Según declara un artículo de la revista científica Nature, «el mundo necesita de 11 mil millones de dosis de vacuna contra el coronavirus para inmunizar al 70% de la población mundial, asumiendo dos dosis por persona».
Y aunque hasta el mes pasado se habían confirmado pedidos de 8.600 millones de dosis, 6.000 millones de estas se destinarán a países de ingresos altos y medianos altos.
En otras palabras, las naciones más pobres, que representan el 80% de la población mundial, hasta ahora tienen acceso a menos de un tercio de las vacunas disponibles.
Aún más grave, los investigadores pronostican que, a menos que la fabricación y distribución de vacunas se pueda realizar de manera más uniforme, pasarán al menos otros dos años antes de que se vacune a una proporción significativa de personas en los países de ingresos más bajos.
Los medicamentos y otras invenciones están cubiertos por patentes que brindan protección legal contra la copia, y las vacunas no son una excepción. Pero en este contexto de desigualdad, alrededor de 100 países, liderados por India y Sudáfrica, están pidiendo a los miembros de la Organización Mundial del Comercio el levantamiento global de las protecciones de patentes para las vacunas contra el covid-19 a fin de acelerar la producción y distribución en el mundo.
A esta campaña a favor de una exención temporal de patentes se la conoce como People’s Vaccine y está respaldada por organizaciones no gubernamentales, así como por la agencia de las Naciones Unidas contra el VIH / SIDA, ONUSIDA.
Por un lado, implicaría contribuir a acelerar el fin de la pandemia; y por otro, enviaría un poderoso mensaje de los países más ricos y las compañías farmacéuticas de que están dispuestos a renunciar a algunas ganancias por un bien mayor (esto considerando que, de todas maneras, muchas empresas ya se beneficiaron de miles de millones de dólares en financiación pública, tanto a través de la investigación y el desarrollo como de acuerdos de compra anticipada).
«Nuestra mejor oportunidad de mantenernos seguros es que la vacuna esté disponible para todos como un bien global común. Esto solo será posible con una transformación en la forma en que se producen y distribuyen las vacunas: las corporaciones farmacéuticas deben permitir que las vacunas COVID-19 se produzcan lo más ampliamente posible al compartir su conocimiento sin patentes», exigen en la web.
«En cambio, están protegiendo sus monopolios y poniendo barreras para restringir la producción y hacer subir los precios, dejándonos a todos en peligro. Ninguna empresa puede producir lo suficiente para todo el mundo. Mientras las soluciones de vacunas se mantengan bajo llave, no habrá suficiente para todos. Necesitamos una vacuna popular, no una vacuna lucrativa«.
El argumento del otro lado, sin embargo, por parte de las naciones más ricas y las industrias farmacéuticas, es que esto no necesariamente acelerará la fabricación o el suministro ya que el mundo no cuenta con tal capacidad de fabricación.
«Incluso si las patentes no se mantuvieran, asegurar todos los componentes de la vacuna, crear fábricas, capacitar a las personas y aprobar las leyes pertinentes, todo lo esencial para la entrega de la vacuna, podría llevar más de un año», señalan.
Por el momento, un factor que podría influir en un cambio de política es que el gobierno de Estados Unidos, con Joe Biden como mandatario que se manifestó a favor de un levantamiento temporal de las mismas.
«El hecho de que la actual administración estadounidense esté considerando ahora los méritos de una exención de propiedad intelectual es importante, y otros países deberían hacer lo mismo. Puede que no sea la mejor o la única forma de expandir rápidamente el suministro de vacunas, pero representa un principio importante. Hay momentos en que la competencia ayuda a la investigación y la innovación; también hay ocasiones en las que es necesario apartarlo por un bien mayor», finalizan.
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