Por Walter Cid
Las tribus algonquinas (los cree, los mohicanos, los delaware o lenapes, los ojibwa, los shawnee y los algonquinos propiamente dichos) habitaron la costa Noroeste y la Región de los Grandes Lagos en Estados Unidos y Canadá. Aparentemente para evitar la antropofagia entre sus miembros en los crudos inviernos norteamericanos apelaron a la construcción de un ser mitológico llamado Wendigo.
El Wendigo estaba asociado principalmente a la práctica del canibalismo (un cazador perdido en el bosque que para sobrevivir apeló a ésta práctica fue castigado dando origen al monstruo con grandes garras y agilidad) pero también representaba a la gula y la codicia, tanto así que su aspecto era humanoide y según la leyenda pese a ser representado siempre flaco su tamaño crecía conforme iba deglutiendo más y más víctimas.
No podremos verificar si el mito es real o no pero en éstas épocas de crisis económica, sanitaria y social podemos identificar individuos con características que bien podrían encajar en la descripción que del Wendigo hacían los amerindios del norte.
Es así que por éstos días hemos tomado conocimiento de que el Gobierno en el afán de lograr el ingreso de divisas por parte de exportadores de oleaginosas y granos principalmente ha anunciado una disminución en los derechos de exportación (retenciones). Lo que a prima facie podría haberse entendido como una gran noticia para productores y exportadores que se tradujera en un gran movimiento de ese mercado, terminó paralizándolo casi en su totalidad.
Los productores que otrora reclamaban una medida de ésta naturaleza acusan que la misma beneficia más a los exportadores pues éstos compraron los granos y cereales con retenciones basadas en el esquema anterior y se quedarían para sus arcas con el 3% que establece la merma en los derechos de exportaciones ofrecida por el Gobierno Central, cuando liquiden sus exportaciones.
Lo cierto es que al día de hoy, la existencia de soja asciende a unos 17 millones de toneladas en poder de productores y otros 13 millones en manos de exportadoras (Vicentin, Cofco Cargill Bunge y otras), sobre los cuáles se centra el dilema del 3%.
Se estima que más allá de la cuestión planteada por productores respecto del beneficio en favor de las exportadoras, la desaceleración de las ventas se encuentra motivada en los precios crecientes a futuro en el mercado de Chicago, situación para nada condenable y por el contrario absolutamente esperable en cualquier actividad comercial situada en cualquier parte del mundo.
Tengamos en cuenta que la guerra comercial entre China y Estados Unidos genera para la Argentina un mercado creciente en términos de precios y de volumen pues deja con ciertas limitaciones en favor de nuestro País a dos competidores muy fuertes como lo son Estados Unidos y Brasil. Es por ello que pese a un pequeño retroceso en los valores, hoy por hoy tanto el precio de la soja como el del maíz y el del trigo han superado los históricos de dos años para atrás y con expectativas aún crecientes, tanto así que el ROFEX (mercado a término de Rosario contabilizó un aumento del 22% en el precio de la soja solo en el mes de septiembre).
Este nuevo escenario ha hecho que salgan a la luz distintos pedidos por parte de los productores principalmente, destacándose los siguientes:
Los mismos piden una segmentación en el esquema de derechos de exportación para que no todos deban tributar lo mismo, el reclamo hace casi imposible olvidarse de “la 125” que justamente proponía un esquema creciente en función del tamaño del productor pero que fue recibida con un lock-out sin precedentes, seguramente la herramienta podría haber sido perfectible pero ya instalaba la segmentación por tamaño.
Otro reclamo recurrente es la centralidad de lo que se hace con los fondos que en concepto de exportaciones obtiene el Gobierno Central, lo cual nos remonta a pensar que cuando existía una herramienta -perfectible también si se quiere- era duramente criticada. Recordemos al respecto que el “fondo sojero” por medio del cual muchos municipios obtenían ingresos en todo el país con un espíritu muy federal fue eliminado a manos del gobierno anterior.
Ahora el sector productivo denuncia que las exportadoras los estarían timando en un 3% beneficiados por las quitas de retenciones, pero cuando el gobierno nacional quiso “sentarse a la mesa” a través del salvataje ofrecido a Vicentín (que con una maniobra defraudatoria tanto en perjuicio del banco estatal como de muchos productores que entregaron el fruto de su esfuerzo y al momento de cobrar se encontraron con que debían verificar sus créditos en un proceso concursal) fue recibido con distintas manifestaciones en contra.
Resulta que estas pujas económicas entre productores y exportadores dejan a la luz cuestiones que quizás en otros momentos no tomaban estado público y nos dan la posibilidad de repensar algunas cuestiones de nuestro pasado cercano y no tanto.
Es así como en una corta recorrida podemos encontrarnos con la silbatina a Raúl Alfonsín en La Rural; las liquidaciones por ventas de granos que en cuotas se hacían durante el gobierno de Mauricio Macri conforme aumentaba el precio del dólar o se depreciaba la moneda local y las reacciones durante los gobiernos Kirchneristas -si se quiere incluido el actual- que se detallaron en párrafos anteriores.
¿Será que una parte del sector ha corrido la misma suerte que el cazador del que daban cuenta los primeros “neoyorquinos” de la historia y debido a su codicia han sido condenados y por tanto transformados en “Wendigos” locales que van intentando “comerse” a un gobierno tras otro en busca de mayores ingresos a la vez que también van alcanzando mayores dimensiones?
¿Será que Juan Domingo Perón decía verdad cuando afirmaba que la economía nunca ha sido libre pues o la controlaba el Estado en beneficio del Pueblo o lo harían los grandes consorcios en perjuicio de éste?
¿Será éste el momento en el cuál a la luz de lo dicho por Perón y las complejidades propias recientemente puestas de manifiesto deba buscar el Gobierno la manera de ingresar al negocio para desempeñar su rol de árbitro en un mar habitado tanto por voraces tiburones (exportadoras) en el que también deben subsistir peces de diversos tamaños (productores) y peces muy pequeñitos (pueblo en general) que necesita del ingreso de divisas para activar una economía que previo a la pandemia se encontraba paralizada y luego ha sufrido los bemoles del escenario pandémico mundial?
Sería bueno, muy oportuno, buenísimo, histórico para el pueblo que la organización colectiva nos permitiera discutir las humanas maneras de acabar con los Wendigos.