Juan Pablo Avila es un tucumano de 43 años que todos los días escuchaba como sus pares lo mandaban a “El Pingo” (una forma de mandar al carajo). Tanto escucharlo hizo que tome una drástica decisión.
El hombre googleo si existía tal lugar y se encontró con una grata sorpresa. Su GPS lo podía llevar hasta allí desde el Jardín de la República. El lugar se encuentra a 874.6 kilómetros de Tucumán, con un viaje de 11.17 horas en auto.
Juan Pablo viajó rumbo a El Pingo, Entre Ríos: “Literalmente me fui a donde me han mandado todos, esa es la verdad”, confesó.
“El GPS nos marcaba que estábamos en el centro de El Pingo. Buscábamos con mi señora un cartel, cualquier cosa que diga El Pingo y nada che. No teníamos nada y para nosotros era un bajón porque contar que fuiste a El Pingo y no tener una foto de un cartel o algo es un bajón mal ¿entendés?”, reveló el protagonista de la historia viral.
A Juan Pablo le costó encontrar el cartel que diga El Pingo ya que la ciudad anteriormente se llamaba San Julián. Las esperanzas se habían perdido, pero camino a la ruta se encontró con el mítico cartel.
“Íbamos en la ruta, ya saliendo del pueblo, y en eso miro a la izquierda y veo en un paredón ‘El Pingo’. Inmediatamente, clavé los frenos del auto y di la vuelta”, relató.
“Me empecé a reír, no sabés esa alegría que tenía el vago, era el sueño del pibe. Era un cagadero de risa todos en el auto. Era lo máximo que habíamos logrado, llegar hasta ahí”, dijo excitado.
El hombre quería llevarle recuerdos a sus amigos de El Pingo: “Yo buscaba recuerdos, una remera, un vaso, un caramelo que diga El Pingo. Creo que estaría bueno eso porque la gente de acá, del norte, va a ir. Imaginate traerte un recuerdo de El Pingo”.
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