Las personas que declararon ayer, en el marco del juicio oral por el asesinato de Mario Agustín Salto, se refirieron a lo que presenciaron en la tarde en que el niño se dirigió a una represa, de las tres que tiene la ciudad de Quimilí, para pescar.
La primera en testificar fue Gimena del Carmen Castillo, quien comentó que “Marito” llegó en una bicicleta a su vivienda, alrededor de las 15 horas del 31 de mayo de 2016. Buscaba a sus hijos y un sobrino, con los que compartió juegos. Después, él se dirigió al espejo artificial de agua, mientras que los otros chicos decidieron ir a jugar al fútbol
En la orilla de la represa, sentado solo y debajo de un algarrobo seco, lo vio el testigo Jonathan Caro, cuando se dirigía a su trabajo. Así lo expuso al Tribunal y a las partes del proceso judicial, quien precisó que conocía a la víctima porque habían sido vecinos. Además, comentó que vio a dos personas en una motocicleta en ese sector, sin que pudiera identificar quienes eran.
En tanto, Mónica Corpus expuso que en la tarde del día de la desaparición del niño, vio a un grupo de cuatro o cinco hombres en inmediaciones de la represa. Se cruzó con ellos cuando transitaba en su motocicleta, desde su casa hacia el domicilio donde dictaba clases particulares.
En otro tramo de su declaración, señaló que conocía a la víctima porque asistía al mismo colegio que sus hijos. También dijo que, actualmente, su hija mantiene una relación sentimental con uno de los hijos de Miguel Jiménez, uno de los nueve acusados que tiene el expediente.
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