En su segundo día de actividades en Irak, el papa Francisco se reunió este sábado en Najaf, 150 kilómetros al Sur de la capital Bagdad, con el gran ayatollah Ali al-Sistani, máxima autoridad del islam chiita y considerado uno de los hombres más influyentes del país, con quien resaltó la importancia del diálogo interreligioso para la unidad nacional.
El pontífice visitó a Al-Sistani en su residencia de la ciudad considerada santa por el chiismo, rama que incluye a cerca del 10% de los 1.900 millones de musulmanes del mundo pero representa a casi dos tercios del islam iraquí.
En la reunión, Jorge Bergoglio «subrayó la importancia de la colaboración y de la amistad entre las comunidades religiosas para, cultivando el respeto recíproco y el diálogo, se pueda contribuir al bien de Irak, de la región y de la entera humanidad», aseguró luego el vocero papal Matteo Bruni.
Francisco llegó el viernes a Irak a bordo del avión papal -acompañado por enviados de distintos medios, entre ellos Télam- para una histórica visita de tres días al país, la primera de un pontífice.
Bergoglio, de 84 años, y Al-Sistani, de 90 años, se reunieron durante casi una hora en la residencia del líder nacido en Irán pero convertido en una voz de referencia en Irak, en donde sus prédicas semanales y sus publicaciones en redes sociales son guía para millones de fieles.
Durante el encuentro, agregó Bruni, el Papa agradeció al líder islámico porque, junto con la comunidad chiita «de frente a la violencia y a las grandes dificultades de los años pasados, elevó su voz en defensa de los más débiles y perseguidos, afirmando la sacralidad de la vida humana y la importancia de la unidad del pueblo iraquí».
A Al-Sistani se atribuye un rol valioso en los esfuerzos por pacificar a Irak tras la invasión estadounidense de 2003 y se lo conoce por apoyar la separación entre religión y Estado, una cuestión aún hoy muy en debate entre los musulmanes.
Según un comunicado que difundió en Irak la oficina de prensa del líder musulmán, «la discusión giró en torno a los grandes desafíos que enfrenta la humanidad en esta era», así como «el compromiso con los altos valores morales para superarlos».
Al-Sistani planteó sus visiones «sobre la injusticia, la opresión, la pobreza, la persecución religiosa e intelectual, la supresión de las libertades básicas y la ausencia de justicia social, especialmente las guerras, los actos de violencia, el bloqueo económico, el desplazamiento de muchos pueblos en nuestra región, especialmente el pueblo palestino en los territorios ocupados», consignó el comunicado.
En diálogo con la prensa que acompaña al Papa en la gira, el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, consideró al encuentro como «un paso adelante» en el diálogo interreligioso que promueve Francisco, mientras que el canciller vaticano, el arzobispo Paul Gallagher, la consideró «una reunión que abre un camino».
El Papa llegó a la residencia de Al-Sistani minutos antes de las 9:00 de Najaf (3.00 de la Argentina), en un auto blindado que le dio el Gobierno iraquí para sus desplazamientos en el país y precedido por una caravana de seguridad de más de 10 camionetas. En la puerta de la vivienda, el hijo de Al-Sistani, Mohamed Rida, esperó a Francisco para entrar juntos al lugar.
Al llegar desde Bagdad al aeropuerto de Najaf, un enorme cartel con la cara del Papa y del Ayatolá y la leyenda «ustedes son un pedazo de nosotros y nosotros somos una parte de ustedes» recibió a Francisco en la ciudad del Sur del país.
La reunión de este sábado, primera etapa de su segundo día de actividades, complementa el acercamiento que Francisco tuvo hace dos años con la rama dominante el islam mundial, el sunismo, cuando -en febrero de 2019- firmó el denominado «Documento por la Fraternidad Mundial» con el imán Ahmed al Tayeb de la mezquita Al Azhar de El Cairo, la máxima autoridad del islam sunnita.
Fuente Telam
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