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Claudio Martínez: “El Gobierno odia a los científicos porque detesta la verdad”

Por Martín Granovsky
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Dice Claudio Martínez, periodista, productor y divulgador en redes sociales, que “va prendiendo la idea de que la ciencia no es el problema, sino que es la solución”. El autor de videos que hoy se viralizan por cientos de miles en X e Instagram analiza las movilizaciones en todo el país. Y afirma que Milei y su equipo van más allá de entreguismo: “Desprecian el país que están gobernando”.

Desde hace un año, todos los sábados de 15 a 17, Claudio Martínez hace por Radio Provincia “Laboratorio de Ideas” junto con Diego Hurtado, Emmanuel Jaffrot, Nicolás Retamar, Nacho Martínez Gerber y Diego Tomasi. Periodista, exdirector de la TV Pública, hoy productor general del programa QR, Martínez ya convirtió en una marca de fábrica sus anteojos de marco rojo en Instagram y X. Detrás de ellos, este flaco movedizo lleva viralizados cincuenta videos dedicados a la ciencia y a la divulgación científica. Con cientos de miles de visualizaciones, una parte de los videos tiene un destinatario con nombre y apellido. En lugar de insultarlo o bajar línea, Claudio le discute al Presidente desmontándole mitos con las cuatro armas imbatibles del periodismo: gancho, rigor, síntesis y datos. 

–Siento que estos videos para redes hoy son el medio ideal y posible para llevar este mensaje de defensa de la ciencia –dice, pero también alerta sobre la necesidad de poner inteligencia humana al desarrollo para que la ola de la inteligencia artificial no nos lleve puestos.

–¿Cuál fue la novedad social de la movilización del miércoles 28 de mayo, que en CABA fue en el Polo Científico?

–Hay varias cosas que pasaron esta vez y que no habían pasado antes. La convocatoria fue más amplia, no sólo incluyó a la gente del CONICET, sino que estuvieron buena parte de los institutos, empresas y organismos científicos y tecnológicos afectados por la política de ajuste del gobierno de Milei. Por ejemplo, hubo gente de ARSAT, del INTI, del INTA y del Garrahan; además de representantes de los docentes universitarios y de los jubilados. La palabra que más de escuchó fue “unidad”. Yo te diría que se galvanizó la idea de que nadie se salva solo, la frase que impuso El Eternauta. Lo que sobrevoló la tarde fue la percepción de que el reclamo y la lucha individual de cada sector no alcanzan para conmover a la sociedad y sacudir al gobierno.

–¿Qué pasó en las diferentes ciudades o capitales de provincias?

–La movilización fue masiva en todo el país. Hay que pensar que, si bien la zona central de la Argentina es la que más densidad de investigadores tiene, los institutos científicos están distribuidos en todo el territorio porque funcionan de manera articulada con las 60 universidades públicas argentinas.

–Los científicos del interior suelen quejarse de la distribución no proporcional de los recursos, incluso antes de este ajuste. ¿El carácter federal de la protesta esta vez fue distinto?

 –Sí, fue distinto. Hubo mayor compromiso de las diferentes regiones y se logró una coordinación en el mensaje, tanto en las consignas como en la estética. Todos trabajaron sobre las imágenes de El Eternauta como llamado a la resistencia. Eso le dio coherencia e identidad a la movida.

–Después de esta última movilización, hagamos un poco de historia. ¿Cómo fue evolucionando la protesta de los científicos desde que asumió Milei hasta hoy?

–En diciembre de 2023 muchos en el mundo del conocimiento no creían que Milei iba a cumplir con sus amenazas de campaña. Decían: “No lo va a hacer. No se va a animar”. Después de los primeros meses de gobierno, esos mismos argumentaban que el ajuste era circunstancial, que iba a parar y que todo iba a volver a cierta normalidad. Ahora claramente comprueban que el ajuste es infinito, que Milei tiene un resentimiento particular e indiscriminado con los científicos porque los considera parte de la agenda woke. Esa evolución en la percepción del ajuste es la que le dio volumen a la marcha del miércoles en el Polo Científico porque se sumaron muchos que al principio no querían protestar

–Un científico gana menos de lo que correspondería, pero más que un trabajador informal. Un investigador senior del Conicet jubilado puede estar recibiendo un millón y medio de pesos. ¿Qué argumentos puede usar para convencer de que su reclamo es justo en condiciones generales de empobrecimiento?

–En eso también hay una evolución. Si bien el sufrimiento salarial de los investigadores sigue siendo un eje importante, lo que tracciona adhesión popular es el reclamo por la defensa del sistema científico. Cuando los investigadores hablan de sus salarios deprimidos no logran conmover a la sociedad porque esa es una realidad generalizada. Buena parte de los trabajadores argentinos recibe sueldos de hambre. De todos modos, como en cualquier análisis salarial que uno pueda hacer, entiendo que la remuneración debería estar de acuerdo con el esfuerzo y la capacitación de la persona. Que un investigador senior del Conicet jubilado gane un millón y medio de pesos, luego de haber hecho una carrera de grado, un doctorado y, a veces, un posdoctorado, es uno de los despropósitos de esta Argentina chiflada que padecemos.

–En esa misma línea de razonamiento, la campaña de los científicos va subrayando cada vez más la utilidad social de la ciencia. ¿Prende? ¿Avanza?

–Para mí esa es la apelación por donde es posible conectar con el resto de la sociedad. Los científicos suelen ser personas introvertidas, a las que les cuesta hablar de lo que hacen. Por lo general, gestionan conceptos complejos, difíciles de explicar con sencillez y alejados de las metáforas. La comunicación es síntesis, la ciencia es desarrollo. De todos modos, va prendiendo la idea de que la ciencia no es el problema, sino que es la solución. Es la solución a buena parte de los problemas que nos acechan, tanto los económicos como los sociales, y también los ambientales y energéticos. El conocimiento es la llave del futuro, por eso es inconcebible que el gobierno entregue esa llave, que decida comprar hecho lo que se hace acá. Activar ese orgullo por lo nuestro es la clave. La palabra soberanía no sólo debería usarse en clave territorial. La soberanía tecnológica es fundamental para consolidar un proyecto de país. De todos modos, sugiero que prestes atención a la encuesta hecha por Pulsar UBA sobre la percepción pública de la ciencia. Ahí puede verse el reconocimiento al prestigio de la actividad, aunque hay mucha gente (sobre todo jóvenes) que no la consideran prioritaria.

Ponemos el link, así mira la encuesta todo el mundo. Y tomo ya mismo una primera frase el resumen ejecutivo: “la mayoría valora la ciencia como motor de desarrollo, pero no la considera una prioridad inmediata frente a otras demandas sociales y económicas”. En tus videos vos trabajás cada vez más sobre ese costado de conexión entre la ciencia y sus resultados sociales.

–En cada área del conocimiento hay aplicaciones útiles para la vida cotidiana. Siempre estamos tentados por arrancar por las soluciones en materia médica, pero dejame empezar las Cenicientas. Las Cenicientas del sistema son las ciencias sociales, particularmente atacadas por la “nueva casta” libertaria. En las sociales hay respuestas para los problemas laborales, educativos, económicos y culturales de los argentinos. Hay muchos y muy valiosos aportes sobre verdaderos dramas silenciosos de nuestro tiempo, como por ejemplo el deterioro de los vínculos personales en la era digital. Son cuestiones que no deberíamos ocultar más. Quizás esto suene abstracto, pero no lo es. Claro que, como es obvio, podemos hablar de que en el laboratorio de Raquel Chan en Santa Fe se desarrolla tecnología en materia de semillas que hace que el rendimiento de nuestros granos exportables se multiplique. Nuestros científicos están en la frontera del conocimiento en biología, con profesionales de prestigio internacional como Alberto Kornblihtt y Gabriel Rabinovich. Ellos trabajan en investigaciones de referencia para la cura del cáncer y otras enfermedades. Ni hablar de ARSAT y su capacidad para construir y poner en órbita satélites que nos ofrecen soberanía comunicacional. La lista es infinita, como el ajuste de Milei.

–¿Hay razones explícitas del Gobierno para cometer cientificidio?

–Es difícil decirlo. La tentación es caracterizar a Milei y a su equipo como entreguistas. 

–¿No es así?

–Creo que hay algo más. Desprecian el país que están gobernando. No creen en sus capacidades. Están formateados por una ideología nefasta. Además, odian a los científicos porque detestan la verdad. Y a los científicos los mueve la búsqueda de la verdad. Esto no quiere decir que los investigadores sean santos infalibles, pero por lo general son personas movidas por la pasión que genera el conocimiento, lo cual está alejado de las creencias místicas que caracterizan a este gobierno. Ese paquete de frases hechas, consignas ruidosas y agresiones es lo más alejado del mundo del científico.

-¿Todos los investigadores votaron al peronismo o a la izquierda en 2023 y el Gobierno libertario debe castigarlos ahora por ese pecado original? ¿Nadie votó a Milei?

–Imposible saberlo con precisión, pero se puede suponer que muchos votaron a Milei, como antes lo hicieron por Macri. Hay mucho antiperonista de izquierda entre los científicos, pero también hay gorilas clásicos. Como se trata de un segmento de la sociedad con alto nivel de formación, los argumentos de unos y otros suelen ser tan sofisticados como firmes.

–Claudio, ¿cuándo y por qué te empezaste a interesar por la ciencia y la política científica?

–Fue de la mano de Adrián Paenza. Con él y un gran equipo desarrollamos “Científicos Industria Argentina” en 2003. Ese fue el comienzo. Empujados por la pasión y la claridad de Adrián construimos una productora que se especializó en programas de televisión dedicados a la ciencia, la tecnología y la educación. Él fue la puerta de entrada a este mundo del cual me siento parte. Un mundo que necesita herramientas de comunicación para hacerse visible ante la sociedad.

Fuente yahoraque.com