La teoría de “la supervivencia del más fuerte” impulsa el anunciado veto a leyes sociales. El argumento es que estropean el superávit fiscal. El “multiplicador” keynesiano del gasto, a diferencia de lo que sostiene el gobierno, sí funciona y podrían generar superávit en lugar de déficit, lo que lleva a la conclusión de que la agenda del gobierno va más allá del equilibrio fiscal y busca una reducción del Estado basada en ideologías reaccionarias que tienen su raíz en la visión de Herbert Spencer.
El hermano de la Karina, que ejerce la primera magistratura, en la disertación que pronunció con motivo de la celebración por el 171° aniversario de la Bolsa de Comercio de la Ciudad de Buenos Aires ya anunció que vetaría las leyes sobre emergencia en discapacidad, aumento jubilatorio y moratoria previsional que unas horas antes había sancionado el Senado de la Nación, con votaciones muy holgadas.
El hermano de la Karina dice que el 2,5 por ciento del Producto Bruto Interno (PIB) que insumirían esos gastos, unos 16 mil millones de dólares –al tipo de cambio oficial-, desharían el superávit fiscal logrado e impulsaría al alza la tasa de inflación, cuyo ritmo de variación viene reculando. El Santo Grial del superávit fiscal no se toca. Solo se lo enaltece.
Si se prueba que es un enfoque económico totalmente ideologizado, sin bases teóricas atendibles, al mismo tiempo se pone en evidencia que los libertarios a la violeta son firmes partidarios de Herbert Spencer (1820-1903). El lema que expresa y resume la aproximación de Spencer, la supervivencia del más fuerte, es una invitación a la atrocidad de la discriminación.
En el mismo discurso, el hermano de la Karina hizo gala de buen agüero y se ufanó señalando que “Habiendo fijado la cantidad de dinero hace más de un año sabemos que, para mitad del año que viene, la inflación dejará de existir. Tendrá fluctuaciones y bajará más rápido o lento dependiendo de lo que hagan los degenerados, pero inexorablemente va a colapsar. Dejará de haber ruido sobre el sistema de precios”.
La base monetaria (esto es: el dinero en los bolsillos de los argentinos más lo que los bancos comerciales guardan como reservas de los depósitos en las cuentas corrientes) aumentó entre el 11 de diciembre de 2023 y el 7 de julio de 2025 (último dato disponible en el Banco Central) 252 por ciento. Entre diciembre de 2023 y mayo de 2025 el Índice de Precios al Consumidor (IPC) 147 por ciento.
No parece que un aumento del 252 por ciento de la emisión de dinero se asimile a haber “fijado la cantidad de dinero”. Menos todavía que un alza de 152 por ciento de la inflación tenga algo que ver con la variación de la cantidad de dinero. Se ve que el apego a la realidad de los números no es algo que entusiasma a estos spencerianos.
Riesgo total
El hermano de la Karina justificó el veto de las nonatas leyes que se propone hacer, como una hazaña del análisis económico sobre el resigo y la incertidumbre como progenitores de la ganancia.
Dijo al respecto en la alocución bursátil: “Allá por la década del ‘20, un gran economista de la Universidad de Chicago empezaba a desarrollar los conceptos de incertidumbre, y entre las discusiones entre (Jacob) Viner y Frank Knight empieza a aparecer esa idea de riesgo e incertidumbre. Y la realidad es que el problema con la incertidumbre… digo, ¡qué lindo momento poder hoy explicar esto acá! Que además ustedes lo saben. Ustedes saben que el problema con la incertidumbre es que no la pueden medir, no la pueden trabajar, no la pueden manejar, está fuera del alcance de lo que pueda hacer cada uno de ustedes. Sin embargo, la diferencia con el riesgo es que ustedes lo pueden medir. Y cuando ustedes además pueden medir el riesgo, tienen claro las medidas que tienen que tomar para mitigar esos riesgos (…) Es más, a la luz de lo que pasó hoy, apuesto 100 mil a uno que todos saben lo que voy a hacer. Así que ¿saben qué? Vamos a vetar. Y si aún se diera la circunstancia, que no creo, pero se diera que el veto se cae, lo vamos a judicializar”.
Riesgo y ganancia
A propósito de la explicación falaz de la ganancia como una prima de riesgo, el terreno merece escarbarse dado la justificación presidencial del potencial veto. Como si una de las cuestiones imprescindibles para llevar a buen puerto un balance corporativo fuera trasladable al plano social sin anestesia y sin los cuidados del caso. Más allá del imprudente descuido, desde Paul Samuelson hasta Frank Knight siguiendo los pasos de Adam Smith han querido ver en la remuneración del riesgo el origen de la ganancia.
Valga un ejemplo para poner en duda la pertinencia de tal criterio. Un inversor no quiere problemas y en vez de ganar 10 por ciento anual comprometiéndose en la producción, prefiere prestarla al 8 por ciento anual.
Consideremos dos empresas atendiendo a la cantidad de capital, que para producir no es igual en todos los sectores y en todas las empresas. Una con fondos propios por 200 pesos obtiene préstamos por 400 pesos. La otra con capital propio de 500 pesos toma en préstamo 100 pesos. Ambas embolsan 12 pesos como ganancia empresarial de los 600 pesos que invierte cada una.
Los 12 con relación al propio capital, en la primera equivale al 6 por ciento, mientras que en la segunda al 2,4 por ciento. Como en el primer caso de la propia puso 200 pesos, y la ganancia total fue de 60 pesos (10 por ciento sobre 600) entonces pagó 32 pesos por los 400 que pidió prestado (el 8 por ciento) y le quedan 28. En el segundo, como pidió 100 pagó 8 (8 por ciento sobre 100) y de los 60 pesos le quedan 52 pesos. Ahora 28/200 es igual al 14 por ciento y 52/500 es 10,4 por ciento.
Como se gana más en el primer sector que en el segundo, las empresas irán del segundo sector al primero pues no se trata de una situación de equilibrio. Justamente porque los empresarios ignoran la ganancia total. Lo único que registran es su ganancia en el sector.
Se va desde el mayor riesgo al menor del capital propio con una ganancia que sube en el segundo caso. Menos riesgo, más ganancia. Así se desmiente a Samuelson cuando dice que “la ganancia es lo mismo que el interés cuando la incertidumbre no es conocible” y a Knight cuando estipula que la ganancia es el pago de un riesgo particular, “una incertidumbre única que resulta de la última responsabilidad que se ejerce, que, por su naturaleza, no puede ser ni asegurada, ni capitalizada, ni asalariada”.
En el ejemplo, todo es bien conocido. Producto de la lucha de clases, porque así se determina el nivel de la tasa de ganancia total como un residuo que queda una vez que las fuerzas más profundas de la sociedad determinaron el salario — el precio político por excelencia. De ahí que para un determinado ingreso nacional (producto bruto), los salarios únicamente pueden variar en razón inversa del plusvalor. Estando dada la parte fija de la plusvalía (intereses, rentas), los salarios varían en razón inversa del beneficio empresario, o sea la parte del producto o ingreso que sucede después de la venta y que configura el desfasaje entre la oferta y la demanda.
Ese mismo desfasaje que atenúan las legislaciones laborales al hacer los salarios rígidos y la buena política económica aumentada el gasto público. Es lo que el gobierno de los libertarios a la violeta, encabezado por el hermano de la Karina, quiere deshacer volviendo inestable todo el sistema.
El embuste se articula invocando cuestiones abstractas de libertades frente a hechos muy concretos de ingresos.
Por caso, el pasaje citado de la alocución presidencial. El razonamiento hecho con los balances, trasladado con el cuidado que se merece al plano social, pinta que el veto va a subir el riesgo en vez de bajarlo, contrariando los deseos del hermano de la Karina, porque se le estaría yendo por el sumidero el capital político. Ese tipo de capital no hay a quien pedírselo prestado.
El multiplicador
Hace un lustro Lord Robert Skidelsky, el eminente biógrafo de Lord John Maynard Keynes, se preguntaba ¿qué mató a la macroeconomía? Reflexiona que “Los modelos de oferta y demanda que se enseñan a los estudiantes de primer año puede iluminar la ruta de equilibro de las peluquerías, pero no la economía como un todo. La macroeconomía es hija de la incertidumbre. A menos que los economistas acepten la existencia de una incertidumbre ineludible, no podrá haber una teoría macroeconómica, sino solo respuestas prudentes a las emergencias”.
También respuestas imprudentes. En cualquier caso, Skidelsky señala esta paradoja del mundo tal cual es: “La política monetaria funciona en la teoría, pero no en la práctica; la política fiscal funciona en la práctica, pero no en la teoría. El keynesianismo fiscal sigue siendo una política en busca de una teoría. Acemoglu, Laibson y List (autores de un manual de macroeconomía de uso corriente en las universidades norteamericanas) ofrecen una pieza de la teoría faltante cuando observan que las crisis ‘son difíciles de predecir’. Keynes les habría respondido que son imposibles de predecir, razón por la cual rechazaba la opinión estándar de que las economías son cíclicamente estables en ausencia de crisis (algo tan inútil como decir que las hojas no se mueven sin viento)”.
No obstante este panorama nada edificante, Skidelsky deslinda lo siguiente: “El multiplicador, una clara fórmula para calcular el efecto amplificado de cualquier cambio ascendente o descendente en el gasto, es la única parte de la maquinaria macroeconómica que ha sobrevivido a la muerte de las políticas keynesianas de gestión de la demanda. Incluso esta herramienta había caído en desuso –se suponía que los multiplicadores equivalían a cero- antes de que la crisis financiera y económica de 2008 la reviviera”.
Pero siempre hay un buey corneta en la manda. Y no solo el hermano de la Karina. Robert Barro, que desarrollo el índice de presión macroeconómica, que desde hace tiempo invoca el libertario para justificar que su gobierno es el mejor de la historia argentina, niega que el multiplicador funcione.
Allá por la crisis del 2008 señalaba Barro: “La recesión mundial y la crisis financiera han vuelto a centrar la atención en los paquetes de estímulo gubernamental. Estos paquetes suelen hacer hincapié en el gasto, basándose en la idea de que los ‘multiplicadores’ del gasto son mayores que uno, de modo que el producto interior bruto crece más que el propio gasto público. Los paquetes de estímulo suelen incluir también reducciones de impuestos, diseñadas en parte para impulsar la demanda de los consumidores (al aumentar la renta disponible) y en parte para estimular el esfuerzo laboral, la producción y la inversión (al bajar los tipos de interés)”.
Barro en un paper que escribió con Charles J. Redlick, concluye “que la evidencia empírica disponible no respalda la idea de que los multiplicadores del gasto suelen ser superiores a uno y, por lo tanto, los programas de estímulo probablemente aumentarán el PIB en una proporción menor que el aumento del gasto público (…) Sin embargo, existe respaldo empírico para la proposición de que las reducciones de los tipos impositivos aumentarán el PIB real”.
La fe de los republicanos y Donald Trump de que todo se soluciona bajando impuestos tiene ese dudoso respaldo en el trabajo de Barro. “Evidencia empírica” es un pasaporte a no tomarlo en serio, a considerarlo por lo que es: un jodido reaccionario muy conservador. Barro midió lo que conceptualmente y de antemano quiso medir: los multiplicadores no funcionan.
El hermano de la Karina no le va a la zaga a esta fe anti multiplicador pro baja de impuestos. En el discurso de la bolsa se vanaglorió de que “no solo logramos estabilizar la economía muy rápido, sino que, además, también recuperó muy rápido la economía (…) a pesar de haber hecho el ajuste fiscal más grande de la historia. Es decir, los keynesianos tienen que empezar a quemar sus libros”.
En tanto, informó el libertario que “una de las hipótesis con las que nosotros estamos trabajando y es que, si la economía se expande, en caso de que lográramos la reelección y llegáramos al 2031 y la economía se expandiera a tasas entre el 6 y el 8 por ciento, nosotros bajaríamos los impuestos un punto y medio al PBI por año y le estaríamos devolviendo a los argentinos de bien 500 mil millones de dólares, es decir, más de lo que tenemos de deuda. Y saben qué es lo que se discute en el nido de ratas, en la madriguera inmunda donde están todos los degenerados fiscales que no quieren devolverle a ustedes su dinero”.
Pero los multiplicadores existen y funcionan. Esto vuelve insólito el debate argentino. Nadie pone en duda de qué el 2,5 por ciento de algún lado tiene que salir. Sí, claro. Sale del crecimiento. Porque el producto crece más que el gasto que lo impulsa al alza. Un gasto del 2,5 por ciento del PBI con un multiplicado de 3 lo hace crecer 7,5 por ciento. Y un multiplicador de 3 es modestamente calculado. En realidad es más grande. Entonces un multiplicador del gasto de 3, si la presión impositiva es de 40 por ciento, lejos de llevar a más déficit fiscal lleva a un superávit de medio punto más.
El satánico Dr No
Si esto es así ¿por qué el gobierno de libertarios a la violeta que encabeza el hermano de la Karina, en lugar del veto no utiliza esa veta?
La demagogia de la derecha reaccionaria y jodida encuentra una explicación en lo que observa la editora de género de Clarín, Mariana Iglesias (11/0772025), al subrayar en el contexto del día mundial de la población instituido por la ONU: “La ultraderecha local quiere agrandar la familia tradicional y achicar el Estado. Así, vincula al natalismo con la teoría del más apto, una combinación casi más perversa que las aberrantes esterilizaciones masivas que supieron implementar gobiernos autoritarios. ¿Por qué? Porque busca que se multipliquen los nacimientos, incluso de niñas violadas. ¿Y después? Después, que sobrevivan los útiles, los sanos, los capaces, los que puedan mantenerse solos (…) Por eso desfinancian la salud y la educación públicas. Por eso pagan limosnas a los jubilados. Por eso cortaron programas y subsidios a las personas con enfermedades crónicas y con discapacidades. Por eso cerraron comedores comunitarios. ‘Soy cruel’, dice Milei, que se jacta del sostén de ‘las fuerzas del cielo’. El plan, está claro, excede el equilibrio fiscal”.
Parece que es así, nomás.
Fuente yahoraque.com
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