El «súper cepo» al dólar que se anunció la semana pasada frenó momentáneamente la venta de dólares en los bancos. Y esta parálisis, en una suerte de efecto dominó, disparó el temor de los ahorristas por restricciones más extremas. De hecho, los rumores en redes sociales y WhatsApp comenzaron en las últimas horas a alertar sobre un posible «corralito«. Es decir, a la imposibilidad de que los clientes de los bancos retirasen sus depósitos en dólares.
De hecho, en Twitter, el hashtag #Corralito fue tendencia durante la tarde del martes, impulsado por mensajes opositores que mostraban el «helicóptero de De la Rúa» y culpaban al Gobierno actual por la escasez de dólares.
Sin embargo, en los posts publicados en las redes no se mencionaron restricciones al retiro de dólares de los bancos. Situación que, por cierto, no ocurre.
«No existe la posibilidad de un corralito o corralón, no tiene ningún sentido cuando el gobierno no gana absolutamente nada con esta medida, al contrario, perdería credibilidad y potenciaría la suba del dólar blue y la brecha cambiaria», evaluó el economista y consultor Salvador Di Stéfano.
Y agregó: «No tiene sentido alguno hacer una confiscación de los depósitos cuando Argentina viene de reestructurar la deuda pública y tiene por delante 8 años de escasos pagos de intereses de la deuda, y en los próximos 4 años nulos pagos de amortización de deuda».
Para Di Stéfano, un consultor muy escuchado en el sector empresario agrícola de la Argentina, «llevar adelante un corralito es una locura cuando estamos en las puertas de un acuerdo con el FMI, que buscará medidas tendientes a dinamizar la economía para poder cobrar los u$s43.600 millones que nos prestaron».
Las diferencias con respecto a 2001
Desde la perspectiva de Di Stéfano, las condiciones del sistema financiero actual difieren mucho de la situación imperante a principios de la década pasada, cuando llego el famoso «corralito».
«El corralito que se implementó en el año 2001 se llevó adelante porque el Banco Central no contaba con las regulaciones prudenciales necesarias para tener un sistema bimonetario. En la actualidad la Argentina no tiene un sistema bimonetario formal. Los bancos toman depósitos en dólares, y solo pueden prestarlo en dólares, no pueden convertir esos dólares en pesos. Esto le da fortaleza y liquidez«, explicó el consultor.
«Si todos los depositantes que suman u$s19.580 millones van a buscar sus ahorros, se demoraría la devolución de solo u$s6.350 millones que están prestados a terceros. Por ende, todos los que vayan a buscar sus ahorros verán satisfecha la entrega del dinero físico, los últimos con cierta demora porque están prestados», señaló.
Y subrayó que «un sistema financiero que tiene líquido u$s13.230 millones sobre un total de depósitos de u$s19.580 millones, implica que es un sistema muy líquido y solvente».
Además, Di Stéfano, señala que los depósitos en dólares a plazo fijo suman u$s5.104 millones, equivalen a una cifra menor a los préstamos.
Un problema de credibilidad
Di Stéfano, no obstante, advierte que el Gobierno tiene hoy un problema serio debido a que enfrenta una crisis de credibilidad y eso hace que las versiones catastróficas proliferen.
«Cuando lo que dice un WhatsApp o un tweet es más creíble que lo dicho por el Estado, bancos o la media de los analistas de mercado, implica que el gobierno tiene poca credibilidad, y que cualquier persona que diga algo negativo será tomado como creíble», afirma.
Y recomienda: «El gobierno debería revisar su comunicación, pero mucho más su programa económico que le deja una grieta enorme para que un influencer le modifique el clima financiero y lo haga explicar, lo que no necesita explicación».
Para el reputado economista, los bancos están sólidos, pueden devolver todo el dólar que le pidan, no hay dinero físico en todas las sucursales de la Argentina. «Con el pedido anticipado y la espera de algunos días el que desea sacar dinero lo tendrá», aclara.
«No tenemos un problema económico, ni financiero, hay un mal diagnóstico de la realidad, necesitamos un plan económico, y un gobierno que genere más confianza en los agentes económicos», concluye Di Stéfano.
Fuente: IProfesional
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