La reciente disparada del dólar oficial, que en apenas cuatro días escaló un 5% al pasar de $1.300 a $1.380, está generando un fuerte impacto en los precios, según el análisis del economista de Conciencia y Acción Ciudadana (CyAC), Federico Scrimini. Scrimini advierte que el «pass-through», es decir, el traslado del aumento del tipo de cambio a los precios, ya se está sintiendo en diversos rubros de la economía, tanto en bienes de consumo masivo como en productos durables, desde el aceite comestible hasta los automóviles.
La caída del consumo masivo y la pérdida de poder adquisitivo
Según el economista, las listas de precios ya reflejan el impacto de la devaluación. Se estima que agosto se convertirá en el tercer mes consecutivo de alza inflacionaria, revirtiendo la tendencia a la baja que el gobierno había celebrado. Scrimini señala que, si bien se habla de estimaciones, la realidad del consumo masivo es preocupante: «es el silencio del cementerio».
El consumo en comercios mayoristas, que abastecen a los almacenes de barrio (fuente del 70-75% del consumo familiar), ha caído entre un 15% y un 20% en comparación con el año pasado, que ya había sido un año crítico. Esta caída, según el analista, hace que hablar de una inflación del 1,5% o 4% pierda relevancia, ya que «nadie puede comprar nada».
La baja de retenciones, un factor adicional de presión
Además de la subida del dólar, Scrimini señala otro factor que podría impulsar la inflación: la reducción del 20% en las retenciones a las exportaciones a partir de agosto. El economista explica que las retenciones son, en realidad, impuestos a la exportación cuyo objetivo principal no es la recaudación, sino bloquear la señal de los precios internacionales para proteger el mercado interno.
La eliminación o reducción de estas retenciones, por lo tanto, permite que los precios de productos como la carne, el trigo y el maíz se alineen con los valores del mercado global. Esto podría generar aumentos significativos en productos básicos, como el asado, cuyo precio podría dispararse a niveles inalcanzables para la mayoría de las familias.
Remarcaciones inminentes y apertura de importaciones
Las consecuencias de estos factores ya se están notando. La carne, que en julio aumentó un 5%, y el trigo y el maíz, que subieron un 10%, continuarán la tendencia. Además, fuentes cercanas a grandes cadenas anticipan que se aplicarán subas de entre el 3% y el 9% en las listas de precios de agosto.
El economista concluye su análisis destacando la paradoja de la política de importaciones: «Tenemos la importación abierta… Y lo mismo, cuando el tipo de cambio sube, suben los precios». Aunque se permita la entrada de productos más baratos, el efecto del aumento del dólar anula cualquier posible beneficio. La magnitud de estos incrementos, según Scrimini, es algo que solo el tiempo revelará.
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