“Hay toda una discusión sobre lo que es la libertad de expresión…Yo puedo decir de otra persona todo lo que se me dé la gana…Yo no me puedo meter con tu opinión porque es tu propiedad… Pero ese es un mundo donde no hay Estado. ¿Qué pasa ahora si hay Estado? ¿Qué pasa por ejemplo si (…) en el fondo, es un accionar del Estado para perseguir a los que piensan distinto? Ah, bueno ahora sí estamos en un grave delito. Eso es fascismo. Eso es perseguir al que piensa distinto Y esta es la policía del pensamiento” – Javier Milei, agosto de 2021.
Para entender algunas historias, es necesario repasarlas en cámara lenta.
El 13 de agosto a las 23.08 el país estaba conmovido por un resultado electoral sorprendente: Javier Milei había triunfado en las PASO. En ese minuto exacto, Lali Espósito tuiteó cuatro palabras que cambiarían su vida: “Qué peligroso. Qué triste”. Inmediatamente empezó a recibir miles de insultos de usuarios de las redes sociales. “Podría no opinar nada, obvio. Es lo más cómodo. Pero no soy así. Así que sí, para mí, es realmente triste votar un antiderechos. Eso opino. Igual tranquis, que soy una ciudadana angustiada no una candidata ni nada. Relajen. Un beso respetuoso para todos”, respondió Lali.
Unos días después, le preguntaron a Milei por el episodio.
No la conozco. Yo escucho a los Rolling Stones—dijo.
La entonces candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel fue más agresiva. “La verdad que, Lali, ¿qué querés que te diga? Vos te llenás la billetera también con el Estado. Desde el momento en que recibís dinero público por los recitales que das, lógicamente tenés interés en seguir sosteniéndote la billetera…”.
Las redes volvieron a explotar contra Lali. Se desató eso que el periodista Pablo Sirvén describió esta semana como “un bullying gigantesco e innecesario que hasta puede resultar peligroso y derivar en agresiones”.
Pasaron cinco meses.
Lali no volvió a hablar.
Pero hay alguien que no olvida ni perdona.
El 14 de enero, Milei ya era presidente. Tuvo un enfrentamiento con el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela. Lali no tenía nada que ver con ese tema. Pero Milei volvió a apuntarla. “Si gasta plata contratando a Lali Espósito y después no le paga a los policías, no es un problema nuestro”.
Instantáneamente, en las redes se empezó a imponer el seudónimo “Lali Depósito”. Milei estuvo especialmente activo en impulsarlo. Retuiteó primero un posteo de la cuenta “Milei presidente 2023″ que decía: “Lali Espósito confirmó que se aleja de la música por tiempo indefinido”. El Milei real comentó: “Siempre estuvo alejada de la música”. Luego Milei replicó otro tweet que decía: “Lali Depósito abandona la música. Se acabaron los contactos con el estado”. Y así.
Lali respondió:
— No me alejo de la música. Me voy a meter a hacer el mejor disco de mi vida.
El bullying creció.
Lali Depósito.
Le robás plata a los pobres.
Decenas, cientos, miles de veces.
Finalmente, Lali fue al Cosquín Rock y decidió decir algo. Pero ni siquiera en ese contexto, nombró al Presidente. “Esta Unión que genera el arte, la música, la cultura, nadie nos la va a sacar jamás. Esto depende de nosotros. De quienes estamos acá arriba con ciertas responsabilidades y mucho amor y de ustedes también. Esta canción es para los mentirosos, los giles, los malas personas, las personas que no valoran, los antipatria”.
En los años más duros del kirchnerismo, cuando un artista decidía criticar al Gobierno, primero lo agredían, especialmente desde la televisión pública. Le tiraban con información de su vida personal, falsa, verdadera o tergiversada. Lo humillaban. Cuando reaccionaba, una legión de periodistas alineados con el Gobierno se sumaba al coro de agresores: no analizaba el ataque estatal sino la supuesta conducta del agredido, se burlaban de él, lo acusaban de victimizarse. Magdalena Ruiz Guiñazú, Mirtha Legrand, Susana Giménez, Juan Campanella y muchos periodistas sufrieron ese método que ahora se aplica a Lali.
En este caso, el Presidente se involucró personalmente y desplegó una agresividad desproporcionada.
— “Ella empezó. Si te gusta el durazno, bancate la pelusa. ¿Querés hacerte el guapo? Bancate que yo te responda. ¿Vos me podés agredir y yo no te puedo contestar? No”.
— “Si querés agredir, tenés que estar limpio. Si sos un parásito que vivió chupando toda la vida de la teta del estado, estás en problemas. Y si estás en línea con un espacio político que te pagó las presentaciones, no sos un artista. Sos un mecanismo de propaganda”.
— “Si le molesta que le digan Lali Depósito, bueno, lo siento. Le quedó Lali Depósito. Porque vive de los pagadores de impuestos, a costa del hambre de los chicos de Catamarca”.
Lali le respondió con una carta donde le contó que trabaja desde los diez años, le recordó cada uno de los logros que consiguió con su esfuerzo y lo invitó cordialmente a que fuera a uno de sus shows. En un solo momento deslizó una crítica. “Siento que la asimetría de poder entre Ud y los que ataca por pensar distinto y la información falsa vuelve a su discurso injusto y violento”.
Milei no cambió de registro.. Una de las primeras en solidarizarse con la cantante fue María Becerra. Con 24 años, Becerra es la música argentina más escuchada en Spotify. Otra estrella, como Lali. “El ensañamiento contra ella es violencia y deja en evidencia que la quieren silenciar”, escribió Becerra. ¿Qué hizo Milei? Replicó un tweet que decía que la madre de Becerra estaba casada con “la morsa Aníbal Fernández” y que, por eso, la cantante escribía lo que escribía. Otra vez la investigación de la vida privada, la suposición de que alguien que opina distinto es por razones espurias. Las huestes libertarias empezaron a agredir a María. Además, para colmo del autoescarnio, el dato era falso, como era falso que Lali se retiraría de la música, como eran falsos los montos de los contratos distribuidos por el Presidente.
La sociedad argentina cuenta con recursos notables para frenar estos abusos del poder estatal. La reacción fue muy masiva y heterogénea. Personas de distintas trayectorias, profesiones e ideologías decidieron expresarse. Entre ellos: Bizarrap, Laura Alonso, Marcelo Tinelli, La China Suárez, Carla Peterson, Rusher King, la Chica del Brunch, Tini Stoessel, Connie Ansaldi, Amalia Granata, María Laura Santillán, Luis Novaresio, Martin Yessa, Nelson Castro, Andrés Ciro Martinez, Tute, Julieta Ortega, Liniers, Cazu, Coscu, Paulina Cocina, Carolina Píparo, Ignacio Torres, Trueno, Martín Lousteau, Pampito, Dadatina, Julio Leiva, Nicki Nicole, Jimena Barón, Lito Vitale, Dario Barassi, Sofía Morandi, Candelaria Tinelli, Flor de la V, Claudia Villafañe, Moria Casán, Damián Betular, Mariana Enriquez, Claudia Piñeiro, Dante Spinetta, Dalma Maradona.
Milei volvió a subir la apuesta. Por un lado escribió: “Gramsci señalaba que para implantar el socialismo era necesario introducirlo desde la educación, la cultura y los medios de comunicación. Argentina es un gran ejemplo de ello. Cuando uno expone la hipocresía de cualquier vaca sagrada de los progres bienpensantes, se les detona la cabeza”. Pero además, el presidente empezó a difundir información sobre la participación de María Becerra en festivales oficiales. Ya tenía un nuevo blanco.
Todo este episodio es muy rico para descubrir algunos rasgos de la personalidad de quien gobierna a los argentinos.
El primero de ellos refiere a su moral. Milei dice que se trata de una inmoralidad, porque los artistas se llenan los bolsillos a costa del hambre infantil, y por eso reacciona. Pero en el festival de La Rioja, participaron decenas de artistas y él sólo mencionó a la que opina distinto a él. ¿Le molesta la inmoralidad, el hambre o la disidencia? El dirigente político que más festivales organizó con dinero público –su campaña presidencial se apoyó fuertemente en ese recurso—fue Daniel Scioli. En esos años, Milei era su asesor. Scioli hoy es parte de su gabinete. Como tantos artistas honrados, Fatima Florez participó de festivales provinciales y municipales. ¿Cuál sería, entonces, el criterio moral? ¿A los amigos todo, a los enemigos ni Justicia? La discusión sobre por qué los niños tienen hambre, por otra parte, es compleja, en un país donde el presidente ha cortado el envío de ayuda a los comedores populares, en medio de su megadevaluación.
El segundo elemento es la desproporción entre el estímulo y la reacción. Lali dice “me preocupa”. Milei le responde: “Chorra, depósito, parásito, te haces la guapa, vaca sagrada del progresismo, chupaste de la teta del Estado”. Hay muchos episodios similares en la historia de Milei. Los más recordados afectaron a la animadora Sol Pérez y a la periodista salteña Teresita Frías. Ambas tuvieron el tupé de formularle una objeción o una pregunta respetuosa. La respuesta de Milei fue agresiva y humillante. En las redes, los seguidores de Milei respondían como ahora: un bullying gigantesco. Una terminó llorando, la otra con ataques de pánico.
El tercer elemento tiene que ver con la percepción que Milei tiene de la realidad. La opinión de Lali no es la opinión de Lali sino la expresión de una conspiración para que “los zurdos” copen la cultura, ideada por Antonio Gramsci cuando estaba en la cárcel de Mussolini. Algunos amigos de Milei han disentido con él: dicen que la conspiración empezó con la Escuela de Frankfurt, que –como camino al socialismo—intentó imponer el desenfreno sexual. En cualquier caso, Milei cree que no se trata de opiniones individuales sino de expresiones de una conspiración en marcha. Una opinión individual podría ser respetada. Pero si es parte de una conspiración “zurda” será combatida. Y en esa categoría entrará cualquiera. Ayer le tocó a Lali, hoy a María Becerra, mañana la furia puede llegar hasta a Karina Milei.
El cuarto elemento es que Milei considera que la humillación es un arma legítima para ejercer el poder. Milei sostenía que las opiniones son libres pero cuando el Estado interviene pueden ser indicios de una persecución fascista. Le busque la vuelta que le busque, el Presidente es el jefe de ese Estado, y el líder de un sector de la población al que le transmite qué se puede hacer y qué no.El quinto elemento está demostrado en la seguidilla de agresiones contra María Becerra: esto no va a parar. Recién empieza. Es una estrategia pero, además, está en su naturaleza. La confección de listas de disidentes, a los que se escracha como traidores y corruptos, es una política de estado libertaria. La difusión de sus fotos, de aspectos de sus vidas, de datos falsos será una constante, impulsada por el Presidente y respaldada por sus aliados. Así lo hizo, por ejemplo, Patricia Bullrich esta misma semana.Algunas personas insisten en señalar que el presidente disfruta especialmente del ensañamiento contra las mujeres: Silvia Mercado, Luisa Corradini, Sol Perez, Juana Viale, Teresa Frías, Lali Espósito, María Becerra, María O Donnell, han recibido ya andanadas de Milei. Tal vez a eso se refería Amalia Granata cuando escribió: “Solo espero que la misoginia de algunos se pueda curar con inteligencia y nobleza”. Milei tiene elementos para sostener que él no diferencia entre hombres y mujeres. Va contra todos.El ensañamiento con Lali excede a Lali: es contra cualquiera que se atreva a decir algo. Al que le gusta el durazno que se banque la pelusa.La joven democracia argentina enfrenta un nuevo desafío.No será, por cierto, una discusión agradable.
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