Una iniciativa muy interesante por la densidad política que sugiere fue presentada por los disputados nacionales Cristian Ritondo y Emiliano Yacobbiti. El jefe de la bancada del PRO y el líder del radicalismo porteño propusieron que el presidente de la Corte Suprema sea elegido no por el voto de sus pares sino por el simple expediente de nombrar al juez más antiguo en el cargo.
La norma propuesta -ver documento adjunto- agrega que durará tres años en el cargo y luego lo cederá al más antiguo en orden precedente y así sucesivamente hasta agotar los cinco miembros.
Lo interesante es que la iniciativa contó con el visto bueno del máximo nivel de decisión del kirchnerismo y es presumible que de Horacio Rodríguez Larreta, se supone jefe político de ambos diputados. Lo que sugiere un nivel de acuerdo interesante en la política argentina, sobre un tema tan sensible como puede ser la justicia. Del lawfare a este tipo de entendimientos -aunque no prosperen- hay un trecho importante.
La iniciativa fue leída como un traje a medida de Ricardo Lorenzetti, quien supuestamente regresaría a la presidencia de la Corte porque Elena Highton de Nolasco y Carlos Maqueda, que ingresaron previamente, renunciarían a ocupar la presidencia. Un cálculo un poco temerario en el caso de la aguerrida Highton.
La iniciativa fue leída como un traje a medida de Ricardo Lorenzetti, quien supuestamente regresaría a la presidencia de la Corte porque Elena Highton de Nolasco y Carlos Maqueda, que ingresaron previamente, renunciarían a ocupar la presidencia. Un cálculo un poco temerario en el caso de la aguerrida Highton que se aferra al cargo en base a un amparo y cuenta con el empuje tenaz de su hija Elenita.
Como sea, la jugada muestra algún punto de desesperación del sistema de poder que alimenta las ambiciones de Lorenzetti, ya que apelar a otro poder para que le resuelva lo que no puede conseguir entre sus pares, adolece además de evidentes problemas constitucionales de una falta de elegancia poco frecuente en ese nivel de la Justicia.
Lorenzetti por algún motivo es visto por importantes sectores del oficialismo, como una garantía para domar los procesos judiciales que inquietan al poder.
Esta lectura que propone que controlando al presidente de la Corte Suprema se controlan las causas es por lo menos simplista. La Corte es un órgano colegiado donde cada juez vale un voto. Por tratarse de un órgano de cinco miembros lo que define la suerte de las causas que le toca resolver es una mayoría de tres. O sea que el objetivo en todo caso para el poder debería ser construir esa mayoría, un evento que no se resuelve implantando al Presidente desde el Congreso.
La lectura que propone que controlando al presidente de la Corte Suprema se controlan las causas es por lo menos simplista. La Corte es un órgano colegiado donde cada juez vale un voto. Por tratarse de un órgano de cinco miembros lo que define la suerte de las causas que le toca resolver es una mayoría de tres.
Más bien, si prosperara la maniobra lo más probable, afirmaron a LPO fuentes judiciales, es que los recelos de los otros integrantes de la Corte hacia Lorenzetti, que los llevaron a no renovarle la presidencia, se agraven.
De hecho, si algún criterio genera hoy una mayoría en la Corte, no es la supuesta afiliación política de sus miembros, sino el rechazo a Lorenzetti, a quien no en vano en sus épocas de presidente del máximo tribunal, llamaban «El emperador».
Como sea, el proyecto por ahora no se puede tratar porque Diputados no logra darse un protocolo para sesionar. Habrá que ver si de acá a Octubre cuando vence el mandato del actual presidente de la Corte, Carlos Rosenkrantz, logran sancionarlo.
Fuente LPO
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