Diana Mondino anunció ayer en Naciones Unidos (ONU) la decisión geopolítica más disruptiva que asumió Javier Milei desde su llegada a Balcarce 50: en el recinto de la Asamblea General, la canciller reveló que Argentina rechazaba el “Pacto del Futuro”, una iniciativa multilateral con escaso consenso de los países miembros que es la hoja de ruta del foro global para los próximos 25 años.
El Pacto del Futuro es un proyecto ambicioso que se trabajó a nivel mundial en los últimos dos años y que tiene como finalidad establecer compromisos geopolíticos para reformar la arquitectura institucional de la ONU, profundizar los contenidos del acuerdo de cambio climático de París, fijar normas de consenso para garantizar la paz, definir reglas de juego para cerrar asimetrías en el uso de la inteligencia artificial y promover una hoja de ruta para garantizar un escenario crecimiento estable para las nuevas generaciones.
Brasil, México, Irlanda, Rusia, Corea del Norte, Kuwait e Irán tienen objeciones sobre el Pacto del Futuro. Sus normas afectan sus propios intereses geopolíticos, mientras que Estados Unidos, Alemania, Francia y ciertos países del África consideran que esta iniciativa multilateral puede cambiar al mundo en los próximos 25 años.
Milei, en cambio, plantea la “disociación” de la Argentina por una razón ideológica. En este sentido, el Presidente no establece un concepto de interés doméstico como proponen en silencio Lula da Silva o Vladimir Putin, sino que su condena al Pacto del Futuro se vincula a su defensa de la libertad per se y al rechazo de normas globales que pueden significar su limitación por orden del sistema internacional.
El jefe de Estado considera que la ONU es un fósil institucional que exhibe una mirada pro Palestina y muy alejada de las reglas básicas del capitalismo moderno. Asimismo, considera que es posible acordar ciertos consensos básicos de gobernanza global, pero que ello no debe implicar que los países se sometan a normas multilaterales que pueden bloquear su propio desarrollo como Nación.
Desde esta perspectiva, Milei considera que la ONU no puede imponer axiomas futuros, cuando no tiene poder institucional suficiente para lograr la paz en Medio Oriente y en Europa Central. Es más, el presidente cree que hay una contradicción obvia entre la declaración buenas intenciones en el Pacto del Futuro y la constante votación a favor de Palestina, que está dividida en Gaza que controla Hamas y Cisjordania que se encuentra en una situación de anomia política.
La mirada de Milei fue expresada ayer por Mondino, que expuso en el pleno de la ONU con la mayoría de las sillas vacías (hay 193 miembros plenos). Es decir: la canciller se hablaba a sí misma porque había escasos representantes en el gigantesco recinto de las Naciones Unidas.
“En ejercicio de esa libertad, mi país quisiera recordar que Agendas como esta que nos reúne aquí (Pacto del Futuro) están compuestas por aspiraciones jurídicamente no vinculantes y que cada Estado, en el ejercicio de su soberanía, tiene derecho a interpretar y perseguir con autonomía, teniendo en cuenta las diferentes realidades, capacidades y niveles de desarrollo de cada uno y respetando sus políticas y prioridades nacionales”, sostuvo ayer la Canciller en la ONU.
Y añadió: “Muchos de los puntos de este Pacto (del Futuro), con sus anexos, presentan reservas y objeciones o son retardatarios de la nueva agenda de Argentina. Estos documentos se vienen trabajando desde el 2022 con otro gobierno y el actual gobierno argentino se encontró con las negociaciones ya avanzadas. Aun así, propusimos acciones constructivas que no siempre fueron tomadas en cuenta y eso nos lleva a disociarnos. Nuestras reservas y objeciones al Pacto del Futuro no son, sin embargo, un obstáculo para la Argentina porque, por el contrario, queremos tener alas para nuestro crecimiento en libertad”.
Mondino explicitó los ideales del presidente respecto a la libertad y la defensa de la economía de mercado. Pero la geopolítica es un ciencia compleja con muchísimos matices: en su disociación del Pacto del Futuro, Argentina quedó enredada con Rusia, Irán, México y Brasil, en tanto que los socios habituales del gobierno libertario -Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón y Canadá, por caso- se ubicaron al otro lado del tablero.
El mundo es interdependiente, y si sos un país de medianos ingresos con reservas negativas, no hay mucho margen para mezclar las categorías de plegamiento y hostilidad. Al momento de solicitar acuerdos de cooperación -lease créditos blandos o votos en el FMI-, los socios habituales que sufrieron hostilidad exhibirán la factura del Pacto del Futuro.
En latín se llama quid pro quo. En America Latina: toma y daca.
La visita de Javier Milei a El Ohel, la tumba del rebe de Lubavitch
Antes del discurso de Mondino exhibiendo un giro de 180 grados en su agenda multilateral, Milei junto a la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei; Gerardo Werthein, embajador de Argentina en Estados Unidos, y Axel Wahnish, representante del país en Israel, visitaron la tumba del rebe de Lubavitch, rabino Menachem Mendel Schneerson, una personalidad judía con prestigio internacional.
No es la primera vez que Milei viaja a “El Ohel”, y como ocurrió en las otras oportunidades, se lo vio conmovido y muy compenetrado con la religión judía. Fue una visita privada que compartió con rabinos amigos y una parte su comitiva oficial.
Milei visita hoy Wall Street para tocar “la campanita” y describir su programa económico ante inversores y banqueros. Allí estará acompañado de Karina Milei, Werthein, Luis Caputo -ministro de Economía- y Patricia Bullrich, ministra de Seguridad.
A continuación, el jefe de Estado se reunirá con Elon Musk para evaluar inversiones en tecnología e inteligencia artificial. Y a la tarde expondrá en el Consejo de Relaciones Exteriores, un think tank muy influyente en Estados Unidos, para luego refugiarse en su hotel cercano a Times Square.
Se acerca su primera presentación en la ONU y se presume que será disruptivo y crítico del sistema multilateral. Milei utilizará la noche de Manhattan para ajustar su discurso ante la Asamblea General: pretender dar un mensaje global, en un escenario geopolítico atravesado por conflictos en Medio Oriente y Europa Central, y la presión constante de China sobre los espacios económicos y comerciales de Occidente.
FUENTE INFOBAE
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