Poco se usa ya la expresión ‘borrón y cuenta nueva’ que me resulta apropiada para este 31. Final del ejercicio. El tenedor de libros cierra el balance y lo pasa al revisor de cuentas, y si este lo aprueba pasará a manos del contador público autorizado para que lo firme, a sus efectos. Después, el expediente llegará a la mesa de entradas del organismo estatal correspondiente para su visado.
Para el caso de nuestra biblioteca, la operación nos llevó no menos de diez días. Diez días apasionantes, agrego en nota al pie, porque todo balance entraña un viaje de la memoria. Entradas (libros donados o comprados) y salidas (libros prestados o donados).
Todo esto me sume en cavilaciones y recuerdos donde se cruzan personas y volúmenes, autores y temas, estantes y cajas y pilas de carpetas que no tuve tiempo de revisar. Lo haré mañana, o sea el año que viene.
Es un verdadero viaje en el tiempo. A propósito ¿dónde estará el libro de Isaac Asimov, el que inventó el futuro? Este año también entró el primer tomo de “La megafauna del paleolítico superior”, está clasificado en el estante de Ciencias Naturales pero pasó a sala porque lo consultan los estudiantes de ciencia política, vaya uno a saber por qué.
Luego viene el cuadro de Pérdidas y Ganancias. Como se expresa en números me acuerdo de Pitágoras, a ese lo tengo en el estante de Filosofía, igual que a Sócrates, que siempre me hace preguntas difíciles. Ya le respondí quién soy, de dónde vengo y adónde voy, pero ahora inquiere: ¿Cuánto perdiste, y cuánto ganaste?
Nuevas cavilaciones: ¿tengo que incluir en pérdidas el celular y la pava eléctrica que me robaron? En ganancias voy a anotar los dos cuadros y los veinte libros que vendí ¿pero debo anotar también todo lo que aprendí escuchando a los y las lectoras acerca de sí mismos y sus vidas? ¿Y lo que escucho en la radio acerca de lo que sucede en el país y en el mundo?
Porque aunque pequeña cómo un átomo o una célula, la biblioteca donde trabajo es parte del universo. No le son ajenas las galaxias y mucho menos el planeta tierra donde está situada: América del Sud, latitud 27°, un poquito más abajo del Trópico de Capricornio (cfr. Henry Miller).
De lo anterior se deduce que la biblioteca contiene a la Argentina (72 libros en cuatro estantes) y a la vez es contenida por ella en cuanto territorio, identidad y leyes.
Llegado a este punto me sentía confundido y consulté a mi contador de cabecera.
-Cierto decreto del que todos hablan amenaza la industria del libro, el teatro, la música, las universidades, el CONICET y hasta el apoyo de CONABIP a las bibliotecas populares. ¿Crees que tenemos que incluir su costo en el balance?
-No –me respondió con aire tranquilizador- es prematuro, hay que esperar los próximos meses, pero se anuncian medidas preocupantes que…
En ese momento se interrumpió la comunicación y apagué el celu luego de ver la hora. Eran las 12 del mediodía, justo la convenida para enviar la nota.
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