión de Disciplina, el exdiputado kirchnerista Héctor Recalde. Ayer, el consejero por el Senado Luis Juez pidió que se acelere el tratamiento de esas denuncias. La de Lijo fue iniciada por el diputado Juan Manuel López, de la Coalición Cívica.
La intención de promover a Lijo para la Corte fue informada por LA NACION el 11 de enero pasado. Un día antes, en una audiencia parlamentaria, el diputado López había interrogado al ministro Cúneo Libarona si el Ejecutivo postularía a Lijo. “Cuando me enteré pensé que era un chiste”, comentó el legislador. Cúneo no contestó. Ahora se advierte que no era un chiste.
Es muy probable que Cúneo no supiera, hasta ayer a la mañana, de la decisión de exaltar al controvertido juez federal. No es de extrañar: hace diez días explicó que ignoraba que en su estudio jurídico su hermano Matías patrocinaba al narcotraficante Miguel Angel “Mameluco” Villalba. “Es que mi hermano trabajaba en el piso de arriba”, se excusó. Ayer, en el Ministerio de Justicia aseguraban que Cúneo se enteró recién por la mañana de esta propuesta escandalosa. ¿Sabrá que Milei y Patricia Bullrich están pensando en anunciar para el 25 de marzo un cambio reglamentario que permita devolver a sus casas a los ancianos que padecen prisión preventiva, sin que se resuelva su situación procesal, en causas de lesa humanidad?
Existen varios testimonios de que esa cartera estaba evaluando a varias mujeres, la mayoría magistradas, para cubrir la vacante de Highton. Hasta se hicieron entrevistas. El trámite iba a ser lento, porque el ritual de designaciones del actual gobierno contempla un tramo inédito: todas las propuestas deben pasar por el filtro de la AFI, donde Silvestre Sívori pasa a los candidatos por su scanner. Así sucede con los aspirantes a ocupar juzgados sugeridos por Cúneo. Y con todos los convocados a ocupar un puesto en el Ejecutivo. ¿Habrá pasado Lijo por el mismo tamiz? Si lo hizo y no sonó ninguna alarma, habría que dudar de la eficacia de la AFI de Milei.
Es una broma. Lijo pasó por otro procedimiento. Varios testigos cercanísimos a su postulación aseguran que fue clave el patrocinio de su amigo Ricardo Lorenzetti, quien tiene encuentros frecuentes con Milei. ¿Intervino también Karina, la hermana del Presidente? La pregunta corresponde porque Freddy Lijo, el hermano lobista, se comunicó con varios periodistas mientras se instalaba la actual administración para aclarar que era él, y no su competidor Guillermo Scarcella, otro jugador de la Rody Cup, quien oficiaba como puente entre Karina Milei y los tribunales. Los hermanos sean unidos.
La proximidad de Lorenzetti con Lijo es para muchos funcionarios de la Corte una corroboración gozosa de antiguas presunciones. En el juzgado del candidato a ministro del máximo tribunal se abrieron dos causas misteriosas. Una contra Carlos Rosenkrantz, bajo la inverosímil acusación de haber abierto 71 sociedades offshore para cursar dinero negro. Rosenkrantz presentó un escrito en el juzgado rechazando los cargos y después declaró que “esta denuncia, aunque infundada y maliciosa, como todas las demás denuncias debe ser investigada. Pero también oportunamente deberá investigarse quiénes la pergeñaron por poderosos que puedan ser. En cuanto al origen, tengo una sola conjetura y no involucra al Gobierno”. ¿Esa conjetura era Lorenzetti?
En el mismo juzgado de Lijo se cursó otra causa de lento desarrollo, contra otro colega de Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda. Se basó en presuntas irregularidades en la administración de la obra social de la Justicia, a cargo del constitucionalista cordobés. Tampoco Maqueda confiesa sus hipótesis. Sí lo hizo en su momento Elisa Carrió, cuando acusó a Lorenzetti y a Lijo de haberle montado una causa fraudulenta. Lijo recurrió como abogado a Mariano Cúneo Libarona.
¿Milei tuvo en cuenta estos antecedentes? Si lo hizo, estaría demostrando una gran confianza en su política. Porque se estaría indisponiendo con la mayoría de una Corte que debe decidir, entre otras cuestiones, la validez del DNU 70/23, los reclamos de provincias como La Rioja contra la actual política fiscal, y eventuales planteos sobre jubilaciones, tarifas o subsidios al transporte, que suelen llegar al cuarto piso del Palacio de Justicia. Es posible que sean asuntos que se traten antes de que Lijo llegue a ese palacio, si es que llega. Una incógnita que desde este miércoles comienza a pesar sobre el programa económico: cuando todavía no llegó a un acuerdo con el Congreso, Milei abrió también un conflicto con la Corte. El Presidente conoce a la perfección el efecto que el nombre de Lijo tiene en el máximo tribunal, porque se lo dijo alguien que trabaja allí.
Sería un error suponer que Lijo debe todo a la amistad de Lorenzetti. Cuenta con muchos otros impulsores. A algunos de ellos recurrirá para llegar a destino. ¿Cómo no lo va a ayudar Gildo Insfrán, con quien el juez fue un modelo de clemencia al enviar a la justicia de Formosa la causa sobre las operaciones clandestinas con The Old Fund, la caja a través de la que Amado Boudou capturó Ciccone Calcográfica? El candidato de Milei a la Corte está seguro del apoyo de cualquier miembro de la familia Werthein, a la que pertenece Gerardo, el candidato de Milei a la embajada de los Estados Unidos. ¿Se negarán los Eskenazi a influir en lo que puedan a favor del juez que desde hace años le canta el arrorró al expediente sobre la inenarrable adquisición de YPF, originado en una denuncia de Carrió? Lijo ha sido en Comodoro Py un gran proveedor de impunidad. Su método es silencioso y, tal vez, también rentable: consiste en estirar al infinito la vida de las causas y resolverlas, en la medida de lo posible, cuando ya nadie está mirando. Sin embargo, hay veces en que demuestra que también sabe acelerar para que le deban un favor. Fue el ejemplo que dio cuando cerró la causa abierta contra el exsecretario de Finanzas Santiago Bausili, por supuestas y ridículas incompatibilidades en una operación de deuda. Esa resolución permitió a Bausili asumir como presidente del Banco Central. Una situación en la que Lijo no debería explicar por qué cerró el caso, sino por qué lo había abierto.
¿Qué posibilidades tiene Lijo de conseguir los dos tercios del Senado, necesarios para convertirse en magistrado de la Corte? Cuando se formula esta incógnita aparece siempre una versión: la de las reuniones que habría mantenido con Cristina Kirchner durante las últimas semanas de la gestión de Alberto Fernández. No hace falta aclarar que para la expresidenta influir sobre el máximo tribunal es muy relevante. Sin embargo, ayer en su entorno se festejaba más el adelantamiento de la postulación del reemplazante de Maqueda, que la exaltación de Lijo. Hay un problema ostensible: si el kirchnerismo apoyara la postulación de Lijo, tendrá que encontrar un argumento para justificar que interrumpe por un rato la saga a favor de la igualdad de género. Porque el reemplazo de Highton por Lijo violenta ese principio, que está mencionado en el artículo 3º del Decreto 222/2003, que regula la designación de jueces de la Corte. Un problema para Anabel Fernández Sagasti, Juliana Di Tullio y las demás senadoras identificadas con la causa feminista. Este miércoles hubo una catarata de objeciones a Milei por haber ignorado ese criterio: comunicados de asociaciones de magistradas, funcionarias judiciales y profesoras de Derecho. Es posible que el Presidente, que modificó la designación del salón de la mujer el Día de la Mujer, entienda esa lluvia de proclamas como una razón más para respaldar a Lijo.
¿Qué sucedería si, como se vislumbraba anoche, también los senadores kirchneristas se pliegan a esas recriminaciones basadas en principios? La de Milei sería una jugada suicida. Se habría inoculado el desprestigio de Lijo, y por extensión del cenagoso Comodoro Py, y habría ofendido a la mayoría de la Corte, sin conseguir resultado alguno.
Para Macri el impulso a Lijo es una pésima noticia. Aparece en el momento en que en Pro se debate el tipo de vínculo que debe establecerse con Milei. Para entender cómo se recibió la noticia en ese universo, basta con mirar el video que emitió María Eugenia Talerico, quien deplora la designación del juez en nombre de “la República y las ideas de la libertad” (https://twitter.com/eugetale/status/1770550273892565490?t=AiGYHaNbMcygT9eMF5Jorg&s=08). Varios amigos de Macri dejaban trascender este miércoles que él había desaconsejado al Presidente promover esa designación. Si fue así, sus familiares le harán llegar algún reproche: Lijo sigue siendo el juez de la causa del Correo. Hasta anoche no había ningún pronunciamiento público de Macri. Esta decisión del Presidente podría ser un argumento precioso para Horacio Rodríguez Larreta, quien impugna la decisión de “entregar el Pro a Milei”. Pero Larreta se morderá la lengua antes de tocar el tema: la novia de Lijo, Genoveva Ferrero, fue su subsecretaria de Seguridad cuando echó a Eugenio Burzaco del ministerio respectivo, poco antes de abandonar el poder. Ferrero, muy amiga de Larreta, tiene vínculos variadísimos, algunos de los cuales abren túneles que llevan hasta el Instituto Patria. Ferrero hoy se desempeña en el Consejo de la Magistratura porteño como secretaria de Administración y Financiamiento.
El Poder Ejecutivo postuló también a un abogado intachable, Manuel García-Mansilla, para ocupar la butaca que debería dejar Juan Carlos Maqueda, el 29 de diciembre, cuando cumpla 75 años. Siempre y cuando no se produzca una prórroga, como ocurrió con Helena Highton, con el camarista contencioso-administrativo Carlos Grecco y con la camarista Civil y Comercial Silvia Mora, por mencionar algunos casos. En el mundo judicial muchos lamentaban ayer que la auspiciosa postulación de García-Mansilla pueda ser interpretada como un intento de atenuar el escándalo provocado por la nominación de Lijo. El eventual sucesor de Maqueda es un destacado constitucionalista que se desempeña también como decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral.
La selección de Lijo conmovió al mundo académico y judicial. En muchos observadores causó perplejidad. Pero, acaso, no debería sorprender. Milei, al proponer a ese juez controvertido para ocupar una banca en el más alto tribunal del país, incurre en un déficit ancestral y recurrente del liberalismo argentino: una hemiplejia economicista que lo vuelve insensible a las condiciones ético-institucionales indispensables para cualquier proceso de reforma.
Fuente La Nación
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