Por Félix Crous
Compañeros poetas, tomando en cuenta los últimos sucesos de la poesía, quisiera preguntar: ¿qué pudiera decir? ¿qué frontera debo respetar?
Como la revolución bolchevique viene más demorada que Godot, y la izquierda se contenta con tener razón, todo indica que lo único que queda, por el momento, es aferrarse al recuerdo de un peronismo que supo ganar elecciones, para así, bebiendo del licor maldito de la nostalgia, alentar las deshilachadas esperanzas populares.
Pregunto, entonces: ¿será posible un peronismo dirigido y conducido por alguien que no sea millonario?
¿Será posible hacerlo sin delincuentes, o que al menos no pasen el casting?
Si «la realidad es superior a la idea» como dice Pancho, y «la única verdad es la realidad», como repetía el General, ¿qué hacemos con la realidad cuando nos lacera y nos indigna? ¿Dónde encontraremos las ideas que cambien esa realidad que es superior a la idea y que es la única verdad, pero nos está haciendo pelota?
Termino preguntándome qué carajo era y es el peronismo, y aclaro que no soy uruguayo, gente que vive preguntándose eso mismo. Mientras el peronismo ganaba elecciones como un fenómeno natural, una fatalidad del destino, de la política, una revelación de Dios, todo era risas y mejor no hablar de ciertas cosas. Pero ahora que ni el peronismo es invencible, ni el Papa es infalible y a Boca le gana hasta el Deportivo Pereyra, ¿alcanzarán las Veinte Verdades, los libros de conducción y unos cuantos refritos de inteligencia militar, filosofía clásica y doctrina de la guerra? ¿Servirá todavía toda esa catequesis hipnótica, perecedera y, en estos días, inocua?
La liturgia y el sermón se han quedado sin efectividad ni pastores.
De paso, ¿qué vendría a ser el «movimiento», donde caben demasiados con la pretensión de representar un todo nacional que por definición es una lucha de intereses? Lucha que, como dijo Warren Buffett, vamos perdiendo nosotros.
Hablamos del Estado presente, pero muchas de sus hectáreas son tierra yerma.
Vamos por la distribución de la riqueza. ¡A desalambrar, a desalambrar! ¿Y si producimos riqueza comunitaria y no la regalamos como plusvalía?
Si nuestra única esperanza es que el movimiento –que hasta ahora no se demuestra andando– alumbre algún conductor, sea entonces la Providencia generosa y que el ungido no crea tanto en la hermandad del capital con el trabajo ni a cada minuto reniegue de sus ideas y luchas juveniles: el pragmatismo está muy bien para encontrar soluciones, pero a no abusar.
Alguien dijo alguna vez que el capital era trabajo no remunerado, y a ojos vistas parece que sigue teniendo bastante razón.
Por último, pero no por eso menos importante, ¿dónde iremos a parar si se apaga Balderrama?
¡Feliz Año Nuevo!
Fuente Yahoraque.com
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