Mujer comprometida con la Revolución y la guerra contra los realistas en la región del Alto Perú, la figura de Juana Azurduy es interesante por muchas razones. No sólo porque ella representó la lucha armada de la población indígena y mestiza alto-peruana agobiada por siglos de expoliación colonial, sino también porque fue una mujer que se involucró en la causa independentista y tomó las armas contra los realistas en una sociedad que vedaba el acceso de las mujeres a la vida política. Pues en el corazón de Juana latían los ecos de las rebeliones andinas, que sacudieron al Virreinato del Perú a fines del siglo XVIII.
Ella nació el 12 de julio de 1780, en Chuquisaca (actual ciudad de Sucre), un año antes del inicio de la revuelta protagonizada por Tupac Amarú II que conmovió a toda la región y fue brutalmente reprimida por las autoridades españolas. Juana era hija de doña Eulalia Bermúdez, una “chola” (mestiza, hija de padre español y madre india) y de don Matías Azurduy, un hombre blanco que poseía haciendas en la región. Desde niña acompañaba a su padre en las labores rurales junto a los indígenas que trabajan sus tierras. De esta forma aprendió a ser una excelente jinete y dominó las lenguas quechua y aymara, habilidades que resultarían muy importantes en su futuro como guerrillera revolucionaria.
En dialogo con «Nada que ver», el licenciado Esteban Brizuela, hablo sobre la figura de esta heroína popular en el Dia Internacional de la Mujer.
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