El consenso entre el peronismo, radicales y legisladores del PRO para cambiar la ley que condicionaba las reelecciones de intendentes en la provincia supuso una durísima derrota para María Eugenia Vidal.
La ex gobernadora jugó a todo o nada para evitar que haya modificaciones en una ley votada en 2016 y que en definiría seguía habilitando las reelecciones indefinidas.
La semana pasada, cuando legisladores vidalistas vieron que las conversaciones entre oficialismo y oposición ya no eran informales, Vidal apuró un comunicado firmado por nueve diputados y dos senadores con el que buscó exponer esa negociación legislativa.
En los días que siguieron hubo una pulseada muy fuerte en el seno del PRO. Vidal intentó que detrás de su avanzada se sumen otros dirigentes de Cambiemos. La acompañó Elisa Carrió que cuenta con dos legisladores y Martín Lousteau, que tiene un diputado. El resto de la cúpula del PRO le dio la espalda.
También la cúpula del radicalismo jugó fuerte. El flamante presidente del partido nacional, Gerardo Morales, apoyó avanzada de los intendentes. Fue un apoyo a Maximiliano Abad, presidente del Comité Provincia, que fue el responsable de juntar los votos en la Legislatura.
«Ahora sale Santilli y Patricia a rechazar la negociación», decían entusiasmados diputados de Vidal. Nada de eso ocurrió. Patricia hizo público su postura y planteó la necesidad de reformular la ley que debido a su reglamentación permite la reelección indefinida si cada seis años piden una licencia de al menos dos años y un día.
Santilli nunca hizo público su posicionamiento pero por debajo se encolumnó detrás de intendentes del PRO y la UCR. Desde allí trabajó para que las modificaciones de la ley puedan aprobarse. Fue clave para que Martiniano Molina se inclinara en favor de los intendentes.
Para el PRO, los cambios en la ley implicaba además un balance en su ordenamiento político de cara a 2023. Es que mientras el peronismo iba a llegar ordenado producto de un problema en la reglamentación de la ley que permitió que unos 20 intendentes del peronismo pidan licencia por dos años para volver en la próxima elección general, Cambiemos iba a llegar con el desorden propio de una ley que no fue clara.
Desde el PRO consideran que fue la última jugada política de Vidal en la provincia. Fue apostar a todo o nada. Si lograba frenar los cambios en la ley la ex gobernadora se iba a consolidar como un polo de poder en la Legislatura. El peronismo iba a tener que negociar con ella leyes importantes.
Sin embargo, desde su partido sostienen que la imposibilidad de torcer la negociación puede significar que esta haya sido la última incursión en la política bonaerense. Curioso: Vidal dejó la gobernación con un importante capital político en la provincia. Legisladores del PRO e incluso algunos radicales la seguían referenciando como una líder de la coalición. Todo eso quedó dilapidado tras su salto a la política porteña.
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