En menos de dos meses la Argentina define el perfil que tendrá el nuevo gobierno. La elección presidencial concentra la atención de Brasil, por ser el principal socio comercial del Mercosur; de Estados Unidos y China, que consideran al país clave en la disputa geopolítica que libran en los cinco continentes; de los empresarios, que apuestan a un menor intervencionismo estatal que libere las fuerzas productivas; y de 20 millones de personas que están en la pobreza y empiezan a cuestionar la capacidad del sistema para solucionar sus problemas de fondo.
El nombre del futuro presidente saldrá de tres candidatos: Javier Milei, Patricia Bullrich y Sergio Massa. Juntos sumaron alrededor del 85% de los votos en las PASO. Cada uno va desgranando la estrategia con la que afrontará este tramo decisivo. Mientras el líder de La Libertad Avanza quiere aprovechar el aluvión de más de 7 millones de votos para llegar al triunfo en primera vuelta -lo logrará si supera el 40% y le saca diez al segundo-, Bullrich (Juntos por el Cambio) apunta a convencer a quienes no fueron a votar, de que su propuesta de «cambio con responsabilidad» es el camino.
Massa, en su rol de ministro de Economía y candidato del oficialista Unión por la Patria, terminó de definir su estrategia en el camino de regreso de Washington a Buenos Aires, previa escala en Asunción del Paraguay. Tras haber tomado contacto con la cúpula del FMI y con quienes manejan la botonera del financiamiento mundial, Massa y su equipo terminaron de delinear los ejes de la campaña que, esperan, los lleve a una segunda vuelta.
El armado de la estrategia, según pudo saber iProfesional, comenzó con una coincidencia con el polémico líder libertario. Para Massa, Bullrich sería la «segunda marca» de Milei, por lo que parte del electorado en el que se radicalice el ideario liberal, en octubre se terminará inclinando por el candidato de La Libertad Avanza. Pero en el medio -sostienen-, hay mucho camino para recorrer, empezando por la gran cantidad de gente que no fue a votar en las PASO, y quienes eligieron a Horacio Rodríguez Larreta y son peronistas, a los que el ministro candidato espera poder persuadir de darle su voto, si se muestra como un postulante al que el kirchnerismo no podrá llevar de las narices como hizo con Alberto Fernández.
La primera definición estratégica del massismo es que para llegar a la presidencia no quedará otra que disputar un ballotage el 19 de noviembre, ya que ningún candidato podrá llegar a la Presidencia en octubre. Por eso, el gran objetivo será estar en la segunda vuelta. Para eso, Massa considera que debe confrontar con Milei y apostar a la «invisibilidad» de Bullrich. Como ya se estaría demostrando en algunos sondeos, Milei empezó a crecer tras las PASO a costa de la candidata de Juntos por el Cambio. Son los «amigos del campeón» que aparecen ahora más inclinados a votarlo, porque se transformó en una opción posible y, sobre todo, menos vergonzante de cara a la opinión pública.
Por eso, la segunda definición de la campaña massista es empezar a vincular a Milei con un candidato que impulsa una propuesta «inviable», capaz de perjudicar a distintos sectores con sus ideas «radicalizadas».
La campaña de miedo que articulará Massa
La de Massa intentará ser una sofisticada campaña de miedo destinada a espantar a los mayores electores posibles del círculo de potenciales votantes del postulante liberal.
A quienes cobran planes sociales les advertirá que los van a perder; a los pobres, que se olviden de la posibilidad de salir alguna vez de su triste situación si Milei gana; a las pymes, que se acabará el apoyo estatal; y a los empresarios, que el candidato liberal pondrá en riesgo la supervivencia de sus empresas.
El operativo con los dueños de empresas de gran porte arrancó apenas Massa volvió a tocar suelo argentino y se dirigió a la sede de la Cámara de Comercio -a pocos metros de la Rosada- para participar del cierre del encuentro del Consejo de las Américas.
Allí, les advirtió a los empresarios que con las propuestas de Milei correrán el riesgo de quedarse sin sus compañías. Aludió al rechazo que tiene Milei hacia el comercio con el Mercosur y con China.
«Imagínense si el 11 de diciembre vamos a romper el Mercosur y vamos a romper la relación con China… Lo primero que tenemos que saber es que vamos a romper nuestros dos mercados más importantes», advirtió Massa. En medio de esa crítica, se preguntó si van a «dolarizar la Argentina sin dólares de exportaciones. No hay dólares del Fondo, no hay dólares de exportaciones. Mi pregunta es: ¿de dónde van a salir los dólares de la dolarización? ¿De verdad alguien cree que hay fondos de riesgo que firmaron contratos de confidencialidad con un candidato para garantizar la dolarización?», preguntó.
Massa dijo que «rompiendo con Brasil y con el Mercosur, nos quedamos sin 12.000 millones de dólares, además de que no sé cómo van a hacer para llevar adelante la actividad industrial sin importar bienes intermedios de esos países».
«Tomen partido por sus empresas, por lo menos, por sus actividades», les pidió Massa. Y le recordó al sector privado que con él «se pueden pelear, les puede gustar o no un acuerdo de precios, pero no son una solución permanente; son producto de la coyuntura por la imposición del FMI que convive con la Argentina por una deuda que este ministro no tomó ni negoció, sino que está gestionando con la escasez de dólares».
El ministro candidato pareció tomar nota de las fuertes críticas lanzadas por la cámara de empresas norteamericanas en la Argentina (Amcham) y la de alimenticias Copal contra el tope del 5% que se pretende imponer a los aumentos de precios.
Esa pretensión fracasó aún antes de implementarse, ya que la mayoría de los alimentos y bebidas con componentes importados subieron entre 10 y 20 por ciento en la primera semana posterior a la devaluación, mientras que autos, motos y electrodomésticos se dispararon entre 30% y 40% en el caso de la línea blanca, y en el de electrónicos subieron por encima del 40%, según datos de las principales consultoras del mercado de consumo masivo. Adiós acuerdos de precios.
Massa tiene claro el malestar de amplios sectores del empresariado hartos del intervencionismo estatal. Para las compañías extranjeras es cada vez más difícil explicarles a sus casas matrices cómo intenta funcionar la Argentina, en medio de una andanada de regulaciones que hacen casi imposible operar. «Deberíamos tener nuestros esfuerzos concentrados en agrandar mercados y robustecer las ventas. En cambio, lidiamos día a día con el regulador, con un sinnúmero de normas destinadas a hacer crecer la burocracia», masculló el director de Ventas de una alimenticia de primera línea que tiene un portafolio amplio de productos importados, en el marco del encuentro del Consejo de las Américas realizado en el hotel Alvear.
Las quejas empiezan, pero no terminan allí. Importadores vienen alertando sobre la «opacidad creciente» en la Aduana, donde las regulaciones sólo contribuyen con la discrecionalidad de agentes que a veces intentan aprovechar el aluvión de trabas para hacer su «agosto».
Las autoridades vienen tomando conocimiento desde hace meses sobre supuestas irregularidades en los pasos aduaneros, donde llama la atención que algunos operadores tengan muchas menos dificultades que otros para lograr la autorización de ingreso de mercaderías similares.
A esto se suma el desorden que se nota en pasos fronterizos claves: los problemas para traspasar la frontera entre Argentina y Paraguay, entre Posadas y Encarnación, no son nuevos. El caos en el puente aparece de una y otra margen del viaducto, según la época del año o la situación económica a uno y otro lado del río. Esto, sumado a la falta de una estrategia conjunta entre los gobiernos de ambos países, que los gobiernos de Misiones e Itapúa no tienen herramientas para resolver. Migración y Aduana funcionan allí más como tapones que para agilizar el comercio.
Previo, a su arribo a Buenos Aires, Massa visitó al presidente del Paraguay, Santiago Peña, en el marco de las conversaciones para solucionar una deuda pendiente que la Argentina tiene con Paraguay por Yacyretá. También trataron temas vinculados a a la Hidrovía y el Puente Binacional.
Le contó que el acuerdo con el FMI logró el propósito de tener herramientas para mantener bajo control la economía hasta octubre. En Economía sostienen que la batería de medidas que comenzarán a anunciarse en las próximas horas empezarán a modificar el clima político. Su campaña tendrá como uno de los ejes el «resolver problemas» aunque admiten que hasta ahora se la pasó «tapando agujeros».
De acuerdo con los últimos sondeos, el oficialismo mejora su chance electoral, pero en perjuicio de Bullrich. Admiten que Milei ha crecido en intención de voto, en parte, por el efecto de arrastre del candidato ganador.
Ven difícil que Bullrich pueda repuntar dado que, según los sondeos para el oficialismo, un porcentaje del electorado que eligió a Rodríguez Larreta podría optar por Massa. Tal vez por eso el jefe de Gobierno prometió, en el marco del encuentro del Consejo de las Américas, que hará todo lo que esté a su alcance para que Bullrich sea presidenta, lo que arrancó un aplauso de los empresarios presentes.
La apuesta de Massa será «mejorar los ingresos de la población» pero, como admiten en su mesa chica, no está fácil». El ministro candidato corre de atrás, pero apuesta a que, cuando se cruce el disco, pueda ser el ganador, a lo Irineo Leguisamo.
Fuente: IPROFESIONAL
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