Una fiscal de Uruguay solicitó que se otorguen 10 años de prisión a un hombre detenido y acusado por el encubrimiento del femicidio de Lola Chomnalez, la adolescente argentina asesinada en diciembre de 2014 en las playas de Barra de Valizas. A su vez, la investigación continúa para identificar y localizar a los “copartícipes” del crimen.
El hombre acusado de encubrimiento es el detenido Ariel Moreira, apodado “El Cachila”. En diciembre de 2019, «Cachila» había sido procesado pero por el delito de «homicidio agravado por alevosía», más grave que el de “encubrimiento”.
Sin embargo, los peritos de la Policía Científica cotejaron el ADN del supuesto asesino hallado en una cédula y una toalla dentro de la mochila de la víctima y el perfil genético dio negativo.
El femicidio de Lola
Lola tenía 14 años cuando viajó a Barra de Valizas el sábado 27 de diciembre de 2014 para pasar unas vacaciones en la casa de su madrina, Claudia Fernández, quien se encontraba junto a su esposo, Hernán Tuzinkevcih, y el hijo de éste.
Un día después la adolescente desapareció cuando salió a caminar por la playa. Dos días después fue encontrada asesinada a unos cuatro kilómetros de la casa, en una zona de médanos.
La autopsia determinó que Lola murió por asfixia y que presentaba varios cortes hechos con un arma blanca. Según se pudo reconstruir Lola habría tratado de escapar corriendo de sus asesinos, pero fue alcanzada, herida y golpeada en la cabeza para finalmente morir sofocada contra la arena.
Por su parte, «El Cachila» fue detenido al comienzo de la investigación pero luego liberado ya que dio negativo el cotejo de su ADN con el material genético hallado en la mochila de ella víctima.
Sin embargo, en su declaración ante la justicia, «Cachila» admitió que se cruzó con la víctima en la playa el 28 de diciembre del 2014 y le ofreció una estampita, pero que luego ella se sintió «mareada» y que al auxiliarla descubrió que «no tenía pulso», se asustó y se fue.
Para el fiscal Jorge Vaz, «El Cachila» estuvo presente «antes, durante y después» del homicidio, y su móvil fue probablemente «sexual«. A su vez consideraron los resultados de peritajes psicológicos que revelaron que el acusado tiene una personalidad con tendencia «a la mitomanía», a «irritarse fácilmente y perder el control de sus impulsos», y un patrón de «desprecio y violación de los derechos de los demás».
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