Afines de los ’70, el padre Pedro Opeka decidió instalarse en Madagascar. El sacerdote había quedado impactado al ver la pobreza desesperada en la ciudad capital de Antananarivo, especialmente en los vertederos de basura, donde la gente vive en cajas de cartón y los niños compiten con los cerdos por la comida, y decidió hacer algo al respecto.
«Si están dispuestos a trabajar, yo los voy a ayudar»
Así, el cura nacido en San Martín, en la provincia de Buenos Aires, logró levantar miles de viviendas, colegios, clubes y emprendimientos productivos.
Su trabajo le valió la nominación al Premio Nobel de la Paz, en 2012, y este año volverá a competir por el premio más prestigioso del mundo.
El primer ministro de Esolovenia, Janez Jansa, eligió a Opeka para el galardón por su dedicación a «ayudar a las personas que viven en condiciones de vida espantosas».
Pedro Pablo Opeka nació en Buenos Aires, en 1948. Sus padres eran refugiados de Eslovenia que emigraron tras el inicio del régimen comunista en Yugoslavia.
A los 18 años ingresó al seminario de la Congregación para la Misión de San Vicente de Paúl en San Miguel y dos años más tarde viajó a Europa para estudiar Filosofía en Eslovenia y Teología en Francia. Luego pasó dos años como misionero en Madagascar.
En 1975 fue ordenado sacerdote en la Basílica de Luján y en 1976 regresó a Madagascar, donde permanece hasta el día de hoy.
Con ayuda enviada del extranjero y el trabajo de la gente del país africano fundó aldeas, escuelas, bancos de alimentos, pequeños negocios e incluso un hospital para atender a los pobres a través de la asociación Akamasoa («Buen amigo»), que él mismo fundó en 1989 como un «movimiento de solidaridad para ayudar a los más pobres de los pobres».
La asociación ha otorgado cuatro mil casas de material noble a personas y familias sin hogar y ha ayudado a educar a 13 mil niños y jóvenes desde su creación.
El Papa Francisco visitó la “Ciudad de la Amistad” de Akamasoa, que fue construida sobre un vertedero de basura en las afueras de la capital, Antananarivo, durante su visita apostólica a Madagascar en septiembre de 2019.
El Santo Padre agradeció la labor del sacerdote en favor de alrededor de 25 mil personas y pidió a los jóvenes que ayudan a la asociación a no bajar “nunca los brazos ante los efectos nefastos de la pobreza, ni jamás sucumban a las tentaciones del camino fácil o del encerrarse en ustedes mismo”.
Durante la visita, el Pontífice también recordó que el padre Opeka fue alumno suyo en la Facultad de Teología y agradeció al sacerdote y sus colaboradores «por su testimonio profético y su testimonio generador de esperanza».
Madagascar es uno de los países más pobres del mundo y durante la pandemia de coronavirus el padre Opeka ha trabajado para ayudar a las familias que han caído aun más en la pobreza como consecuencia de las medidas preventivas para evitar los contagios de coronavirus.
“La situación es difícil para las familias, para los pobres que tienen muchos hijos. No tenemos arroz. No tenemos agua. Necesitamos agua y jabón”, dijo el sacerdote a Radio Vaticano en abril de 2020.
Entre los otros nominados al Premio Nobel de la Paz 2021 se encuentran el movimiento Black Lives Matter, la Organización Mundial de la Salud, Greta Thunberg, Donald Trump, Stacey Abrams, Jared Kushner, el disidente ruso Alexei Navalny y la líder de la oposición bielorrusa Sviatlana Tsikhanouskaya.
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