Juan José Tamayo*
Los partidos políticos y las organizaciones de la extrema derecha mundial y los movimientos cristianos fundamentalistas conforman una alianza cada vez más sólida y eficaz en la conquista del poder en todos los ámbitos y en el fomento del discurso y de las prácticas de odio en la ciudadanía.
Una de las personas que más ha contribuido a dicho discurso y a dichas prácticas es el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, durante los cuatro años de mandato, que ha contado no solo con el apoyo del Partido Republicano, sino con el de un sector muy importante e influyente del movimiento evangélico integrista, que en enero del presente año puso en marcha la campaña “Evangélicos por Trump” para apoyar su candidatura para un segundo mandato al frente de la presidencia de Estados Unidos y por la organización Capitol Ministries, que ha legitimado, incluso bíblicamente –falseando el cintendio y sentido de las Sagradas Escrituras judías y cristianas- su política belicista, antiecológica, patriarlca, xenófoba y de separación de los padres y los hijos entre slos inmigrantes.
El apoyo ha venido también de grupos católicos ultraconservadores y de importantes personalidades de la Iglesia Católica como el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, ex presidente de la Conferencia Episcopal Estadounidense, quien dirigió la oración en la Convención Nacional del partido Republicano que propusó a Trump como candidato a a la reelección a la presidencia de Estados Unidos, legitimando religiosamente dicha candidatura.
El recuento de los votos de las elecciones del 3 de noviembre da como vencedor a Joe Biden, del Partido Republicano. Sin embargo, Trump ha conseguido cinco millones de votantes que en las elecciones de 2016. Lo que significa que, aunque cuando no repita como presidente estadoundiense, ya ha incubado el virus fóbico del racismo, la xenofia, el machismo, la antiecología, la LGTBIfobia, etc. no solo en un sector importante de la ciuddania estdoinudense, sino en la población mundial. Cuenta para ello con el presidente de Brasil, Jair Messias Bolsonaro, actor principal y predicador de la Intencaaional de odio.
Pero Trump y Bolsonaro no son los únicos dirgentes políticos inoculadores de odio. Lo son también otros dirigentes, partidos y organizaciones ultraconservadora: en España VOX en alianza con las organizaciones ultraconservadoras como HazteOír, El Yunque, Infocatólica, Asociación Española de Abogados Cristianos; en Italia el populista y euroescéptico Matteo Salvini, lider de la Liga y de Nosotros con Salvini, defensor de políticas anti-inmigratorias; en America Latina, organizaciones sociales como “Con mis hijos y “Pro-Vida” y partidos políticos con el apoyo de sevtores evangélicos, etc.
¿Cómo responder a estos discursos y prácticas de odio extendidos por todo el planeta, que pueden convertir el mundo en un coloso en llamas? ¿Tendremos que resignarnos y quedarnos con los brazos cruzados ante esta Internacional de odiadores y soportar sus violentas manifestaciones? En absoluto. Creo que hay que responder desde la racionalidad política de una democracia participativa, la economía cooperativa, la ética liberadora de los movimienros sociales, la praxis solidaria y compasiva de las religiones con las personas más vulnerables, las clases sociales explotadas y los pueblos oprimidos, así como desde la cosmovision del “buen vivir y convivir” de los pueblos originarios de Amerindia, la filosofía Ubuntu africana, la ética confuciana, la memoria subversiva de las víctimas y la no violencia activa en la lucha por la justicia.
Resumo dicha respuesta en las siguiente popuestas, que se inspiran, en parte, en el libro de Carolin Emcke Contra el odio y en el de Günther Anders La obsolescencia del odio[1]:
1. No se pueden legitimar los discursos y las prácticas de odio con el silencio. No podemos callar ante los odiadores, ni dejarnos amedrentar por ellos, ni tener miedo a las represalias. Hay que eliminar toda aquiescencia y connivencia con el odio, ya que cualquier signo de aquiescencia constituye un refuerzo del mismo. Es necesario responder con el rechazo explícito. La igual dignidad de todos los seres humanos debe ser defendida sin miedo como imperativo categórico que no admite silencio, cobardía, excusa o excepción. Cualquiera de estas actitudes son signos de complicidad.
2. No se debe considerar el odio como algo natural e inevitable, porque no lo es. Se trata de algo que se incuba, se programa, se cultiva, se fomenta a través de los múltiples mecanismos que tienen quienes lo practican y los que los apoyan.
3. No se puede normalizar el odio, por muy dramáticas que sean las situaciones que pretendan justificarlo. No se debe permitir que el odio se torne costumbre y se instale en el imaginario social.
4., Hay que eliminar las causas que puedan provocarlo. ¿Cómo? A través de iniciativas sociales, proyectos públicos, transformaciones sociales, políticas, económicas, culturales, educativas, etc. capaces de quitar toda base social al odio y a las personas odiadoras.
5. No se puede responder al odio con más odio, porque, como en el caso de la respuesta violenta a las prácticas de violencia, genera una espiral imparable de violencia, la reacción discursiva y práctica de odio a los discursos y prácticas de odio, generará una espiral imparable del odio.
6. Hay que analizar el contexto en que se produce el odio y las causas que lo provocan para ir al fondo de dichas actitudes y prácticas, y no quedarnos en la superficie.
7. Es necesario hacer un elogio comprometido de lo diferente y lo “impuro”, y reconocer a los otros y las otras no como alteridades negadas, sino como como iguales y diferentes, que exigen reconocimiento y merecen respeto.
8. Debemos tener la perspicacia de observar el odio antes de su estallido para prevenir sus mortíferas consecuencias. Lo que requiere análisis rigurosos de las situaciones y contextos en los que se produce.
9. Se requiere tener el valor de enfrentarnos a él como condición necesaria para defender la democracia, ya que el odio políticamente organizado constituye una de las mayores amenazas contra la democracia.
10. Es necesario adoptar una visión abierta de la sociedad, respetuosa del pluralismo a todos los niveles: político, religioso, social, cultural, étnico, etcétera.
11. Hay que ejercer la capacidad de ironía y de duda, de la que carecen los generadores de odio, enfundados como están en certezas absolutas, identidades singularistas, seguridades ególatras, gestos airados y actitudes violentas. Frente al discurso del odio tendríamos que seguir la propuesta de Frida Kahlo:
“Reír me hizo invencible.
No como los que siempre ganan,
Sino como los que nunca se rinden”.
12. Hay que construir comunidades no discriminatorias, integradoras donde quepamos todas y todos, también la naturaleza, practicando la eco-fraternidad-sororidad, la ciudadanía-mundo y la cui-dadanía (de cuidados), que nos obliga a todas y todos por igual.
13. Es requisito necesario también el respeto y reconocimiento de la dignidad y los derechos de la naturaleza, de la que formamos y somos parte, frente a la depredación de la que es objeto por parte del modelo de desarrollo científico-técnico de la modernidad.
14. No es suficiente con responder a los discursos y prácticas de odio con lenguaje y eslóganes simplistas como son los de quienes practican el odio. Es necesario contra-argumentar todo intento de legitimar y de normalizar el discurso y las prácticas de odio con prácticas y argumentos basados en la igual dignidad de todos los seres humanos.
15. Hemos de asumir el compromiso de luchar contra las formas cotidianas que conducen al desprecio, a la denigración, al rechazo, al odio, a la discriminación de las personas consideradas diferentes.
16. Es necesario activar y apoyar políticas que contribuyan a genera amor, cooperación, solidaridad, projimidad, amistad, cercanía, compasión, cuidado de las otras, de los otros, y desterrar políticas que fomenten odio, rechazo, enfrentamientos, etc.
17. No podemos eximirnos de responsabilidad alegando que el odio racial y xenofóbico es algo innato, natural, genético contra lo que no se puede hacer nada. Se trata de una construcción humana y lo mismo que lo hemos construido podemos y debemos deconstruirlo.
18. Hay que ayudar a las personas odiadoras a salir de tal estado y evitar que se convierta en crónico, ya que sería destructivo para las personas que odian y para las personas y colectivos a quienes se dirige el odio. No debemos considerar a los odiadores como personas irredentas e irrecuperables. No podemos dejarlos solos enfangados en su odio. ¿Cómo podemos ayudarlos? Haciéndoles ver lo infundado de los motivos por los que odian.
19. El odio no siempre está fuera de nosotros y nosotras. También nosotros podemos ser generadores y transmisores de odio. Por eso tenemos que realizar un acto de introspección, es decir, mirar a nuestro interior y revisar nuestras emociones, nuestras inclinaciones a la ira, al asco, al odio y a las microfobias anidadas en nuestros rincones mentales y sentimentales.
20. Tenemos que huir de la uniformidad, de la imposición de las propias ideas y conductas y respetar el pluriverso, que requiere activar la cooperación, el respeto a las personas diferentes, el pluriverso afectivo-sexual, a la diversidad religiosa, étnica, cultual, ideológica, afectivo-sexual y ética como riqueza de lo humano, la diferencia como derecho y el derecho a la diferencia. Es el mejor antídoto para desactivar los discursos y las prácticas de odio y fomentar la convivencia eco-fraterno-sororal.
En palabras de Carolin Emcke, “el odio solo se combate rechazando su invitación al contagio. Es necesario activar lo que escapa a quienes odian: la observación atenta, la diferenciación constante y el cuestionamiento de uno mismo”.
& Las ideas aquí expuestas son desarrolladas en mi libro La Internacional del odio. ¿Cómo se construye? ¿Cómo se deconstruye?, que aparecerá en la editorial Icaria & Antrazy a mediados de noviembre de 2020.
[1] Cf. Carolin Emcke, Contra el odio, traducción de Belén Santana López, Taurus, Madrid, 2020, 2ª reimpresión; Günther Anders, La obsolescencia del odio, traducción de Virginia Modaferri y María Carolina Maomded Parraguez, prólogo de María Carolina Parraguez, PRE-TEXTOS, Valencia, 2019.
*Profesor emérito de la Univerdidad Carlos III de Madrid y autor de Hermano Islam (Trotta, Madrid, 2019)
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