El 30 de noviembre se inicia en la ciudad de Dubái, la Cumbre del Clima de Naciones Unidas, COP 28, que se extenderá hasta el 12 de diciembre.
En un contexto cada vez más crítico, en materia climática, se evaluarán los avances de cada país, en base a los objetivos y compromisos adoptados en el Acuerdo del Clima de París firmado en 2015 en la COP 21.
Lamentablemente, es un hecho que ninguno de los países firmantes de aquel Acuerdo está reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero al ritmo comprometido, pero se espera que esta revisión los obligue a acelerar sus acciones.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) publicó este mes un informe donde se revela que los gobiernos tienen previsto producir a fin de esta década, alrededor de un 110% más de combustibles fósiles de lo que sería compatible con la dicha meta de limitación del calentamiento a 1,5 ºC.
El mes de julio de este año fue el más caluroso jamás registrado, y muy probablemente el más caluroso de los últimos 120.000 años, según los científicos. Y la tendencia indica que el 2023 será el año más cálido.
Durante este año, una de cada cuatro personas en todo el mundo- unas 1.900 millones de personas- enfrentó olas de calor extremas y peligrosas impulsadas por el cambio climático. Y el 90 % de las personas (unas 7300 millones) experimentaron al menos diez días de muy elevadas temperaturas.
Así, la COP28 será una instancia crucial para la evaluación del progreso y la búsqueda de la necesaria aceleración de la acción climática.
En este contexto, el Papa Francisco publicó el pasado 4 de octubre una nueva exhortación apostólica, denominada Laudate Deum, como un aporte para la COP 28, y una actualización de la reconocida Encíclica Laudato Si’, de mayo de 2015.
Allí plantea que, al momento de presentar Laudato Si’, el mundo había alcanzado un máximo de concentración de dióxido de carbono en la atmósfera de 400 partes por millón, pero que en junio de este año, esa cifra ya se había elevado a unas 423 partes por millón.
Francisco señaló también que «por más que pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes. Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos»
Y para reforzar este mensaje, y su compromiso, acaba de confirmar que estará presente personalmente, entre el 1° y el 3 de diciembre en Dubai, marcando un nuevo hito en la impronta social y ecológica, que le ha impuesto a su papado.
Sin dudas, la COP 28 representa una nueva oportunidad para transformar las palabras en acciones concretas. Porque es necesario ver un compromiso real, financiamiento adecuado y medidas audaces por parte de los países. El tiempo para actuar es ahora, y esta cumbre brinda la plataforma perfecta para encaminarnos hacia un futuro sostenible para todos.
*El licenciado Julián D’Angelo es director del Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA) y secretario ejecutivo de la Red Iberoamericana de Universidades por la RSE (RedUniRSE).
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