Newell’s arrancó la Copa Sudamericana. No jugó bien. Priorizó mantener la organización táctica. Y después ver qué onda. Ante un rival permeable, pero al que no exigió. Ni tampoco trató de someter desde el juego. Sólo inquietar con alguna incursión aislada. Y en ese contexto el resultado lo comenzó a sostener Alan Aguerre en el complemento con algunas tapadas claves. Tampoco es que Atlético Goianiense fue una tromba. Porque mostró ser un rival austero. En todo sentido. Y así configuraron un partido olvidable desde la vista. Pero rescatable desde la igualdad. Porque el empate de visitante configura un buen debut desde lo matemático.
El partido podría haberse extendido por muchos minutos más pero nada hubiese modificado el resultado. Porque ambos equipos chocaban contra sus propias limitaciones y las que les presentaban. Y el 0 a 0 fue la lógica conclusión de un pragmático Newell’s.
Newell’s repitió formas y recursos. Idénticos propósitos, similares carencias. A los pocos minutos se pudo establecer el primer diagnóstico. Atlético Goianiense no era un adversario de los más complejos. Ofrecía espacios y se mostraba vulnerable a la hora de retroceder. Fundamentalmente cuando el equipo de Burgos se animaba a incursionar por los costados. Sólo era cuestión de proponérselo. Pero es sabido que el Mono prioriza el orden defensivo y después con prudencia busca llegar al arco de enfrente.
Goianiense no irrumpía como ese equipo dúctil con la pelota. Era evidente que no era un cultor del jogo bonito. Se presentó como más utilitario, tratando de jugar a espaldas de Pablo Pérez y Sforza para desde allí quebrar la organización leprosa, pero no lo podían plasmar porque los zagueros achicaban ese espacio y también fallaban en la precisión. Si en la tapa inicial sólo inquietaron a Alan Aguerre con un remate de Danilo Gómez, que el arquero tapó con ambas manos.
En el complemento los brasileños ingresaron con mayor determinación, generaron momentos de zozobra en la última línea rojinegra, pero la fortaleza organizativa del Mono Burgos se mantenía más allá de algunas incursiones, con Janderson como un rival de riesgo.
Burgos a los 60’ movió el tablero con Scocco por Maxi Rodríguez y Llano por Cingolani, en esas variantes con las que el pragmatismo del entrenador busca un rédito mayor.
Pero el equipo brasileño empezó a pisar con mayor asiduidad el terreno de Newell’s, y fue Eduardo el que exigió a Aguerre, quien ya comenzaba a sostener la igualdad con su actuación.
Ya cuando el partido se iba por el callejón de los sueños rotos, los brasileños tuvieron la ocasión más clara para ganar, pero un despeje sobre la línea de Llano evitó que Newell’s se volviera con las manos vacías.
Fue cero en la cancha, pero el Newell’s de Burgos se trajo un punto, que por lo visto no es poco, más cuando se consiguió de visitante.
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