Por Nazanín Armanian* – Publico.es
Europa se está temblando no solo del frío sino porque la peor crisis energética que está sufriendo en décadas sólo es un aviso de lo que se avecina. Claro que lo más fácil para sus líderes ha sido culpar al principal enemigo conocido: Moscú, que pretende acabar con las democracias europeas, utilizando su varita mágica, el Gazprom, afirman.
¿Se puede manipular el mercado? En 2018, Donald Trump amenazó al rey de Arabia Salman bin Abdulaziz con derrocarle en pocos días si no bajaba el precio del petróleo.
Los motivos reales
– El duro y largo invierno del 2020 en Europa y el noroeste de Asia provocó un aumento en la demanda de energía, agotando sus reservas.
– Hay una fuerte competencia entre los dos continentes para hacerse tanto con los cargamentos del Gas Natural Licuado (GNL) como con los de gas natural con el fin de acelerar la recuperación económica tras el año de la covid-19, que marcó la mayor caída de la demanda de energía desde la Segunda Guerra Mundial, y por ende, la reducción en la producción de gas en un 3,3% en 2020.
– Políticas dirigidas a ampliar la clase media en India que reduzcan las desigualdades. El uso de energía por este país aumentó un 4,5% en 2020.
– Alta demanda de Gas Natural Licuado en China, que aceleró sus políticas de cambio de carbón a gas, del que consumió un 8% más en 2021 que en el año anterior.
– Las sanciones de EEUU sobre Rusia, que impidieron la finalización de la construcción del gasoducto Nord Stream 2, firmado en 2012 entre Rusia y Alemania -que conecta Leningrado con Alemania, sin pasar por Ucrania y que iba a reducir la necesidad europea de importar GNL (más caro)-, y que tenían dos principales objetivos: castigar a Moscú por el asunto de Crimea, y vender a los europeos el gas natural estadounidense, a pesar de ser aún insuficiente para exportar (por este mismo motivo, Washington intentó expulsar a Qatar del mercado de GNL). Fue Joe Biden, quien levantó el castigo a a la construcción del gasoducto. ¿Por qué?
1) La perseverancia de los alemanes, que recibían el 40% de sus suministro gas de Rusia. Además, Moscú ha sido, tanto en la era de la Unión Soviética como ahora, un proveedor estable de energía para Europa y a precios razonables.
2) Reparar la relaciones dañadas con Berlín por Donald Trump.
3) La imposibilidad de satisfacer las necesidades de este país con su gas exquisito.
4) Centrarse en contener a China acercándose a Rusia para aplicar la estrategia nixoniana ahora contra Beijín.
Sin embargo, el gaseoducto sigue sin funcionar ahora debido a la burocracia alemana que está tardando en emitir la certificación para que Rusia lo llene del gas.
– La enemistad de Occidente con Gazprom que obligó a los rusos a buscar nuevos mercados. Construyó en 2019 el gasoducto Fuerza de Siberia, que transporta a China unos 38.000 millones de metros cúbicos (mmc) de GLN al año (que puede alcanzar los 64.000 mmc) por sus 4.800 kilómetros, convirtiéndole en el segundo mayor comprador de la empresa estatal rusa después de Alemania. También, ante las presiones de EEUU, Kremlin tuvo que suspender la construcción del South Stream, que a través de Bulgaria iba a regar de gas natural ruso de Italia a Austria. En su lugar, en 2014, levantó el gaseoducto Turkish Stream, con una capacidad de 63.000 mmc.
– La decisión del Kremlin de reservar la producción adicional del gas para uso doméstico renunciando a enormes ganancias que podría obtener al exportarlo. El presidente Putin anunció que a partir del 1 de noviembre enviaría al mercado europeo los excedentes.
– La batalla de China contra el cambio climático usando gas en vez de carbón: dejó sin razones económicas la ocupación de Afganistán por la OTAN que planeaba construir el gasoducto Transafgano llevándose el gas de Turkmenistán (la cuarta reserva mundial). Beijín compró en 2009 y para 30 años el gas turcomano que fluye por los 7000 kilómetros del gasoducto, el más largo del mundo.
– Y como no hay gas suficiente para una economía como la china, y un crecimiento del PIB (que en 2021 fue un 18,3% interanual) fue posible, por las políticas económicas y sociales de la República Popular, las inversiones en la industria pesada y la construcción, pero también gracias al mayor uso del carbón, un 10% más que el año anterior. China es el principal productor y también consumidor mundial de esta combustible fósil, a pesar de que también es la primera potencia mundial en la producción de energía solar, con una potencia de 136 GW, más que EEUU y la Unión Europea juntos. En 2020 esta capacidad de generación de energía eólica y solar llegó a ser cinco veces mayor que al de EEUU. Y ahora, la tierra de Mao, a pesar de las políticas de descarbonización de su economía, ha tenido que reabrir las minas clausuradas de este combustible, e incluso aumentar su importación. Y aquí suceden varios hechos curiosos:
1) Ante el incremento del precio de carbón en los mercados mundiales, un 33% desde el noviembre del 2020, el gobierno chino en su intento de impedir que la subida afecte a la población (que lo usa para cocinar, calentar el hogar, etc.), ha preferido el racionamiento de la electricidad en los hogares o la reducción de la semana laboral para miles de empresas e incluso cierre provisional de fábricas de productos como la soja o muebles.
2) Cambiar su política respecto a los generadores de energía: hasta ahora, éstos compraban el carbón a precio de mercado, pero no podían aumentar las tarifas de electricidad de sus clientes más allá de lo establecido por el gobierno en su economía planificada; por lo que cuando los precios empezaron a dispararse, muchas dejaron de comprarlo, agotaron las existencias y redujeron o detuvieron la producción para no tener pérdidas. El gobierno, ante esta situación, ha decidido aumentar el margen de beneficio de la plantas.
3) Las restricciones que China ha impuesto a las importaciones de carbón de Australia -uno de sus principales proveedores-, por proponer este país una investigación sobre el origen del coronavirus.
– También, al disminuir la producción de magnesio, cuya fundición es altamente contaminante, China ha provocado la escasez de esta materia prima utilizada en la automoción. ¡El planeta no puede soportar más coches privados!
Un futuro conflictivo
¿Podrán los europeos desconectar sus centrales nucleares en los próximos años, tal y como está previsto? En estos momentos sólo hay dos fuentes capaces de satisfacer la demanda mundial de gas: Rusia y Oriente Próximo.
Los esfuerzos de Europa por diversificar sus proveedores, como Irán (al firmar el acuerdo nuclear con Teherán, para que EEUU levantase las sanciones sobre la industria petrolífera y financiera del país), han sido frustrados. Biden, a pesar de su promesa, aún no ha resucitado el acuerdo que firmó con los ayatolás en 2015, después de que fuese destruido por Trump, y no lo hará.
A pesar de ser la tercera reserva mundial de petróleo y gas, las exportaciones de Irán han caído de 4 millones de barriles de petróleo al día en 1977 a unos 300.000 en 2021, y no solo por las sanciones impuestas por EEUU (cuyo objetivo principal ha sido eliminar a un potencial proveedor de hidrocarburo a China del mercado), sino también las propias políticas económicas «islámicas» de la teocracia que están centradas en el comercio (Bazar) que no en la industria o la agricultura. La subida del precio de gasolina en octubre de 2019 provocó grandes disturbios populares, con cientos de muertos y desparecidos y miles de trabajadores arrestados.
Justo dos años después, el 30 de octubre de 2021, Israel lanzó un ciberataque al sistema digital de compra de combustible en las gasolineras iraníes, paralizando las estaciones de servicio del país. Este pulso entre los jugadores del escenario, han sido motivos de la retirada de los inversores chinos en los campos de petróleo y gas iraníes y también la de India y Pakistán del proyecto de la construcción de un gaseoducto con Irán. Sanciones que a largo plazo, paradójicamente, benefician a Rusia impidiendo la entrada de un gran rival en el mercado.
En este escenario, en el que los recursos energéticos son bienes estratégicos, Washington ha sido el gran derrotado. La industria del esquisto estadounidense exageró su potencial, su sostenibilidad y su rentabilidad. Los accionistas, además, han preferido aumentar el rendimiento de sus accionistas a expensas de invertir en la producción.
En su discurso en el Foro de Seguridad de Aspen del octubre pasado, el presidente del Estado Mayor Conjunto de EEUU, el General Mark Milley, reconoció que los años de la hegemonía estadounidense pueden haber terminado: «Estamos entrando en un mundo tripolar con Estados Unidos, Rusia y China como grandes potencias», hecho que ya fue exhibido en un lugar y una fecha concreta: Helsinki, julio de 2018.
El problema es que el remedio de la Casa Blanca para la decadencia de su poder mundial no pasa precisamente por asimilar esta realidad y adaptarse de forma ordenada: el acuerdo con los Talibán y con Australia son reflejos de esta peligrosa reacción. El complejo Industrial-Militar de EEUU ha recuperado su poder político con la Administración Biden, y eso una muy mala noticia para la paz mundial.
Gentileza de Other News
*Nazanín Armanian es iraní, residente en Barcelona desde 1983, fecha en la que se exilió de su país. Licenciada en Ciencias Políticas. Imparte clases en los cursos on-line de la Universidad de Barcelona. Columnista del diario on-line Público. Fuente: http://www.nazanin.es/, Público.es*Nazanín Armanian es iraní, residente en Barcelona desde 1983, fecha en la que se exilió de su país. Licenciada en Ciencias Políticas. Imparte clases en los cursos on-line de la Universidad de Barcelona. Columnista del diario on-line Público. Fuente: http://www.nazanin.es/
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