Mientras el mundo sigue con atención las alternativas del conflicto entre Rusia y
Ucrania y se pregunta cuáles serán sus consecuencias en la economía globalizada, acá
seguimos de acuerdo en desacuerdo. No, no lo escribí mal. Es que a un acuerdo con el
que pocos acuerdan y muchos de aquellos que lo hacen son los que obligaron a buscar
el acuerdo con el que no querían acordar pero al final lo hicieron, van siguiendo otros
acuerdos de los que no nos acordábamos pero que se siguen tejiendo al mismo tiempo
que enfrentamos una inflación en constante alza que se ríe, al menos por ahora, de la
guerra que Alberto Fernández le declaró y que nadie sabe todavía cuándo empieza ni
dónde se libran sus batallas.
Ahora fue el turno del Club de París. Algunos recordarán, tal vez con un dejo de
nostalgia por esos años locos, que hubo una vez en que los argentinos eligieron un
presidente que celebró en un club de París. Pero no es este con el que Martín Guzmán
busca acordar. Es una deuda más y otro compromiso que al parecer no va a pasar,
como ocurrió con su antecesor realizado con el FMI, por el Congreso. Tranquilos que
con uno basta, parece que pensaron.
Ocurre que entre tantos acuerdos y desacuerdos lo que empezó siendo, justamente,
un acuerdo de muchos que se habían separado hace algún tiempo, parece
desgranarse. Porque hay quienes dicen que no hay más remedio que firmar estos
acuerdos, temerosos del default que acecha. Tal vez precisarían saber que la Argentina
estuvo otras veces en default y no por eso desapareció. Y que, por otra parte, no
pagarle al FMI no implica un default sino un retraso en los pagos. El todopoderoso
Fondo no puede embargar bienes del país ni cosa por el estilo. No tiene un Griesa a
mano para que le dicte sentencias favorables, opera de otros modos.
Los acuerdistas, que según fuentes bien informadas conforman el PR (Partido de la
Resignación) explican las virtudes de la moderación como única salida posible a la crisis
que dejó tan bien instalada la barbarie macrista, que tuvo también la ayuda invalorable
del COVID19 y sus variantes que siguen dando vueltas por el mundo. Eso sí, claman por
la unidad.
Otros les contestan. Alejados de la resignación, siguen creyendo en que otros caminos
pueden ser transitados y que todavía estamos a tiempo de elegirlos. “¿Queremos la
unidad? Por supuesto que sí. Unidad como concepto estratégico. Para que sea posible,
es necesario dotarla de sentido; dejar que aparezca lo que ha estado y sigue estando
por fuera de ella: las políticas que le dieron origen; la memoria histórica que la
habilita. Es necesario polemizar con una operación que despolitiza: aquella que
sustituye la discusión de las políticas que estructuraron la unidad por la apelación
aislada a la palabra unidad” (documento “Unidad del campo popular: moderación o
pueblo”).
Alberto contesta, según el sitio El Destape, que “La unidad era una condición necesaria
pero insuficiente, no es mágica», pero aparece la Tribuna de Doctrina para aclararnos
que “Alberto Fernández llama a la unidad en el gobierno de Argentina tras críticas de afines a
la vicepresidenta”. Eso sí, el ignoto escriba que redacta la noticia no se priva de informarnos
que “el inquilino de la Casa Rosada ha explicado que, pese a que escucha a todos los
sectores del oficialismo, él es quien finalmente toma las decisiones». Casi se le escapa el
deseo no muy oculto de que Alberto termine siendo desalojado, como un locatario
deudor.
Volvemos a los críticos, que con toda precisión señalan que “Mientras tanto, la política
gubernamental ha llegado a su punto más trágico: la preparación de escenarios de
anuncios donde no se realizan anuncios. Es la práctica fallida de anticipar políticas
que no se concretan: el mismo gobierno genera las expectativas y la defraudación de
las expectativas”. Casi pintado para la ya mencionada guerra a la inflación.
LA NACIÓN no se olvida de la situación internacional. A esta altura parece ser que
creen que fue Cristina quien convenció a Putin de invadir Ucrania. Por lo menos para
Luciana Vázquez, que el 21/03/2022 encuentra a “La Argentina kirchnerista, fuera de
escala y del mundo”. Sucede que Rusia hizo sus pagos y evitó el default, lo que lleva a la escriba
a vociferar que “los kirchneristas más proclives al putinismo de guerra y a la admiración
de Putín en clave populista son precisamente los que más empujaron el voto en contra
del acuerdo con el FMI fuera del Congreso y dentro del Congreso”. A ver, ¿será que la
guerra es nada más que un telón que oculta el verdadero conflicto, los k contra el
mundo? Para los herederos de don Bartolo todo es posible.
El otro analista de la escena mundial es nada menos que el itálico catedrático que en
cada artículo rinde homenaje a su apellido. Ya habrán adivinado que se trata de Loris
Zanatta, que el 22/03/2022 proclama que “Fuera del Occidente racionalista, laico y
democrático no nos espera ningún paraíso”. Lástima que se olvida de indicarnos dónde queda
ese Occidente. Porque el que él defiende con tanto ahinco y tan poca sensatez a nosotros nos
queda al este y se ha dedicado a embromarnos la existencia, más que a llevarnos a algún tipo
de edén perdido.
Vayamos un par de días atrás. Joaquín Morales Solá el 20/03/2022 encuentra a “Cristina:
triste, solitaria y desleal”. Que Morales hable de lealtades parece una broma de mal
gusto. Pero ahí está, regodeándose en lo que cree los últimos momentos del odiado
enemigo que entre otras cosas llevó a la cárcel a los genocidas del Operativo
Independencia cuyas alternativas cubrió como cronista. Este es el mes de la memoria,
Morales. Somos muchos los que no nos olvidamos.
Volvamos al 22/03/2022 y lo volvemos encontrar, “Ante el Big Bang del kirchnerismo”.
Alguien debería desasnarlo. Porque si lo que quiso celebrar es el gran estallido de los
seguidores de Cristina, le convendría enterarse que del Big Bang surgió el universo.
Imagine, Morales: un universo k.
El mismo 22/03/2022 Fernando Laborda escribe: “Alberto y Cristina: un conflicto de
poder y pasiones con efectos imprevisibles”. Con esa verba para los titulares, Laborda
podría postularse para nombrar una serie de telenovelas de la tarde. La pena es que
escribe sobre nuestra realidad y termina como el último episodio de la primera
temporada del folletín imaginado: “El final del conflicto entre el presidente y la
vicepresidenta de la Nación por ahora está abierto, aunque nadie descarta que si los
componentes pasionales de la política se imponen sobre los componentes racionales,
aquellos conduzcan a una crisis de consecuencias imprevisibles”. Racionalidad, para
Laborda, implica sumisión a los dictados del poder. Por si alguno pensaba otra cosa.
“Dos barcos a la deriva”, nos dice Carlos Pagni el 22/03/2022. Aunque parece que son
un poco más de dos los barcos. Porque empieza describiendo un panorama sombrío
para la economía mundial, sobre todo por la crisis energética que se desató como
consecuencia del enfrentamiento entre Rusia y Ucrania. Atención, que la experta a la
que recurre Pagni es nada menos que Christine Lagarde, la misma que supo enamorar
al dormilón fanático de Netflix y que le otorgó los créditos que nos llevaron a los más
altos niveles de endeudamiento de nuestra historia. Sabe de crisis, la señora. Al final,
Pagni nos aclara lo de los dos barcos. Porque ve a los detestables populistas “Quebrados
y peleados entre ellos. La sensación ha sido, durante estos dos años, que el Gobierno era
un barco a la deriva. Ahora, la sensación es que son dos barcos sin rumbo”. Ojo que si
antes eran uno y ahora son dos puede tomarse como que se multiplicaron.
El 22/03/2022 el pasquín de los Mitre-Saguier siguió demostrando que no se priva de
nada, y publicó una nota de Sabrina Ajmechet, titulada “De Alejandro el Grande a
Alberto el irresponsable”. De esta señora no vale buscar una idea rescatable en lo que
escribe. Solo hay que recordar que es la que afirmó que “Las Malvinas no son ni nunca
fueron Argentinas. La creencia en que las Malvinas son Argentinas es irracional, es
sentimental. Los datos históricos no ayudan a creer eso”. Y que también se lamentó por
no haber podido atropellar a un grupo de estudiantes del Colegio Carlos Pellegrini.
Dos notitas que parecen broma. Una escrita el 22/03/2022 por Francisco Jueguen, que
nos hace pensar en alguna encíclica papal destinada a la niñez y la adolescencia. Pero
no, encuentra a los “Argentinos al borde de un ataque de nervios: 2021 fue el año de mayor
incertidumbre en una década”, cosa bastante difícil de creer si tenemos en cuenta que en esa
década sufrimos al macrismo y la pandemia, dos cuestiones que se bastan y sobran para
desquiciar los nervios de cualquiera.
La segunda también es del 22/03/2022 y dice que “Gabriela Cerruti cuestionó a Claudio
Lozano, director del Banco Nación, por sus críticas: Deberías preguntarte qué hacés ahí”. Que
es exactamente lo que muchísima gente se pregunta respecto de Gabriela Cerruti. Y no
encuentra ninguna respuesta inteligente.
Una mala noticia más, siempre del 22/03/2022: “Fernández se contactó con Georgieva y
ratificó que el Gobierno seguirá el programa acordado con el FMI”. La pena es que los
argentinos tenemos sobrada experiencia de cuál es el destino que nos espera si seguimos los
programas del FMI.
Pero repito. Es el mes de la Memoria. Hay algo bueno para terminar, aunque sea LA NACIÓN
la que nos informe: “Cristina Kirchner se reunió con Hebe de Bonafini en la antesala del 24 de
marzo.La vicepresidenta se mostró junto a la titular de Madres de Plaza de Mayo en la
sede de la Asociación; afirmaron que cuando se despidieron, ambas estaban muy
emocionadas”. Quién dijo que todo está perdido!
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