Cristina Kirchner debió intervenir para que Juan Manzur no renuncie, muy molesto con el destrato de Alberto Fernández que le obstaculiza la gestión como jefe de gabinete.
Dos semanas atrás, la vicepresidenta se enteró que el tucumano quería pegar el portazo, una situación con la que se viene especulando desde principios del año y que se agravó con el enfrentamiento del gobernador de licencia con Vilma Ibarra y Gabriela Cerruti.
Las referentes del ala feminista de la Rosada le quitaron todo el protagonismo a Manzur, con la venia del presidente, que no le permite nombrar funcionarios a su propio jefe de gabinete.
De este modo la vicepresidenta volvió a priorizar la gobernabilidad pese a sus diferencias públicas con Manzur, que dijo en 2018 que ella estaba terminada. Ya lo había hecho en septiembre cuando mediante su carta más fuerte le sugirió a Alberto que cambie el jefe de gabinete y nombre al entonces gobernador de Tucumán.
Luego de ese encuentro, la situación interna no cambió demasiado para Manzur, aunque logró que su vicejefe Jorge Neme ingresara al directorio de Arsat.
Sin embargo, el tucumano quiere nombrar más gente. Una de ellas es Sandra Tirado, secretaria de Acceso a la Salud, a quien quiere como ministra en lugar de Carla Vizzotti.
La gestión diaria tampoco la tiene resuelta. Tiene una fuerte interna con Martín Guzmán porque el ministro de Economía no sólo no le da detalles de las negociaciones con el FMI sino que lo ignora cuando Manzur le pide fondos para cumplir con los gobernadores con los que se reúne todas las semanas.
Fuente LPO
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