Carlos Melconian no dio detalles del programa que implementaría como ministro de Economía en caso de que Patricia Bullrich llegue a la Casa Rosada en diciembre. Más bien, utilizó el acto de lanzamiento como vocero económico de la candidata para dar una idea bien general de su plan. Y asegurar que «no estamos frente a un salto al vacío» que significaría la dolarización que pregona Javier Milei como candidato de La Libertad Avanza.
Hay que ir al último informe que la consultora MacroView distribuyó entre sus clientes para tener una idea más cabal del pensamiento de Melconian.
En una línea similar a lo que planteó Domingo Cavallo antes del fin de semana, también Melconian plantea que una salida «apresurada» del cepo podría tener derivaciones negativas e impensadas. Habla directamente de un riesgo.
En su blog personal, Cavallo enfatizó que «para conseguir el éxito, el Plan de Estabilización no debe comenzar con un fuerte salto cambiario«.
Argumenta, directamente, que sin una planificación consistente, el actual escenario económico -de alta inflación y brecha cambiaria superior al 100%- podría disparar una «espiral cambiaria e inflacionaria muy virulenta».
Al planteo de un esquema que no sea disruptivo en lo inmediato, Melconian agrega que la actual cotización del dólar «libre», bien arriba de los $700, luce «cara» mientras que el dólar oficial de $350 no está «groseramente atrasado».
Dólar e inflación acelerada: ¿1989 puede ocurrir en 2023?
La sugerencia del economista dice así: «Tanto con una unificación cambiaria ‘apresurada / improvisada’ como con una dolarización fallida o desordenada, habría alta chance de que el dólar libre (hoy caro en 700 y pico) termine ‘succionando’ al oficial (hoy no groseramente atrasado en 350) y a la tasa de inflación (hoy en dos dígitos bajos post – salto devaluatorio). Se pasaría abruptamente de un escenario de mucha oferta de pesos a otro de muy poca demanda de pesos. Dispararía una espiral cambiaria – inflacionaria muy virulenta«.
Para confrontar esa postura con los hechos históricos, en el último informe de MacroView pusieron dos ejemplos más o menos cercanos. Ahí se mencionan «dos experimentos de unificación cambiaria improvisada, en medio de altísima inestabilidad macroeconómica». Ambos, en el año 1989 tras el fracaso del Plan Primavera de 1987: uno en abril y otro en diciembre, previo al plan Bonex.
Bajo la idea de que una decisión apurada podría derivar en un descontrol total, Melconian recordó que «en la liberalización cambiaria post – Primavera, el dólar libre explotó de 15 australes en febrero y 40 en marzo a 650 en julio. Esta escalada arrastró al dólar oficial y a la inflación».
«La inflación se duplicó mes a mes: 10% mensual en febrero, 17% en marzo, 33% en abril, 78% en mayo, 114% en junio y 196% mensual en julio. Fue la hiperinflación de Alfonsín, acelerada por las ‘patillas’ de Menem».
En el otro hecho histórico recordado en el último informe de MacroView, el de diciembre de 1989, ya con Menem como Presidente, sucedió otra vez con el descontrol total:
«El dólar libre explotó de 880 australes en noviembre a casi 5.000 en marzo 1990. Esto arrastró al dólar oficial y a la inflación. El dólar oficial saltó de 650 australes en noviembre a casi 5.000 en marzo. Y la inflación se disparó de 6,5% mensual en noviembre a 40% en diciembre, 79% en enero 1990, 61% en febrero y 95% mensual en marzo. Fue la hiperinflación de Menem, con el plan Bonex en el medio».
Dólar e inflación acelerada: ¿1989 puede ocurrir en 2023?
La sugerencia del economista dice así: «Tanto con una unificación cambiaria ‘apresurada / improvisada’ como con una dolarización fallida o desordenada, habría alta chance de que el dólar libre (hoy caro en 700 y pico) termine ‘succionando’ al oficial (hoy no groseramente atrasado en 350) y a la tasa de inflación (hoy en dos dígitos bajos post – salto devaluatorio). Se pasaría abruptamente de un escenario de mucha oferta de pesos a otro de muy poca demanda de pesos. Dispararía una espiral cambiaria – inflacionaria muy virulenta«.
Para confrontar esa postura con los hechos históricos, en el último informe de MacroView pusieron dos ejemplos más o menos cercanos. Ahí se mencionan «dos experimentos de unificación cambiaria improvisada, en medio de altísima inestabilidad macroeconómica». Ambos, en el año 1989 tras el fracaso del Plan Primavera de 1987: uno en abril y otro en diciembre, previo al plan Bonex.
Bajo la idea de que una decisión apurada podría derivar en un descontrol total, Melconian recordó que «en la liberalización cambiaria post – Primavera, el dólar libre explotó de 15 australes en febrero y 40 en marzo a 650 en julio. Esta escalada arrastró al dólar oficial y a la inflación».
«La inflación se duplicó mes a mes: 10% mensual en febrero, 17% en marzo, 33% en abril, 78% en mayo, 114% en junio y 196% mensual en julio. Fue la hiperinflación de Alfonsín, acelerada por las ‘patillas’ de Menem».
En el otro hecho histórico recordado en el último informe de MacroView, el de diciembre de 1989, ya con Menem como Presidente, sucedió otra vez con el descontrol total:
«El dólar libre explotó de 880 australes en noviembre a casi 5.000 en marzo 1990. Esto arrastró al dólar oficial y a la inflación. El dólar oficial saltó de 650 australes en noviembre a casi 5.000 en marzo. Y la inflación se disparó de 6,5% mensual en noviembre a 40% en diciembre, 79% en enero 1990, 61% en febrero y 95% mensual en marzo. Fue la hiperinflación de Menem, con el plan Bonex en el medio».
Por ahora, se sabe mucho de sus advertencias y poco de su estrategia. Se vienen, en ese sentido, semanas decisivas.
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