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La voz en riesgo

Por Alberto Tasso
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Hace muchos años hice algunas notas para el vespertino La Hora, que había fundado Leocadio Rosa Tissera en 1944. Treinta años después lo dirigía José Edmundo, uno de sus hijos. Alto, cetrino, de rostro aindiado, serio y afable al mismo tiempo. No olvido que tenía un diente de oro ni que el diario quedaba en Entre Ríos 56, a la vuelta de la Biblioteca Sarmiento.

Ese día le llevé una nota de dos páginas titulada “La prensa amenazada”, referida a la prohibición de información que requería el plan dictadura de los años ‘70: si te opones, mejor que te calles, te vayas o te mueras. El aula y la prensa eran lugares de riesgo. Una solicitada le costó la vida a Rodolfo Walsh

Don José Edmundo la leyó mientras tomaba unos mates. “Me gusta el título, le dirá a Gutiérrez que lo ponga en letra catástrofe. Sacaré solo unas líneas, le recomiendo escribir corto”.

Aunque la nota nunca se publicó recuerdo la experiencia porque me sirve para escribir con otro título sobre el mismo tema. Vayan idas y vueltas de la historia.

Hoy los medios de difusión pública están en estado de alerta. Y no es para menos. El anuncio de la intención de privatizar Telam y Radio Nacional que ha circulado esta semana puede ser una fake news, pero es también una realidad posible.

Como comunicadores nos solidarizamos con los y las colegas de esos medios que ven amenazado algo más que su fuente de trabajo. Se trata del derecho a saber lo que pasa

La información es un bien y también una mercancía que se compra y se vende a través de un complejo proceso de producción en el que puede ser adulterada, deformada u ocultada por razones económicas o políticas.

Todos y todas tenemos derecho a informar y a ser informados, pero en nuestra sociedad es desigual la posibilidad de ejercerlo por múltiples motivos que no viene al caso nombrar. Aunque la cuestión principal es cómo hacemos para disminuir la desigualdad, la urgente es evitar que aumente.

No ignoramos el poder de los medios como constructores de opinión, ni el poder de las redes, donde se juegan intereses que valen más que el capital.  En este momento en que se están barajando las cartas del futuro me preocupan espadas y bastos. Al oro no lo conozco. Solo me bastan las copas.