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Se acabó la diversión…el pueblo mando a parar

La reciente derrota de la elite económica y de sus aliados políticos ha instalado al pueblo como protagonista del futuro inmediato de nuestro país. La rebelión del 18-0 y el apruebo de una nueva Constitución alimentaron el triunfo popular y éste se consolidó en las recientes elecciones del 15/16 de mayo.
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Por Roberto Pizarro Hofer* – La Mirada Semanal

La lista del Frente Amplio-Partido Comunista junto a los independientes arrasaron con la derecha y la ex Concertación. Al fin podemos decir que nace una verdadera izquierda en Chile.

El pueblo ha señalado con claridad que no quiere saber más de los políticos y economistas que durante cuarenta años fueron capturados por los grandes negocios y que legislaron en su favor. Al basurero de la historia han sido condenados esos sirvientes de los ricos que impidieron que el Estado defendiera a la mayoría nacional. 

Se acabo la diversión (de los ricos) y el pueblo mando a parar.

El triunfo electoral del 15/16 de mayo ha sido un rechazo categórico a los abusos y trampas de las AFP, de las ISAPRES y a la infame colusión de los grandes negocios que explotan a consumidores modestos y a las pequeñas empresas.

El pueblo también se dio cuenta que el Código Laboral impide que los trabajadores se organicen y puedan negociar salarios dignos, para así permitir que el empresariado explote sin contrapeso a los asalariados.

Lo que la Concertación/Nueva Mayoría fue incapaz de hacer será ahora tarea de los nuevos dirigentes elegidos el 15/16 de mayo. El pueblo dijo basta, indignado con la cobarde “medida de lo posible” y el cansancio con la Constitución Pinochet-Lagos, que constitucionalizó una economía de mercado neoliberal para permitir que el 1% más rico de la población se apropie del 30% de la riqueza, mientras el 50% más pobre sólo se lleve el 2%. 

La acumulación de riqueza de los grupos económicos les otorgó un poder fáctico en el país con determinante influencia en la vida política. Así las cosas, el Estado y la clase política, han favorecido a los grupos económicos renunciando a su tarea: no controlan al gran empresariado, no lo regulan, no le cobran royalties por la explotación rentista de nuestros recursos naturales, le facilitan la colusión y la elusión impositiva y, además, le han abierto el camino para que operen, sin control, en paraísos fiscales.

El régimen de abusos y desigualdades tiene su origen en la Constitución de 1980, la que reduce el rol del Estado a un mero agente subsidiario de la iniciativa económica. Fundado en la subsidiaridad, el Estado entrega sin costo al gran capital la concesión de nuestra tierra, ríos y mares; y, también, permite un sistema comercial y financiero oligopólico que extrae inmensos excedentes gracias a la colusión y a la desregulación; y, finalmente, inventó una política social que ha mercantilizado la educación, salud y previsión para la ganancia empresarial directa.

Los nuevos constituyentes tienen la desafiante tarea de democratizar la economía, lo cual exige un texto constitucional que frene el poder del 1% y de sus grupos económicos. Porque la actividad económica debe servir al conjunto de la sociedad, con especial prioridad en favor de los trabajadores y pequeños empresarios. Y la democratización económica es la base material de la democratización política.

El triunfo electoral de la izquierda en la Convención Constituyente, pero también el éxito en varios municipios e incluso gobernaciones abre camino auspicioso para que el pueblo de Chile pueda conquistar la presidencia en noviembre. No es tarea fácil, pero el cambio político y sobre todo cultural que estamos viviendo ofrece esperanzas de una nueva vida para la familia chilena. Par alcanzar ese objetivo será necesaria la patriótica articulación de todas aquellas organizaciones políticas y sociales, comprometidas con una nueva Constitución, y que hoy se encuentran dispersas.

Gentileza de Other News

*Economista, con estudios de posgrado en la Universidad de Sussex (Reino Unido). Investigador Grupo Nueva Economía. Fue decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, ministro de Planificación durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000),  embajador en Ecuador y rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.  Columnista de diversos medios.