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[Audio] Presentaron el Indicador Familiar de Acceso a la Alimentación

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El Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana presentó los resultados del Indicador Familiar de Acceso a la Alimentación, se trata de un proceso de Investigación Acción Participativa realizado en los centros urbanos de 22 provincias que permitió construir información estadística sobre las posibilidades y características del acceso a los alimentos que tienen las familias que viven en barrios populares.

El relevamiento se llevó a cabo en barrios con alta vulnerabilidad socio-sanitaria-ambiental, durante los meses de Septiembre–Octubre del año 2020. En donde se entrevistaron a referentes de hogares que presentaban dos condiciones: tener niñes/jóvenes de hasta 18 años de edad y el 50% de las familias debían ser titulares de Tarjeta Alimentar.

Quienes respondieron casi universalmente fueron mujeres, en consonancia con la premisa de ser responsables de la alimentación de los hogares. La muestra resultante es mayoritariamente joven: dos tercios de las encuestadas son menores de 35 años. Entre quienes tienen la T.A., esta proporción se incrementa: casi 8 de cada 10 respondientes son
menores de 35 años. En la provincia, el promedio de personas en el hogar (5,53) es mayor a la que se registra en el total país en la población de hogares vulnerables con un valor de (4,96).

En lo respectivo a los ingresos declarados 2/3 de los hogares se ubican en condiciones de indigencia (obtienen menos de $20.000 mensuales para su manutención). También se observó que la pandemia ha contribuido al empobrecimiento de estos sectores ya que el 40% de los hogares vieron reducidos sus ingresos desde el comienzo de la cuarentena.

El 81% que declara trabajar, seguramente lo hace en condiciones de alta informalidad. Y en el 63% de los hogares hay algún titular de Programas de Empleo, esto lo ubica por encima del promedio nacional que es de un 40%.

El 86% declara ser propietario de su vivienda, aunque se conoce que la tenencia de esas propiedades suele ser imperfecta. Este indicador se encuentra por encima de la media nacional (72%). Y solo un 14% de respondentes declara formas más precarias de tenencia: fundamentalmente prestada/cedida o alquilada.

Estas viviendas están asentadas en barrios con alta carencia de servicios de red: solo marginalmente se tiene acceso a cloacas, agua de red y gas, al mismo tiempo. Aunque la provisión de agua por red es extendida (alcanza a más de 9 de cada 10 hogares) la precariedad de esa prestación queda en evidencia por la necesidad de compra de agua en 8 de cada 10 hogares. Se mencionan también diversos sistemas de asistencia para este servicio a cargo de las Municipalidades, de camiones cisterna; bombas de chorrillo; canillas comunitarias; sistemas compartidos con vecinos, familiares; etc.
El gas natural solo llega al 11% de hogares, mientras la mayoría (80%) utiliza como fuente de cocción garrafas (con las dificultades de provisión y el precio que este sistema acarrea). Un 30% de los hogares se declara algún sistema cloacal, proporción algo menor que la del promedio del país (47%).

El 71% de los hogares que reciben T.A alcanzan a cubrir hasta dos semanas del mes sus necesidades de alimentación.

De esta manera la T. A. ha logrado una mejora en las condiciones de acceso a la alimentación de los hogares que la poseen. No obstante, las carencias/dificultades continúan afectando a la totalidad de los segmentos pobres. En cantidad el 50% de los hogares que cuentan con la T. A. logran comprar más actualmente, mientras que el 64% de los que no cuentan con la tarjeta han perdido la capacidad de compra. En cuanto a la calidad, el 81% de los hogares que cuentan con la T. A. pudieron mantener o mejorar la calidad de los alimentos que consumen, casi la mitad de los hogares que no cuentan con la misma consume alimentos de menor calidad. En categorías de productos: la mayoría de los hogares tuvieron que reducir consumos de carne, frutas, verduras y lácteos. Estos valores se acentúan entre los que no poseen la tarjeta. Las reducciones más importantes se localizan entres carnes y lácteos.

En cuanto a calidad de comidas diarias se observa que la cena es la comida menos cubierta en estos hogares: entre un 15 y 25% de las familias no la realizan. En el 83% de los hogares con T.A y el 67% de los hogares sin T.A, se cumple con la premisa de realizar 4 comidas diarias para garantizar una buena alimentación. En este indicador el porcentaje que presenta Santiago del Estero es más positivo que el que se obtiene en el promedio nacional (55%).

Consumo de lácteos en niñes: la mayor parte de niñes de todos los hogares (con y sin T.A) consumen lácteos en menor proporción que las recomendadas para una alimentación saludable (3 porciones al día). Esta carencia alcanza al 61% de los hogares con T.A y un 71% s in T.A. En 1 de cada 10 no se incluyen lácteos en el consumo infantil.

Las normas alimentarias recomiendan un consumo de 5 porciones diarias de frutas y verduras. Estos parámetros no alcanzan a ser cubiertos en los hogares de las poblaciones vulnerables. Entre el 96% y 97% de los hogares, el consumo de verduras y frutas no sobrepasa las 2 porciones y en más del 40% de ellos no se consumen diariamente.

Si se considera en consumo combinado de huevos, pollo y carnes rojas (de vaca o cerdo) en la ingesta semanal, se alcanzarían los valores recomendados para una buena cobertura proteica. En estos productos no se observan diferencias de consumo entre hogares con y sin T.A.
Se observa que el pollo es el producto de consumo más extendido: en el 58% de los hogares están presentes 4 o más veces por semana.

Entre 6 y 8 de cada 10 hogares consumen huevos y carne como mínimo 1 vez por semana. Las partes de pollo y los cortes de carne consumidos preferentemente económicos: Alitas, pollo entero y patas; Carne picada y milanesa. El pescado es muy poco frecuente: en 7 de cada 10 hogares, no es consumido.

El pan, los fideos y el arroz son consumos universales en estos hogares, todos con altas frecuencias semanales, en particular el pan. Entre las harinas, la polenta es menor habitual en cantidad de consumidores y en frecuencia.

Las legumbres, recomendadas en las guías alimentarias, no integran el set de alimentos consumidos: los porotos y los garbanzos no forman parte de la alimentación en 9 de cada 10 hogares. Las lentejas, claramente la legumbre con mejor desempeño, es consumida semanalmente en 4 de cada 10 hogares.

En 53% de los hogares se declara recibir asistencia alimentaria, aunque la prestación se revela más baja que el promedio nacional (64%).

En 4 de cada 10 hogares no accedieron a comprar todos los productos de limpieza que necesitan, fundamentalmente porque no les alcanzó el dinero y/o tuvieron que privilegiar la compra de alimentos.

En el contexto de la pandemia manifestaron haber cambiado fuertemente su hábito de consumo de productos limpieza, el 88% consume mucho más que antes. También advierten que este esfuerzo no ha sido acompañado por programas de asistencia y que solo marginalmente se han recibido productos en forma gratuita.

En dialogo con «Nada que ver», Alejandra Monjes Rosales, titular de ISEPCI en Santiago del Estero, hablo sobre este indicador: