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Peligro, Argentina sin pediatras

Por Guillermo Lipis
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Bajos salarios, pluriempleo, violencia en los consultorios, la revalorización del tiempo libre de los médicos jóvenes y la falta de un ejercicio profesional que tienda a una “pediatría social” produjeron una vacancia del 50% en las residencias de esta especialidad. Está en riesgo la salud de niñas y niños.

¿Quién cuidará a nuestros pibes? Es una pregunta que desvela a la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) advierten que existen condiciones de trabajo inaceptables para los profesionales médicos: “Inestabilidad laboral, falta de estímulo para el crecimiento, violencia en consultorios, necesidad de pluriempleo, bajos salarios, diferencias regionales respecto a la paga y el trato hacia los profesionales pediátricos”.

Argentina atraviesa un problema que ocurre en muchas partes del mundo en materia de cuidado de la salud, pero las particularidades locales exponen un dato preocupante.  Edgardo Flamenco, secretario del Comité Nacional de Ejercicio Profesional de la Sociedad Argentina de Pediatría afirma a Y ahora qué? que “en Argentina tenemos casi un 50% de las residencias vacías. Incluso, en algunos años (de la cursada) ya no hay pediatras”.

Un problema global con particularidades argentas

Para Rubén Torres, presidente y director de Políticas Sanitarias y Salud Pública de IPEGSA (Instituto de Política, Economía y Gestión en Salud) y consultor en políticas y sistemas de salud de las organizaciones Panamericana y Mundial de la Salud“el problema de la salida de médicos de Argentina, así como la falta de aplicación en algunas residencias médicas entre las cuales está la pediatría es un problema que se arrastra desde hace muchos años”. 

Desde IPEGSA realizaron durante 2017 -para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)- un trabajo donde analizaron los salarios/hora medidos en dólares y la paridad de poder de compra para realizar una comparación en diez países de América latina.

“Cotejamos los salarios de médicos y enfermeras que trabajan en salas de atención primaria, y verificamos que Argentina está entre los diez países de América Latina que menos pagan a paridad de poder de compra”, explica Torres a Y ahora qué?. “Este dato justifica la migración de los médicos argentinos hacia otros países vecinos, básicamente Chile”, señala.

Otro dato que aportó es sobre una encuesta hecha en México de la que surge que el promedio de horas de trabajo de los médicos es de 46 horas semanales, en la que también se destaca el pluriempleo. Y como frutilla del postre, desde un análisis económico, Torres destaca “el lugar en que pone la Argentina el valor del trabajo de los médicos” en el sector público: “El salario promedio de un diputado en Argentina es 3.5 veces mayor que el de un médico promedio. Y el de un senador es 11 veces mayor”, detalló.

–¿Hay un comparativo de este dato en otros países?

–En Brasil, la diferencia es de unas 7 veces; en Chile, 1.6; en Uruguay, 1.9 y en España 2.2 veces mayor.

El fin del espíritu heroico

El cambio de época también llegó a la medicina, y con ello “el fin del espíritu heroico”, advierte a Y ahora qué? María Inés Pereyra, ex coordinadora del Comité de Gestión de Derechos del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. “Desde hace un tiempo se nota que no hay competencia por entrar a los hospitales más jerarquizados en Pediatría. No se llenan los cargos”, explica.

–¿A qué lo adjudica?

Por un lado, a la baja remuneración de los profesionales jóvenes que ahora no están dispuestos a trabajar si no tienen una retribución acorde. Como que perdieron el espíritu heroico que teníamos los viejos. Pero, además, hay una pérdida de la utopía con el devenir de este tipo de sociedad capitalista. Por otro lado, la situación social es muy dramática, sobre todo en atención de niñeces y adolescencias cuyas familias están atravesadas por problemas sociales gravísimos. Pueden ser familias muy rotas y, en pediatría, es imposible deslindar esta situación de la atención de las infancias.

¿Qué otros factores influyen en la atención?

–La precariedad en sentido emocional, en el cuidado. La precariedad socioeconómica hace que haya niños que concurren a la consulta por causas sociales porque la salud tiene una consideración integral, y si el niño no está bien en algún aspecto, refleja una patología social. Por eso hay que modificar la forma de encarar la atención y ver cómo pararse desde una perspectiva diferente en salud. Lo concreto es que los nuevos profesionales entran con el ímpetu de manejar estrictamente causas médicas, cómo entender los electrolitos, la deshidratación o los antibióticos, pero no deben escindirse de lo social que afecta enormemente el estado de los pibes. Y eso afecta enormemente a los jóvenes profesionales, al punto que los va minando y en algunos casos abandonan la residencia.

–¿Y qué hacen? ¿Se dedican a otra cosa?

–Sí, o hacen guardias en otra especialidad.

Una larga película

El secretario del Comité Nacional de Ejercicio Profesional de la Sociedad Argentina de Pediatría, Edgardo Flamenco, coincide con el diagnóstico de Pereyra y agrega que la situación no es de estos últimos años. “La crisis que vivimos es una película muy larga en la Pediatría. Ahora estamos viendo sólo un capítulo porque las nuevas generaciones exteriorizan mucho más el descontento”, sostiene. Y agrega: “Hace unos 15 o 20 años que los pediatras empezaron a estar muy disconformes con el ejercicio de su profesión, fundamentalmente en los lugares de formación como hospitales, y coincidió con la profundización del modelo que nos colocó como proveedores de servicios que nos obligó al pluriempleo”.

–¿Qué significa ese pluriempleo para un pediatra?

–Más guardias y más consultorios para compensar los bajos salarios, pero también más jefes y muchas formas diferentes de organización que, en conjunto, producen tremendos desgastes. Nuestra profesión permite esa posibilidad del pluriempleo, pero entre el año 2000 y 2004, en la pandemia de Gripe A, se produjo un primer quiebre. Y el segundo fue con la pandemia de coronavirus. Con las nuevas generaciones ya vimos médicos cortando calles, quemando cubiertas, organizando movilizaciones y exponiendo cierto agotamiento de la medicina. Los residentes promovieron sus reclamos y el sistema les dio cierto crédito incrementando sus honorarios o con un mayor descanso por guardias. La Pediatría requiere pluriempleo porque se paga mal, porque los profesionales se cansan y los alumnos ya no la están eligiendo.

–¿Qué características tiene la Pediatría en relación a otras especialidades que hace que no sea elegida para ejercerla?

–Tengo que remontarme a la medicina de post Segunda Guerra Mundial, cuando se dieron cuenta de la importancia del capital humano para recomponer un mundo destrozado. La gente no podía estar enferma para reconstruir el mundo, así que se produjo una modernización de la medicina con nuevos tratamientos y tipos de rehabilitaciones. Así es que aparecieron dos caminos para su ejercicio: El de la aparatología y los laboratorios y el médico que curaba con estetoscopio y bajalengua, como los generalistas, los pediatras y los clínicos. Los primeros (cirujanos, especialistas, cardiólogos, anestesistas, traumatólogos, etc.) ejercieron una medicina más cara y redituable. Con este criterio de lo redituable, más las condiciones sociales, en Argentina tenemos casi un 50% de las residencias pediátricas vacías.

–Desde la SAP ya advierten que hay una crisis potencial en la atención pediátrica si esto no se resuelve.

–Lo venimos anunciando. Ocurre que donde aún hay una cantidad importante de profesionales, como en CABA, no se está percibiendo la falta de pediatras pero en algunas provincias es común encontrar el cartel que dice “No hay Pediatría”. Y, por otro lado, la reducción en la tasa de natalidad ayuda a ralentizar el problema.

¿Hay contacto entre la SAP y la gente del Ministerio de Salud de la Nación por esta problemática?

–Si bien se han hecho algunas reuniones, fueron parciales. Nunca se hizo una mesa con todos los integrantes para buscar soluciones. 

Por una Pediatría social

Por si fuera poco, Mario Rovere le agrega más complejidad al asunto. El director de la Escuela de Gobierno en Salud de la Provincia de Buenos Aires adhiere una polémica necesaria al actual ejercicio de la Pediatría: “Esto puede ser polémico, pero podríamos decir que la Pediatría histórica era muy eugenésica, como si fuera buscando el mejoramiento y la uniformidad de una especie de niño estandarizado”. “Hoy, sin embargo, trabajamos mucho por la defensa de la vida y nos encontramos con una diversidad que ya no es el crecimiento y desarrollo uniforme, sino que tiene que ver también, por ejemplo, con el reconocimiento de identidades sexuales alternativas y el impacto sobre la estructura de quienes cuidan a los niños”, explica a Y ahora qué?.

–La Pediatría que yo conocí –agrega Rovere–  empezó siendo la de papá, mamá y tres o cuatro hermanitos. Hoy tenemos familias ensambladas, familias monoparentales, padres del mismo sexo. En fin, es diverso y complejo, y se ha vuelto algo que requiere una pediatría no eugenésica. No buscamos la perfección sino la mejor calidad de vida posible y potencial para cada persona.

–Pero para realizar ese tipo de abordaje también es necesario tener una cantidad suficiente de profesionales.

–Para nosotros la escasez ha sido un fenómeno transitorio porque en la Provincia de Buenos Aires generamos una batería de estímulos para especialidades prioritarias. Luego de un bajón, que se inició con la pandemia de coronavirus, en el 2024 recuperamos profesionales, y en este 2025 prácticamente se cubren todas las residencias pediátricas.

–¿Cómo lo lograron?

–Creando un sistema de priorización en siete especialidades, con un salario un poco mayor y garantizando el ingreso a la planta profesional del Estado. Durante la pandemia (de coronavirus) hubo una caída fuerte de la priorización de la Pediatría que generó un arrinconamiento de la especialización porque el foco estuvo puesto en las personas mayores y en pacientes con enfermedades crónicas. Me parece que la última crisis de la especialidad se debió a eso, pero se está recuperando.

–Desde la SAP nos dicen que persiste la crisis, y que también está relacionada con la forma en la cual hace falta mirar la atención pediátrica, que ya no es solo desde la medicina, sino que tiene que ver con el ámbito social de las niñeces y la forma en la que se relacionan con su hábitat.

–Es así. La única especialidad que recuerdo que se adjetiva como social es la Pediatría. O sea, una Pediatría social. Nadie habla de Cirugía social o Traumatología social, por ejemplo. La Pediatría siempre tuvo que ver con una lectura de las condiciones ambientales. Ahora la infancia, por decirlo de alguna manera, se construye socialmente, y cada época tiene una forma de crianza muy particular. 

–¿Qué futuro visualiza en la Pediatría y la atención infantil en el mediano y corto plazo?

–La Pediatría no debe cruzarse de brazos esperando a ver qué pasa sino que tiene que hacer que ciertas cosas ocurran. Quienes dedicamos nuestra vida a atender a los niños tenemos que relacionarnos con jueces de familia, trabajadores sociales, maestras jardineras. Con un espectro grande de profesionales y organizarnos como defensores de la Declaración de los Derechos del Niño. La Convención de los Derechos del Niño es una agenda, y los niños no pueden salir a cortar las rutas, así que tenemos que tener un rol y una representación para tener una voz activa. 

–Una voz en representación de las infancias.

–Sí. ¿Quién está preocupado hoy por las nuevas generaciones? Si tenemos negacionismo climático, si se desprecian los objetivos de Desarrollo Sustentable. Estamos conviviendo con la generación de adultos más egoísta de la historia. Ahí incluyo la despreocupación por los niños, que es algo muy llamativo y puede llegar a quemar todos los recursos para el propio beneficio del país.

–Si tuviera enfrente suyo a un interlocutor del Estado nacional, ¿qué le reclamaría para mejorar el ejercicio de la Pediatría?

–Trataría de acordar una reivindicación corporativa alineada con un objetivo social. El problema es que lo que está devaluada es la infancia, no la Pediatría. Entonces, si la Pediatría no sale a defender los derechos del niño, a defender los derechos de las futuras generaciones, por lo único que -como profesionales- estaríamos discutiendo es por lograr una mayor rentabilidad y un mejor salario. Es vital entender que una sociedad que no presta atención a las nuevas generaciones está quemando su futuro. Y la Pediatría y sus nuevos profesionales tienen un rol que cumplir ahí. Pero ni solos ni aislados.

Fuente yahoraque.com