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¿Es posible un golpe de Estado en España?

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Por Vicenç Navarro*

Hace unos días hubo un intento de golpe de Estado en Estados Unidos, cuando un grupo de militantes de movimientos y partidos de ultraderecha intentaron interrumpir y evitar la aprobación, por parte del Congreso estadounidense, de los resultados de las elecciones presidenciales en aquel país, en las que el candidato del Partido Demócrata, Joe Biden, fue ganador. Tales manifestantes tomaron por la fuerza el edificio del Capitolio, causando la muerte de cinco personas y forzando a los miembros del Congreso (tanto del Senado como de la Cámara de Representantes) a buscar refugio para salvaguardar su integridad física.

Nunca había ocurrido algo semejante en EEUU. Como era lógico, el impacto de la noticia a nivel internacional fue enorme, pues el hecho estaba ocurriendo en el país que se presenta frecuentemente como el abanderado de la democracia liberal. Si había ocurrido en EEUU, mucha gente se preguntó si podría ocurrir algo semejante en su propio país. La gente es consciente de que en un gran número de países está teniendo lugar un crecimiento de la ultraderecha, que cuestiona el orden democrático existente, intentando canalizar el enfado y frustración en amplios sectores de la población como resultado de la enorme crisis social, que ha estado golpeando a muchos países, acentuada todavía más con la expansión de la pandemia. Es lógico, por lo tanto, que, en muchos lugares, incluyendo España, mucha gente se pregunte si un golpe parecido podría ocurrir en su territorio.

Características de la ultraderecha en EEUU (y en muchos países europeos)

Aunque hay una gran diversidad dentro de estos movimientos de ultraderecha que existen a los dos lados del Atlántico Norte, tienen también características comunes, como son: un nacionalismo extremo, basado en una concepción de superioridad de raza y/o grupo étnico cultural, muy autoritario y antidemocrático, que va mucho más allá del fenómeno conocido como «populismo», pues aun cuando tiene con este una característica común -el caudillismo-, incluye otras dimensiones que son más próximas al fascismo que al populismo. Entre ellas, la de ser un movimiento con una cultura violenta, que se considera víctima de la aparición de nuevas fuerzas políticas que cuestionan su dominio y su visión del mundo, a las que cataloga como «socialistas» y «comunistas» que supuestamente están instrumentalizando el Estado para imponer un sistema totalitario carente de libertades que elimine su cultura e intereses. Su primitivismo, su visión reaccionaria y su religiosidad cristiana profunda, con vocación de cruzada contra otras religiones y formas de espiritualidad, son características que van más allá del populismo. En realidad, muchos de sus dirigentes no ocultan en EEUU sus simpatías pro-nazis y pro-fascistas, incluyendo la utilización de sus símbolos. Vean las imágenes de la toma del Capitolio y lo verán. Su racismo y antisemitismo apareció con toda su máxima expresión, con referencias constantes a un patriotismo entendido como la defensa a ultranza y por medios violentos del orden actual establecido, amenazado por los supuestos socialistas y comunistas que consideran están controlando el Partido Demócrata.

¿Podría ocurrir un golpe de Estado similar en España?

La respuesta a esta pregunta es un SÍ, pues ya ha ocurrido en varias ocasiones (como el 23-F de 1981), siendo además nuestro país uno de los más vulnerables a ello entre los países a los dos lados del Atlántico Norte. Soy consciente de que en los mayores fórums de «respetabilidad» política del país, donde se promueve la sabiduría convencional de los establishments políticos y mediáticos dominantes, tal afirmación pueda parecer una exageración. En dichos fórums nuestro sistema democrático se presenta como robusto, esto es, una de las democracias más maduras en el mundo, según el semanario liberal The Economist, siendo homologable a cualquier otro sistema democrático existente en la Europa Occidental, y suficientemente sólido como para descartar cualquier situación semejante a la ocurrida en Washington hace unos días. En esta visión idealizada del sistema político español, se considera que la transición de la dictadura a la democracia fue modélica, ya que supuso una ruptura con el régimen dictatorial anterior, habiéndose consolidado ya una cultura democrática a nivel de la población que excluye esta posibilidad. Es más, constantemente se asume que la Unión Europea no permitiría que tuviera lugar un golpe de Estado en España, siendo tal pertenencia a la UE una de las mejores garantías de que ello no pueda ocurrir en nuestro país.

¿Cuál es el contexto que favorece la aparición de tal golpe de Estado?

La imagen idealizada del sistema democrático español oculta varios hechos esenciales que cuestionan la credibilidad de la sabiduría convencional. Uno es que no hubo una transición modélica ni tampoco hubo una ruptura con el aparato dictatorial anterior. Sin ánimo de desmerecer los cambios importantes que tuvieron lugar durante y después de la transición, el hecho es que, en el Estado español, liderado, como Jefe del Estado, por el monarca actual (heredero del rey nombrado por el dictador), hay una parte de los aparatos del Estado y, muy en particular, sectores de los aparatos de seguridad y policiales, del sistema judicial y de las fuerzas armadas, que experimentaron pocos cambios, tanto de personal como de cultura política, hasta tal punto que incluso se mantuvo una estatua del dictador (responsable del mayor número de asesinatos políticos que hayan existido en España) en la Academia General Militar del Ejército hasta hace pocos años. Y es conocido que hay altos mandos de tales fuerzas armadas, así como del sistema judicial y de los cuerpos y fuerzas de seguridad, que comparten la cultura e ideología del régimen anterior.

En realidad, como he documentado en varios de mis libros (Bienestar insuficiente, democracia incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país y también El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias), el subdesarrollo social de España es consecuencia del enorme dominio que las derechas –y los grupos económicos y financieros que representan (muchos de ellos, herederos de las fuerzas dominantes durante la dictadura)– han tenido sobre el Estado español.  Han transcurrido más de cuarenta años de democracia y España continúa teniendo uno de los Estados del Bienestar menos desarrollados de la Europa Occidental. Los datos están allí para el que los quiera ver. El gasto público social continúa situado entre los más bajos de la Unión Europea de los Quince, el grupo de países de tal comunidad con mayor desarrollo económico.

¿Cuáles son las condiciones que hay en EEUU que explican el intento de golpe de Estado? ¿Cuáles de ellas existen también en España?

Si analizamos lo que pasó en EEUU, vemos que muchas de las condiciones que lo propiciaron las encontramos también en España. Una es la existencia de una profunda crisis social exacerbada por la Gran Recesión y agravada por la pandemia.

Otra es que haya un estado generalizado de insatisfacción y desánimo debido a las condiciones existentes, con la aparición de movimientos sociales que presentan propuestas alternativas de clara orientación reformista que, de aplicarse, significarían cambios sustanciales en el orden económico y social del país. En EEUU ha habido grandes movilizaciones de amplios sectores de la población, como por ejemplo: el movimiento de protesta frente a la represión policial (Black Lives Matter), muy marcada hacia las clases trabajadoras pobres (la gran mayoría, negros y latinos); un nuevo movimiento feminista claramente contestatario y con una clara orientación popular (distinta a la del movimiento feminista anterior, cuyo referente fue la Sra. Hillary Clinton, de orientación de clase media alta ilustrada) y que se centra en los temas cotidianos de las familias trabajadoras, movimiento dirigido primordialmente por mujeres negras y latinas de origen de clase trabajadora; nuevas movilizaciones obreras que han puesto a la defensiva a las fuerzas conservadoras y tradicionales, como las iglesias cristianas, grupos empresariales y poblaciones rurales, los cuales se consideran víctimas de una discriminación cultural reproducida por el lenguaje «políticamente correcto», que cuestiona su identidad blanca y «americana» (y que incluyen a amplios sectores de la clase trabajadora blanca). Tales sectores sienten amenazada su identidad y su dominio racial y cultural, acusando de comunistas y socialistas a cualquier institución o formación política que cuestione dicho dominio.

Una tercera condición es la existencia de un amplio entramado de medios de desinformación, los cuales promueven falsedades y promocionan la figura de un caudillo, Donald Trump (figura televisiva y gran especulador de la industria inmobiliaria de Nueva York, conocido por su corrupción y ultraderechismo), que es presentado como víctima de una discriminación por parte del gran establishment económico y financiero neoyorquino a causa de su oposición a dicho establishment. En este sentido, su principal punto de atracción para amplios sectores de las clases populares (que se sienten igualmente marginadas y discriminadas) es que odia a los mismos que ellos odian. Dicha imagen «antiestablishment» es promovida por tales medios de derechas.

Finalmente, una cuarta condición es contar con una base electoral muy leal, con una ideología ultraderechista

Muchas de estas condiciones existen en España, tales como:

  1. Una crisis económica y social muy acentuada (ver mi reciente libro digital Pandemia, economía y Estado del Bienestar. Causas, consecuencias y alternativas posibles ante la pandemia de coronavirus).
  2. La persistencia de una cultura heredada de lo que se llama en España el franquismo, extendida en amplios sectores del país como consecuencia del enorme dominio que tienen las fuerzas conservadoras, incluyendo en las instituciones (como la Iglesia Católica) influyentes en los medios de reproducción de valores.
  3. Una formación política de ultraderecha con muchos elementos ideológicos semejantes al trumpismo de EEUU, Vox, cuya influencia en los otros partidos de derechas en España es muy grande, no sólo por las alianzas políticas necesarias para que estos gobiernen, sino porque también «odian» a los que Vox odia: las nuevas izquierdas.
  4. Un discurso de odio y enorme hostilidad hacia el gobierno de coalición de izquierdas (y, muy en especial, en contra de los miembros de Unidas Podemos), al que acusan de ilegitimidad e incluso criminalidad (dándose en España la situación incluso más agravante y peligrosa que sectores del aparato judicial comparten la cultura del aparato del régimen dictatorial anterior). Esta situación no se ha dado en EEUU, donde incluso el Tribunal Supremo (profundamente conservador) se ha opuesto al intento de golpe de Estado. No estoy seguro de que también fuera así en España.
  5. Una cultura de enorme agresividad hacia los nuevos movimientos reformistas como Unidas Podemos, a los que se presenta como un elemento a exterminar, pues son vistos como un virus mortal que puede terminar con su dominio en la sociedad. Léanse, como indicador de ello, las cartas de los militares retirados amenazando con el asesinato necesario de millones de españoles para salvar a la patria de nuevo, y la enorme pasividad por parte de los aparatos judicial y de seguridad del Estado, y el silencio del Jefe del Estado.

Este odio va en aumento y tiene que ver con los enormes privilegios de tales estamentos y su gran inseguridad, lo que determina una enorme intolerancia hacia cualquier avance social o económico que ocurra y que afecte las coordenadas de poder dentro del Estado. De ahí que busquen una alianza con aquellas fuerzas que les son cercanas, pues de ahí deriva su esperanza de poder evitar el desarrollo de políticas públicas que reduzcan sus privilegios.

La Unión Europea no evitaría un golpe de Estado

En cuanto a la supuesta ayuda por parte del establishment político-mediático de la UE, ha sido precisamente tal establishment el que puso en marcha las políticas públicas neoliberales que han creado la enorme crisis social. Ellos fueron los causantes de las enormes crisis ocurridas en la UE y que han sido especialmente graves en España e Italia (y en Grecia). Su neoliberalismo fue la causa de la enorme crisis económica que luego dio paso a la crisis social. Creer que las instituciones europeas, gobernadas mayoritariamente por las derechas, y cuyo parlamento ha llegado a aprobar medidas profundamente retrógradas y reaccionarias, son una barrera democrática frente al golpismo es erróneo. En realidad, han podido gobernar sin grandes dificultades conviviendo con dos gobiernos claramente trumpianos en Polonia y Hungría.

Los continuos silencios de los medios frente a esta posibilidad de golpe de Estado

Como si de un intento de afirmar que lo que estoy alertando es una amenaza real se tratara, hace unos días ha aparecido una carta de un teniente general, remitida a la ministra de Defensa, Margarita Robles, donde se indica que la opinión expresada por los militares retirados está ampliamente extendida en el Ejército, lo cual, por desgracia, no puede descartarse. El peligro del golpismo en la cultura militar española es constante y si no se ha dado antes, después de Tejero, es debido a que nunca hubo una demanda más generalizada (que queda reflejada en la existencia de un gobierno de coalición de izquierdas) de cambio en el país que corrija el enorme desequilibrio de fuerzas que todavía persiste en España entre los herederos de los vencedores y los vencidos en la Guerra Civil. La creciente hostilidad de Vox hacia el gobierno español actual, reproducida por el PP y también por Ciudadanos, que constantemente definen a un gobierno democráticamente elegido como inconstitucional, ilegal y criminal, contribuyen a crear un clima de crispación en el que podrían darse actos como el del Capitolio en Washington, actos de los cuales, aunque no fueran realizados con el apoyo de tales partidos, estos también serían responsables por haber creado el clima político propicio para que ocurrieran. No estoy indicando con ello que tales partidos estén pidiendo directamente un golpe de Estado, pero sí que están creando, consciente o inconscientemente, la cultura que puede llevar a ello, tal y como afirmó recientemente uno de los periodistas más agudos y sutiles de los medios españoles, Enric Juliana.

Una última observación: lo que La Sexta ocultó

Vi el reportaje emitido el día 8 de enero en el programa «La Sexta Columna», de La Sexta, sobre lo ocurrido en EEUU. Fue interesante, pero insuficiente, pues lo más llamativo es que silenciaba algunos elementos importantes en su análisis del intento de golpe de Estado en Washington hace unos días (y el de Tejero del año 1981 en España). El principal conflicto existente en EEUU que se presentó en el programa fue el racial que, aun siendo muy importante, no explica el apoyo de amplios sectores de la clase trabajadora blanca a Trump, algunos de los cuales habían votado antes a Obama. Hay que tener en cuenta que, en Europa, muchos votantes de partidos de la izquierda tradicional acabaron votando a la ultraderecha, y lo mismo ocurrió en Estados Unidos. No se puede entender el fenómeno Trump sin comprender lo que ha estado pasando antes de él como resultado del impacto de las políticas neoliberales (ver mi artículo Las consecuencias de la escasa democracia en EEUU, Público, 11.11.20). Sobre esto hubo un silencio ensordecedor. Y otro silencio, igualmente ensordecedor, fue que La Sexta no se atrevió a citar que uno de los puntos más alarmantes para la democracia española no son solo las declaraciones de dirigentes de Vox y también del PP, acusando al actual gobierno español de ser ilegal (exactamente cómo define Trump a la futura administración Biden), sino también las declaraciones de miembros retirados del Ejército que igualmente lo han acusado de ilegal, sin que el Jefe del Estado, el monarca, se haya pronunciado al respecto. No creo que veamos en la supuestamente ejemplar democracia española (fruto de una transición también definida erróneamente como «modélica») un programa televisivo que analice el peligro de un golpe de Estado por parte de sectores del Ejército, unas fuerzas armadas que hasta hace muy pocos años, y como dije antes, tenían un monumento del dictador general Franco en su Escuela. ¿Se imaginan algo semejante en Alemania, Italia o Francia, que sufrieron regímenes similares? Y los medios de información, callados. ¿Y alguien se imagina que en un desfile militar se pusiera en la misma categoría a un aliado del nazismo (un soldado de la División Azul) y a un luchador en favor de la democracia, como hizo el ministro de Defensa socialista, el Sr. José Bono, tertuliano frecuente en La Sexta, en el desfile del 12 de octubre de 2004? Estos actos muestran la insensibilidad democrática que existe en España y su excesiva tolerancia para con el fascismo, término no utilizado en este país, donde el establishment político-mediático prefiera hablar de «franquismo», a fin de definirlo como un movimiento caudillista populista en lugar de lo que fue, un régimen fascista.

Gentileza de Other News

*Vicenç Navarro ha sido Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona. Actualmente es Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Ha sido también profesor de Políticas Públicas en The Johns Hopkins University (Baltimore, EEUU). Autor de la columna “Pensamiento Crítico” en el diario Público.es  Fuente: www.vnavarro.org / Público.es