En su mensaje del pasado viernes el presidente lanzó una curiosa propuesta, la de firmar un pacto social en Córdoba el 25 de Mayo. Amparándose en el simbolismo de la fecha, el Pacto de Mayo fue presentado de manera rimbombante como una especie de gran acuerdo nacional, salvando las distancias. Milei invitó a firmarlo a “gobernadores, expresidentes y representantes de los partidos políticos”.
Me pareció una notable iniciativa que será una fuente de inspiración para la prensa, la crítica teatral y la crónica del culebrón. Para el análisis, en suma, y trato de hacerlo a mi manera.
El ‘pacto’ es un intento de desatar el nudo problemático de estas semanas, la oposición de los gobernadores y la discusión sobre la coparticipación. Lo hace “…Pateando el balón para adelante mientras trata de defenderse en el medio campo, donde empieza a sentirse debilitado y se observa la penetración del equipo oponente, por cierto que azarosa y desorganizada”, diría mi relator preferido.
Busqué el significado de pacto: “Acuerdo de voluntades, concierto o tratado entre dos o más partes que se comprometen a cumplir lo estipulado”. Esto supone lograr el acuerdo de las partes acerca de los términos del tratado, esto es, una instancia de diálogo o negociación. El presidente evitó este tema para centrarse en la firma, que quisiera constituir en hecho histórico.
Pero lo más significativo es que el pacto no se hará sobre un temario convenido entre las partes, sino sobre “diez principios para un nuevo orden económico argentino” que enunció el presidente. Por su carácter prescriptivo los principios operan como mandamientos, en un sentido bíblico que Milei cultiva identificándose con el rol del profeta Moisés.
Visto en un sentido de política práctica, el pacto consistirá en una transacción de recursos coparticipables con cada provincia a cambio de la adhesión a lo que queda del ómnibus llamado DNU. “Veremos cuánto quieren para levantar la manito” afirmó Espert. Ese es el plan, sin cosméticos.
Por otra parte, en el mismo discurso, en una de las pocas frases en que se apartó del libreto escolar, el presidente dijo dos cosas de no menor importancia: no tiene esperanzas de ser acompañado por los “políticos” y gobernará aun contra su opinión: “Cuando encontramos un obstáculo, aceleramos”. Creo que es justamente lo contrario de lo que recomienda la prudencia al conducir, ya sea tu cuerpo, un vehículo o un país.
Prudencia es lo que necesitamos al dialogar con un imprudente que nos considera un obstáculo. Y también lo que necesita Santiago del Estero al concurrir a Córdoba el 25 de mayo. Nuestra provincia tiene que ser previsora, cauta y firme al considerar cada uno de los diez mandamientos. Y aquí es necesario que opinen los protagonistas, ciudadanxs, movimientos sociales y voces de todo calibre además de las gubernamentales.
El desafío es decir que opinamos acerca de la inviolabilidad de la propiedad privada, los cambios en el sistema “extorsivo” de coparticipación, el aprovechamiento de los recursos naturales y la reforma laboral que promueva el empleo formal. Cada uno de estos enunciados, propuestos como panacea, tiene un doble filo. Solo pensarlo nos pone en vilo, porque puede cortar el hilo de nuestro soliloquio.
Ojalá no sea así, pero hay que estar en guardia.

Creo que la «guardia» de un Nicolino Locche no alcanza, frente a los «directos» de derecha que se avecinan.
Pero lo malo de todo esto es, que los contrincantes de Satanás, muchos de ellos, parecen haber bajado los brazos, resignados a la derrota, que en realidad sería la derrota de sus representados «licuados»…..muchos de los cuales pusieron sus manos, para que la «licuadora» funcione….y los triture.
Es de locos, de «Estocolmianos»….pero es así…!!!
Lamentablemente