Por Boris Muñoz* – New York Times en español
2020 ha sido un año como ningún otro. La especie humana fue sorprendida con la guardia baja por un enemigo invisible e insidioso que ha confinado por largos meses al mundo entero, cobrado casi dos millones de vidas, hundido a la economía en una crisis abismal y puesto a muchos países de rodillas.
La pandemia del coronavirus ha sido un brutal recordatorio de los frágiles que somos los seres humanos, de lo indispensable que son la empatía y la solidaridad —así sea a través de una pantalla— para subsistir. Ahora que empieza a vislumbrarse su final con la llegada de vacunas y mejores tratamientos para la COVID-19, todos deseamos con razonable esperanza un 2021 más amable. Es natural que muchos estén ansiosos por rehacer la normalidad, abrazar de nuevo a sus familiares y amigos, volver a sus puestos de trabajo, decirle chao para siempre al coronavirus, olvidar la pandemia.
Sin embargo, no vayamos tan rápido. No conviene seguir ignorando el poderoso llamado que 2020 ha machacado: son los débiles y los más pobres quienes más severamente han sufrido el impacto de la crisis, el populismo en alza por todos lados es una amenaza para la democracia y la destructiva actividad humana ha acercado peligrosamente al medioambiente a un punto de no retorno tras el cual nada garantiza nuestra sobrevivencia como especie. Todo eso estaba antes del coronavirus, pero ahora queda mucho más claro. El balance de este año es que vivimos sumamente desbalanceados. Seguir como vamos es posible pero suicida. Si no actuamos unidos, los problemas que nos afligen escaparán de nuestro control. El mundo necesita un reseteo. Recordarlo parece un lugar común, pero no lo es. Postergarlo es un lujo que no podemos darnos.
Y ese nuevo comienzo es una oportunidad que pasa por entender lo que pasa. De eso se tratan estas 40 opiniones y las dos series que compilamos como recuento de 2020.
El año fue un carrusel de eventos que se sucedieron a un ritmo vertiginoso. 2019 había concluido con una oleada de protestas sociales y políticas en Chile y Bolivia junto a las cuales acontecieron otras movilizaciones de mujeres y grupos LGBT+ que luchaban por una genuina ampliación de la democracia y la justicia en distintos países latinoamericanos. Una temporada infernal de fuegos en la Amazonia hizo evidente el peligro que representan las destructivas políticas desarrollistas y extractivistas del presidente Jair Bolsonaro para un bosque lluvioso esencial a la estabilidad del clima global. Nuestros colaboradores hicieron también patente la lucha contra el autoritarismo y la corrupción en países como El Salvador, Venezuela, México, Guatemala, Argentina y Colombia.
En la sección de Opinión en español de The New York Times seguimos cubriendo estos acontecimientos en 2020, pero también otros importantes hechos del año, como los crímenes raciales en Brasil, el espionaje y el acoso de los gobiernos de Colombia, Brasil, México y Argentina contra la prensa; el auge de la intolerancia, las fake news y el discurso de odio en las redes sociales en varios países. El abismo sin fin que es Venezuela, la situación de los migrantes de Centroamérica, el ominoso ciclo de la violencia en México, los latinos y las elecciones de Estados Unidos, estuvieron presentes regularmente en nuestro reporte. Igual que los protagonistas del poder: Donald Trump, Andrés Manuel López Obrador, Nicolás Maduro, Jair Bolsonaro, Álvaro Uribe y, last but not least, Joe Biden, el flamante presidente electo estadounidense. Por su parte, España se vio sacudida por la gestión errática de la pandemia, el virulento ascenso de la ultraderecha, los desatinos de la izquierda gobernante y los escándalos del exrey Juan Carlos I.
Una nota alta fue la serie Postales del coronavirus, que fue curada con gusto exquisito por el fotógrafo Pablo Corral Vega y reunió en una feliz mezcolanza a artistas visuales, fotógrafos, activistas, escritores, médicos, periodistas y gente común. La Amazonía ha visto nuestro futuro fue otro ambicioso proyecto. Se publicó simultáneamente en español, inglés y portugués para dar mayor alcance a la denuncia de los desastrosos efectos de la descontrolada explotación a gran escala que sufre la Amazonía, pero también dar cuenta de prometedoras innovaciones que podrían encauzar el desarrollo sostenible de la selva tropical, evitar el exterminio de sus milenarias poblaciones indígenas —muchas de ellas aún sin contacto con la modernidad occidental— y aprender de ellas y con ellas cómo conjurar la destrucción irreversible de esta vital zona para el medioambiente.
El año 2020 nos ha dejado a muchos sin aliento. Es momento de darnos un breve respiro, pero solo para tomar impulso y tratar de construir un mundo más amable y mejor en 2021. No confrontar los desafíos del presente, bien podría confirmar que los humanos no sabemos convivir en el planeta sin hacer colapsar el medioambiente. Si transformamos en cambio las lecciones que deja la pandemia en acciones colectivas y mejores políticas para resolverlos, la tarea será menos ardua y el resultado será un mundo más sensible y sostenible.
El año que concluye fue un reto inmenso para mí y Patricia Nieto, nuestra editora adjunta en México. Pero también ha sido un gran estímulo para seguir llevando a nuestros lectores las mejores perspectivas y opiniones de América Latina y España. Gracias por acompañarnos.
Gentileza de Other News
*Boris Muñoz, editor de Opinión en español de The New York Times
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