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Un escándalo que no se puede vetar

Por Javier Calvo
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“Javier, sabés que están choreando. Sabés que tu hermana está choreando, no te podés hacer el boludo conmigo. Pero no me tiren a mí este fardo, llega a haber algún quilombo y a mí no me cuidan…”. Diego Orlando Spagnuolo, flamante exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), dice en los audios del escándalo que le avisó a Javier Milei de las coimas que se cobraban en el organismo a su cargo.

Una necesaria composición del personaje. Sin tener antecedentes en el rubro, Spagnuolo fue designado por ser el abogado personal de Milei y su amigo. Habitué casi infaltable en las tertulias operísticas de la residencia de Olivos, lo que podría explicar sus múltiples ingresos a la Quinta que empiezan a divulgarse desde los registros oficiales.

¿Qué destapa Spagnuolo con sus palabras? La existencia de un entramado corrupto para la compra de medicación en la Andis. Los beneficiados eran, entre otros, la Droguería Suizo Argentina, cuyos accionistas casualmente hicieron sus aportes a la campaña mileísta. Pero como terminal de ese entramado aparecen mencionados Karina y Eduardo ‘Lule’ Menem, su escudero.

Al revés de la causa $Libra, la Justicia avanzó con celeridad. Claro, el juez Sebastián Casanello y el fiscal Franco Picardi no son como sus pares del dormilón expediente sobre la estafa cripto promocionada por Milei, María Romilda Servini y Eduardo Taiano.

Desde la madrugada del viernes se sucedieron numerosos allanamientos. Ya se secuestraron 200 mil dólares divididos en varios sobres, en la casa de Emmanuel Kovalivker, uno de los dueños de la droguería Suizo Argentina. Y se incautaron los celulares de Spagnuolo.

Las pericias de los teléfonos y otros dispositivos del ahora exfuncionario podrían develar varios misterios. El principal, si hay constancias de otros ilícitos. Uno de los secundarios, cómo surgió el audio (auto) incriminador.

En el vendaval de intrigas que la grabación y su difusión despertó en el Gobierno, ya de por sí conspiranoico, sobresalen un par de hipótesis. Todas temerarias.

En una de ellas se destaca la responsabilidad que le cabría al miniasesor Santiago Caputo, en su vendetta contra la hermanísima y los Menem por su dislocación en el desactivado Triángulo de Hierro. En varias ocasiones se advirtió en este espacio al respecto, la última vez hace un mes.

La súbita agitación en ciertos medios de los crecientes negocios de empresas vinculadas a la familia Menem habían sido el prólogo de esa suerte de inicio de la temporada de carpetazos. Contribuye, obviamente, que del exasesorísimo dependa gran parte de la nueva estructura de la SIDE, de donde suelen provenir estas novedades pese a la multiplicación de emprendimientos privados similares. No son excluyentes, parece haber mercado para todos.

El cierre de las listas legislativas nacionales del fin de semana pasado ratificó la exclusión total de las fuerzas celestiales caputistas, que ya habían sido marginadas en las boletas de la crucial batalla bonaerense. Los armados fueron impuestos por Karina y los Menem, con la participación estelar del Presidente, en pedidos puntuales.

Ese dato volvió a disparar las conjeturas oficiales sobre el Caputo vengador, en especial al filtrarse los audios de Spagnuolo apenas 48 horas después del cierre de las candidaturas. El miniasesor y su gente lo niegan con énfasis.

Según trasciende en algunos despachos, la desmentida despierta escasa credibilidad en la Secretaría General de la Presidencia, al mando de la hermanísima y donde labora formalmente “Lule” Menem. Acaso ello haya disparado una indagación en la SIDE sobre la posible escucha irregular, sin orden judicial, a Spagnuolo. No se trata de un hecho aislado: el karinismo se propone mayor injerencia en los servicios de inteligencia, como parte de una nueva fase del aislamiento de Caputo.

Probablemente por lo obvia que resultaría la conexión del asesor con el Audiogate (tampoco hay que sobreestimarlo), es que surge otra teoría sobre su origen: la posibilidad de que Spagnuolo se haya grabado a sí mismo. Como protección. De alguna manera, lo explicita cuando relata qué le dice (supuestamente) a Milei. Suena extraño igual que el entonces director de Andis haya ido a ver en varias ocasiones a Karina y a “Lule”. Consta en las planillas de visita.

De acuerdo a fuentes muy interesadas en el escándalo, habría más audios de Spagnuolo. Y no sólo vinculados a las presuntas coimas en los medicamentos de la Andis. Por eso, se insiste, podrían ser claves los peritajes de lo secuestrado. Siempre y cuando eviten perder los archivos borrados, claro. Ha pasado. Y en situaciones resonantes. ¿Será cierta la especulación de que el exdirector de la Andis podría acogerse como arrepentido ante la Justicia? Cunde el pánico en el Gobierno.

En el desquicio oficial en busca de razones, brotaron también ciertas miradas de sospecha sobre los vínculos de Spagnuolo con la vicepresidenta, Victoria Villarruel. O los de una diputada libertaria rupturista, Marcela Pagano, con el sinuoso mundo del espionaje. Suena algo forzado.

Más allá de quién pudo estar detrás de este escándalo, lo cierto es que pega fuerte en el Gobierno justo cuando volvió a atravesar otra de sus peores semanas.

Salvo con el blindaje que consiguió del veto al aumento jubilatorio, regresaron las malas noticias del Congreso. Con el impulso opositor y cierto respaldo dialoguista, se ratificó la emergencia en discapacidad y se sancionaron las leyes de financiamiento universitario y de refuerzo pediátrico, para asistir al Hospital Garrahan. Fueron rechazados varios decretos desreguladores, se activó la Comisión Investigadora de $Libra y otra vez se desmembró parte del bloque violeta en Diputados. Para peor, la Justicia avanzó (por fin) sobre las muertes por el fentanilo contaminado, que obligó a desplazamientos en la Anmat por la falta de control.

Semejantes cachetazos políticos se transforman en una caricia para el Presidente, si se los compara con que toquen a Karina. Y a él mismo, por estar sobre aviso. Debería recordarse que Spagnuolo no es el primero que involucra directamente a la hermanísima en cobros indebidos. Antes lo hizo Hayden Davis, para justificar la publicidad presidencial en la cripto $Libra: “Le envío dinero a su hermana y él hace lo que yo quiero”, se jactaba el joven estafador.

Si las sospechas se posan definitivamente sobre la secretaria General de la Presidencia, se puede esclarecer el grado de shock que atraviesa por estos días el Gobierno. Porque allí se sabe que Karina no es fusible. Karina es Milei. Y Milei es Karina. Así de simple. Así de complejo e impredecible.

Fuente Perfil