Esta guerra se podía haber evitado. No se ha querido. Desde hace años Rusia viene advirtiendo que su seguridad como nación y Estado está en peligro. Es más, los dirigentes rusos definen la situación como de crisis existencial de su país. De que EEUU y la OTAN querían esta guerra, no hay ninguna duda. Los últimos meses han significado para la dirección rusa que sus intereses estratégicos no iban a ser tenidos en cuenta y que iban a continuar el cerco y el acoso. Sin tener en cuenta esto no se puede entender lo que está pasando.
Respeto. Cuando vienen tiempos como estos, hay que poner mucha atención a lo que dicen los militares. El jefe de la Marina alemana, vicealmirante Kay-Achim Schonbach, hizo unas declaraciones, no hace mucho tiempo, que le costaron el cargo. Lo que dijo fue de sentido común y de realismo político militar: lo que necesita Rusia es respeto entendido en un sentido amplio; reconocimiento de sus intereses estratégicos y de seguridad. La paradoja es que todo el mundo asume que no hay seguridad en Europa si no es con el concurso de Rusia, pero, a renglón seguido, no solo no se reconocen estos intereses, sino que se la va aislando, cercando y poniéndola a la defensiva.
La percepción del Kremlin es que Occidente no la reconoce ni como Estado, ni como civilización, ni como potencia político militar. Por esto, es bueno explicar los hechos históricamente. Durante años Rusia ha sido demonizada y Putin criminalizado. La razón es que se puso fin a la época de Yeltsin y se reconstruyeron de nuevo las estructuras estatales e institucionales de la Federación Rusa, se recompuso la economía y se fortaleció el aparato militar, tecnológico y de seguridad. Hay que hacer la pregunta: ¿cuál es el objetivo político de la estrategia militar de la OTAN y de Biden? El mismo objetivo que con China; es decir, aniquilar al actual equipo dirigente y poner otro más favorable a los intereses hegemónicos de los EEUU.
¿Cuál es el signo de la época, la tendencia de fondo? La transición a un mundo multipolar que pone en cuestión la hegemonía de EEUU y sus aliados europeos organizados en la OTAN. Dicho de otro modo, vivimos la rebelión de Oriente. El conflicto de Ucrania es parte ya y la señal de profundos cambios en la estructura de poder mundial. No tener en cuenta esto es perderse definitivamente y hacer el juego a los intereses de la Administración Biden.
Hay diseñados dos escenarios operativos o de decisión geopolítica. El principal está en el Mar de China. El otro está situado en Europa y los que tienen el poder han decidido que se debe resolver en Ucrania. Ser ingenuos con los EEUU es inadmisible y supone cerrar los ojos ante la reciente historia de Afganistán, Irak, Libia, Siria… Cuando tiene el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU, EEUU interviene militarmente; cuando no, también. Las razones son las de siempre: la puesta en peligro de los intereses estratégicos de los EEUU que virtualmente es todo el mundo. Desde el punto de vista político militar, el único imperio existente es el de EEUU con más de 700 bases militares en 80 países y gastando, junto con la OTAN el 60% del gasto militar mundial. Frente a eso, Rusia es poca cosa, pero no está dispuesta a ser un aliado subalterno de una superpotencia que lucha desesperadamente por su hegemonía.
Desde hace años vengo señalando que el mundo que hemos conocido está cambiando radicalmente y que en su centro está el declive relativo de EEUU. Mi temor era que lo que se conoce como la «trampa de Tucídides» llegara y lo hiciera pronto. Como se sabe, con esta denominación se hace referencia a los procesos de conflictos y guerras que va unidos a la decadencia de las potencias hegemónicas y su sustitución por otras emergentes. En eso estamos ya.
Insisto, esta guerra se podía y se debería haber evitado. ¿Dónde está la clave? En que la Unión Europea no es un sujeto autónomo en las relaciones internacionales que sepa definir con claridad sus intereses estratégicos y que construya una alianza sólida económica, política y militar con Rusia. Retorna la guerra a Europa y vuelve la prodigiosa habilidad de EEUU para crear conflictos militares siempre lejos de sus fronteras.
Para terminar, una idea. EEUU sigue siendo una superpotencia y, con mucho, la más fuerte desde el punto de vista económico, político y político-militar. Lo que estamos viendo son diversos movimientos operativos de una estrategia preventiva a nivel global cuyo objetivo último es China. Este conflicto que comienza es solo el principio.
(Manolo Monereo es abogado y politólogo. La presente opinión fue publicada en blog.público.es)
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