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El sueño del polo de derecha

Por Hugo Haime
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Macri se ha obstinado en continuar en el centro de la escena, aunque pretenda pasar desapercibido. Se ha dado cuenta de que le será mas fácil impulsar sus ideas si gana Milei que si gana Bullrich. Tanto desde Harvard como desde las redes sociales, y hasta el día de las PASO, no paró de decir que los votos de ambas coaliciones son sumables. Poca gracia le hacen a Bullrich tales declaraciones, y qué decir a los radicales. Finalmente, fue gracias a la alianza con ellos que Macri consiguió ser presidente de un gobierno en donde el partido centenario fue invitado de piedra en las grandes decisiones.

La alianza potencial Milei-Macri es reafirmada por ambos cada vez que pueden, Milei hasta se animó a hablar de un acuerdo para desalojar a Riquelme de la conducción de Boca. Preguntado sobre si él también llamaría a un gobierno de unidad nacional, tal como propone Massa, contesta que la verdadera grieta es entre quienes aman la libertad y los socialistas. Clarito: con los radicales no. Mieli, como referente liberal, existe porque Macri fracasó. Macri puede vover al centro de la escena con Milei porque el libertario lo necesita. Ambos están convencidos de que es necesario ir a un cambio rápido, sin concesiones. Pero para ganar necesitan sumar votos. Por eso Milei en el primer debate, tal como dijo Bregman, más bien parecía “gatito” y no “león”. Hasta dejó de hablar de “dolarización ya”. Él cree que esa zanahoria del billete verde le servirá para las legislativas 2025.

El país que viene necesita resolver la inflación y redefinir su identidad nacional

Con plebiscito popular más el acuerdo con el PRO, muchas leyes podrán pasar por el Congreso. Y si antes de los dos años logra bajar fuerte la inflación con lo que él llama dolarización, seguramente aspirará a reformar la Constitución para intentar quedarse unos cuantos años más. No por nada habla de un plan en tres etapas. Si ganara, su gran problema sería el poder generar expectativas. Para eso Macri es pieza fundamental.

En algo ambos liberales tienen razón: si Milei venciera, la política argentina se reconfiguraría. Cambiemos carecería de sentido, sería la alianza del PRO con los libertarios. Un polo de derecha puro. Pero también desde el peronismo se piensa en la reconfiguración de la política. Si venciera Massa, convocando a un gobierno de unidad nacional, buscaría generar un movimiento nacional inclusivo. Y si Massa no venciera, el peronismo o se reconstituiría como movimiento nacional con radicales, socialistas y liberales, o se partiría en pedazos.

Llaryola en Córdoba, los gobernadores del NOA y el NEA más Kicillof –si terminara vencedor– podrán pensar juntos una política defensiva pero para crecer deberán encontrar una nueva identidad o se diluirán en partes. Lo que es seguro es que si logran una  síntesis, ella no será un polo de izquierda, los radicales tendrán la oportunidad de hacer valer sus gobernaciones y, junto a un peronismo federal, pueden ser la contraparte del polo de derecha.

El país que viene necesita resolver la inflación, estabilizarse, crecer y redefinir su identidad nacional en el marco de una sociedad que demanda cambio. Entre otros problemas, tiene un corte generacional con jóvenes que no piensan en un proyecto colectivo, sino que bregan por conseguir sus aspiraciones personales.

Es una generación de cristal que no soporta frustraciones. Y es justamente allí en donde pueden estar los pies de barro del polo de derecha. Quienes fundaron el país necesitaron generar proyectos compartidos como modo de lograr confianza y cohesión social. Ello, desde San Martín y Belgrano en adelante, aunque no le guste a Marra. Todos pueden aceptar ser pobres si todos confían en que podrán dejar de serlo y para ello acuerdan en un esfuerzo y un proyecto común. Pero si el sueño es solo individual y las metas no se consiguen, lo que habrá será frustración individual, y el desengaño llegara rápido.

Por eso, América Latina nos muestra que políticos que surgen de la nada pueden ganar pero no necesariamente perdurar.

Fuente Perfil