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Venezuela: Dos puntos de vistas contrapuestos

Presentamos dos artículos, uno de Laura Furcic, periodista, directora de televisión y productora venezolana y otro de Álvaroi Verzil, Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) .
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Alas negras “por ahora” en Venezuela.

Por Laura Furcic

En el primer año de su gobierno, en 1958, Rómulo Betancourt le encargó al arquitecto paisajista brasileño Roberto Burle Marx el diseño de un parque de 190 acres de terreno en el centro de la ciudad de Caracas, el maravilloso Parque del Este. A la par de esto, personajes como Alexander Calder dejaban su huella en obras arquitectónicas como la Ciudad Universitaria de Caracas, donde se encuentra la obra de arte de Calder más grande jamás realizada, el techo acústico del Aula Magna.

Estas referencias hacen que sea difícil sacar de la mente el impacto visual que recibimos algunos caraqueños al toparnos con una de las primeras obras públicas del presidente Chávez en el este de la Ciudad, muy cerca del mencionado parque del Este. Se trataba de una nueva reja en todo el perímetro del aeropuerto La Carlota, ubicado en pleno centro del este de la ciudad convertida en la base aérea militar “Generalísimo Francisco de Miranda”.

Esto es como una de esas señales rojas del inicio de cualquier relación romántica a las que si uno les pusiera un mínimo de atención se evitaría muchos fracasos. Pues bien, estamos hablando del enrejado del perímetro de un aeropuerto que por pequeño que sea abarca al menos un par de kilómetros a la vista del tránsito ciudadano desde diferentes puntos de la ciudad. Ese cambio aparentemente intrascendente se podía interpretar por varias vías;  una de ellas  sería el hecho de que en 1992 ese fue el escenario del intento de Golpe de Hugo Chávez a Carlos Andrés Pérez y valía la pena darle un refuerzo a la maya de gallinero que antes protegía lo que ahora se convirtió en una base militar (no fuera a ser que el día menos pensado se revirtiera la cosa y le dieran un golpe de estado a él … ) pero, por otra parte, se podría pensar, a la venezolana, que  simplemente algún familiar o conocido dueño de alguna herrería sería compensado por favores recibidos.  Ahora bien, no se trató de una cerca convencional, lo que cualquiera entiende que es una reja para delimitar el área. No. Esta tenía metamensaje; varios miles de metros de paneles de alas gigantes de hierro negras, unidas entre sí por escudos que fueron robados al poco tiempo, por lo tanto, unidas por círculos vacíos y dañados. Pero las alas negras del presagio siguen allí, se posaron para quedarse.

Para ese momento, el gobierno todavía tenía las arcas llenas porque el petróleo alcanzó un valor de 140 dólares por barril y Venezuela producía tres millones de barriles al día. La algarabía del dinero del gobierno repartido en misiones, becas para jóvenes, estudiantes, embarazadas, amas de casa y compras de fidelidades internacionales…justificaba en parte la indiferencia popular que para la fecha no daba demasiado oído a frases claramente dichas como “no vamos a sacar a la gente de la pobreza y llevarlas a la clase media para que sean escuálidos”, “vinimos para vengarnos”, tal y como apunta la memoria infalible de Laureano Márquez.

Paralelamente con el proyecto de la reja, dejamos de tener un poder legislativo bicameral gracias al cambio de constitución realizado por Hugo Chávez Frías en 1999. Recordemos que asume el poder en enero de 1999, y anuncia la formación de una Asamblea encargada de preparar las modificaciones de la constitución nacional. En seis meses esta Asamblea tenía ya un nuevo proyecto donde se reformarían 33 artículos de la constitución de 1961. Se sometió a referéndum y en Diciembre de ese mismo año fue aprobada. Varias reformas se fueron añadiendo en años sucesivos, entre ellas, la posibilidad de reelección inmediata e indefinida de cualquier cargo de elección popular, entiéndase ante todo del presidente de la República. El paquete incluyó nuevos nombres para todas las instituciones conocidas y le llegaron cambios inclusive a los símbolos patrios. Venezuela dejó de ser Venezuela a secas, y pasó a ser la República Bolivariana de Venezuela; a la bandera se le añadió una estrella y al escudo le cambiaron la posición al caballo y todo lo demás que tenía un nombre en los anteriores 40 años dejó de llamarse así. Es decir, toda la fachada general fue modificada inocuamente, cuando el cambio se cocinaba en la esencia. Eso de que le cambien a uno las cosas que conoció toda su vida y se tenga que confundir al hablar al punto de no saber ya cual es la instancia a la que debe apelar, es lo que me atrevo a llamar la sedación del desconcierto. Y eso ocurrió.

Soy venezolana y fui reportera durante varios gobiernos, cubrí varias elecciones presidenciales y regionales antes de Chávez.  Para entonces la estructura del Consejo Supremo Electoral no sólo era incuestionable por la reputación de sus representantes en cada partido político, sino por la investidura de quien lo presidía. Es decir, uno le podía revisar el currículo a esa gente. Dicho ente regulador de los procesos electorales era elegido por el Congreso. A esta entidad también le cambiaron el nombre y se convirtió en Consejo Nacional Electoral. Baste recordar que Chávez le encargó esa gestión clave de presidir el ente electoral a uno de los artífices de la revolución Bolivariana antes de ser vicepresidente del país, Jorge Rodríguez.  Actualmente, los miembros del CNE los elige el Tribunal Supremo de Justicia con la misma carencia de imparcialidad.

Un detalle importante es que en ese cambio de constitución que Chávez ejecutó en su primer año de mandato, le añadió 10 nuevos magistrados a lo que era la Corte Suprema de Justicia, hoy Tribunal Supremo de Justicia. Pasaron de 20 a 30 magistrados, todos nombrados por el presidente de la República.

Para ser magistrado de la Corte (en ese pasado que ya poco se recuerda) no solo había que ser abogado, los requisitos incluían un número de años como profesor universitario, otros años ejercidos como juez en diferentes instancias e inclusive una especificación de edad superior a los 30 años. Dichos requisitos hoy en día no sólo no se cumplen, simplemente fueron eliminados. Un detalle que ilustra la situación lo ofrece el hecho de que el actual presidente de lo que ahora se llama Tribunal Supremo de Justicia, el abogado Maikel Moreno, no sólo fue acusado de asesinato sino estuvo preso por dicha acusación. Ante esto, los venezolanos tenemos que apelar a referencias dignificantes como la de un Manuel Pérez Guerrero o un Arístides Calvani para enfrentar esta realidad.

Si uno empieza a coleccionar preguntas sobre lo que no entiende, esto se convierte en una secuencia de fichas de dominó que van cayendo una a una sin parar y sin respuesta lógica ni sustento legal. Por ejemplo, en el caso del ente regulador electoral, además del cambio de nombre, ¿cómo se llega a que éste sea nombrado por el Tribunal Supremo de Justicia y no por la Asamblea Constitucional? La respuesta es que la Asamblea elegida por el pueblo en el año 2015 tampoco era reconocida por el gobierno. Ocurrió que, a pesar de todo, y a pesar de todos, en el 2015 y aún bajo las reglas del juego establecidas por el gobierno chavista, se produjeron elecciones en las que sorpresivamente la oposición obtuvo mayoría calificada dentro de la Asamblea Constitucional. El Gobierno no aceptó la derrota y desconoció a dicha Asamblea alegando que, de los 112 votos sobre 167, había 3 votos no válidos de los representantes de la región amazónica.  Pero eso no le quitaba la derrota. El gobierno decidió entonces en el 2017, crear otra Asamblea bajo decreto presidencial No. 2830 con otro nombre, en vez de ser la Asamblea “Constitucional”, la nueva Asamblea se llamó “Constituyente”. En este proceso no participó ningún partido de oposición por ser considerado sólo como un freno a la Asamblea Nacional electa en el 2015. Dicha “Constituyente” funciona a la par de la que sí responde a la normativa de la constitución, pero como otro brazo más del poder ejecutivo y decide cosas tales como nuevas leyes económicas, le da poderes al presidente como la reciente “Ley anti bloqueo” que le permite, además, actuar no sólo a dedo, sino en secreto.

Desde 1999 en Venezuela se realizaron 24 procesos electorales de los cuales cinco elecciones presidenciales,  cuatro elecciones parlamentarias, ocho referéndum, seis elecciones regionales y cinco municipales. Esto tiene un buen alcance democrático, pero si nos acercamos a investigar al árbitro el panorama es aterrador.

La población votante de las elecciones que han mantenido en el poder a Nicolás Maduro constituye el 20 % del electorado nacional. Es decir, inclusive si ese 20% hubiera votado en su totalidad por Maduro uno se pregunta si eso es representativo de la voluntad popular. ¿Habrá un motivo para que la gente no acuda a las urnas de votación? Como me decía una abogada amiga, “…una manera de sobrevivir en Venezuela sin que se te salga el corazón del pecho es la de dejar de escuchar y dejar de creer”.

Y aquí llegamos a Guaidó, a quien me atrevo a llamar “sobreviviente designado”.

Vale la pena detenerse en esto porque por ahí siempre hay alguien que casi podrían convencernos de que es un invento de Trump, por aquello de no perder la costumbre de culpar al “imperio”.

Juan Guaidó estaba de segundo en la fila del partido Voluntad Popular para ese momento, partido que por acuerdo de rotación le tocaba en el 2019 la presidencia de la Asamblea en su cuarto año de gestión. Freddy Guevara debía asumir ese cargo ya que era la figura líder de ese partido, pero tuvo un mandato de captura dictado por el régimen en el 2017 y es por eso que Juan Guaidó quedó designado como presidente de la Asamblea para el año 2019.

Maduro que ya había desconocido a la Asamblea Constitucional y funcionaba en paralelo con la “constituyente”, decide adelantar las elecciones presidenciales del 2018 pautadas constitucionalmente cada 5 años en el primer domingo de Diciembre de ese año. Sin embargo, con la anuencia del TSJ y de dicha constituyente, él las adelantó arbitrariamente al mes de Mayo. En ese proceso electoral no participó la oposición. Tampoco quedó duda de que ganó Maduro. Por varios meses ostentaba dos nominaciones, presidente y presidente electo, pero no cumplió con el requisito constitucional de presentarse ante la Asamblea para ser ratificado como presidente, legalidad que ni de lejos hubiera cumplido por razones obvias. A los efectos de la constitución, y de la Asamblea que la aprobó en 1999, para el 10 de Enero del 2019 no había un presidente electo y ratificado. La misma constitución determina que en ese caso asume la presidencia del país el presidente de la Asamblea, de forma interina hasta la convocatoria de nuevas elecciones democráticas y libres. Eso explica la legalidad de Guaidó y su nombramiento como presidente interino del país.

 A Juan Guaidó se le pueden atribuir muchas cosas, la primera, como diría mi amigo Nelson Oxford, es la falta de “burdel político” y cualquier cantidad de otras carencias, pero por lo pronto no ha dejado de intentarlo todo. Logró el apoyo de 60 países que reconocieron la situación de crimen social que somete a Venezuela. Resulta sin duda incomprensible que viejos líderes políticos como Claudio Fermín y Eduardo Fernández participen en las elecciones de este 6 de Diciembre, cuando los partidos de toda una vida han sido secuestrados por este Tribunal Supremo de Justicia y despojados de todas sus identificaciones, ahora otorgadas a personajes colocados por el régimen como por arte de magia. Es lo que el Doctor Allan Brewer Carías denomina “LA DESAPLICACIÓN DEL DERECHO” añadiendo una cita inclusive de un simpatizante del régimen, Luis Brito García, quien afirma: “puede decirse que no hay normas jurídicas preestablecidas, pues si las hay, desde ya quedan suspendidas, incluyendo las de rango constitucional. Mayor inconstitucionalidad es imposible”. Es decir, lo ven hasta los que apoyan a Maduro.

Nos topamos aquí con la esencia del venezolano que tampoco puede ser ignorada al preguntarnos ¿cómo se llegó a esto? Resultaría más fácil explicar cómo salir de esto que entender cómo llegamos a esto.

Me contaba un amigo que, recién nombrado Chávez presidente, un empleado dentro de un reconocido partido político se le presentó un día diciéndole que a su vez un pariente le había ofrecido un negocio para la realización de un millón de franelas con el rostro de Hugo Chávez, negocio por el cual él se ganaría una gran cantidad de dinero y finalmente lícito porque era una transacción comercial. ¿Traicionaba eso los ideales de partido por los cuales había trabajado varios años? Mi amigo me decía: “¿cómo impedirle a ese muchacho que pudiera tener un dinero y comprarse un apartamento en una zona decente y tener un carro finalmente?” Pero como todo es un tema de proporciones, ¿le pasaría algo similar a Fermín y a Fernández? 

¿Sería lo mismo que ocurrió con el herrero al que le encargaron las rejas de la Carlota? ¿Y con los militares a los que les dieron beligerancia política y que manejan las aduanas, los nuevos bodegones, las fronteras, etc… etc… etc…?

Entonces nos encontramos siempre con la pregunta moral:  ¿de qué estamos hechos? Lo cierto es que por años hemos vivido en una sociedad donde había cosas que estaban en el rango de “lo perdonable” como la viveza criolla, el compadrazgo adeco o el tradicional rebusque. Pero todo esto fue rebasado con creces por una total falta de honor, hoy por hoy legalizada. Y este es el verdadero peligro a largo plazo.

No hace falta mencionar que hoy día sólo se producen 200.000 barriles de petróleo diarios y que no sirven para el consumo porque deben ser diluidos con gasolina iraní para poder ser llevados a las gasolineras; que la industria más avanzada del continente ha sido destruida; que 22.000 empleados calificados fueron despedidos con deshonra a la calle en transmisión pública con todo y pitazo del caudillo como castigo por no simpatizar con el régimen; que las refinerías están destruidas y paralizadas y que a los barrios le llega el agua cada 15 días y solo en lugares poco empinados; que si usted tiene suerte solo le quitarán la luz unas horas al día, si tiene mala suerte son varios días seguidos y no hablemos del interior del país porque no alcanzan las desgracias. La algarabía de aquellos que se dejaron seducir por el magnetismo erótico de Hugo Chávez y la lluvia momentánea de dinero, y aún los que no lo apoyaron son, hoy por hoy hombres y mujeres que han perdido un promedio de entre 15 y 20 kilos de peso y no es por el desencanto, es hambre.

Solo queda la robustez de los mandatarios que se los ve “bastante repuestos”, y no por el chaleco antibalas.

Este 6 de Diciembre, una nueva jugada electoral se llevó a cabo sin observadores de la comunidad Internacional, de la ONU, OEA, Comunidad Europea, Grupo de Lima entre otros, pero sí contó con el respaldo de Cuba, Rusia, Nicaragua, Bolivia e Irán.

Con las elecciones del 6 de Diciembre las alas negras de hierro, las coimas del caso y toda la simbología implícita, pueden enquistarse cómodamente en todo el perímetro del país, pero sólo a la luz de una legalidad que no luce diáfana y por ende poco comprensible. En algún punto se deberán explicar más de 300 mil muertes violentas en 20 años en dónde está directamente involucrado el régimen, bien sea por narcotráfico, ajustes de cuentas, torturas, venganza o represión ciudadana; una cifra que supera por bastante a las de México.

Ante estos hechos, la consulta popular de la oposición es la única medida de reacción vinculante según la constitución vigente de 1999. Tener que tomar en cuenta que el régimen tiene medios para interrumpir toda la comunicación digital del país y a su vez de hackear esta consulta, ha hecho que se programe durante 5 días por vía digital en todo el mundo –del 7 al 12 de Diciembre – y sólo el día 12 de manera presencial.

“Por ahora” no corresponde tener expectativas sobre el hecho de que el resultado de la consulta cambie o legalice el estado de las cosas, pero, demostrará el nivel de rechazo de un pueblo al que le robaron un país. 08.12.20

*Periodista, directora de televisión y productora venezolana. Directora de Comunicación y Productora de Esedra Films. Miami / Fort Lauderdale

La abstención primó en Venezuela, pero la Asamblea Nacional será mayoritariamente chavista

Por Álvaroi Verzi Rangel –  SURySUR

Apenas el 31 por ciento de los 20 millones 700 mil ciudadanos habilitados votó en Venezuela para elegir 277 integrantes de una nueva Asamblea Nacional unicameral, y el 68 por ciento de ellos se inclinó por los candidatos del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)- Polo Patriótico, ratificó Indira Alfonzo, presidenta del Consejo Nacional Electoral.

El ejercicio de este domingo en Venezuela, no entusiasmó a los venezolanos y las largas colas que se formaban en cada rincón del país en cada comicio, desaparecieron. Se eligieron a 277 parlamentarios para integrar la nueva Asamblea Nacional durante los próximos cinco años. Ello constituye un incremento del 66 por ciento del número de diputados.

“El pueblo no fue a votar porque le pasó la cuenta a esa política desastrosa y claudicante de la dirección del Psuv, además de su obstinada soberbia. Midan cuántos votos sacó el Psuv en las últimas elecciones y cuántos sacó ahora: no ponerse a esconder la abstención”, señaló Agustín Calzadilla, docente universitario y viejo luchador socialista.

La oposición tradicional alcanzó apenas 17.95 por ciento y la disidencia chavista de izquierda no rebasó la barrera de tres por ciento. La alianza encabezada por los partidos tradicionales Acción Democrática (AD) y Comité de Organización Política Electoral Independiente (Copei) –socialdemócratas y democristianos- quedó en segundo lugar con 944.665 sufragios.

Pero más importante que el número de diputados que logró cada sector, es el guarismo de la abstención, lo que mostró un hartazgo con la política tanto de chavistas como opositores, mucho más preocupados en resolver su supervivencia diaria, además del divorcio entre las propuestas de campaña electoral y los temas que realmente preocupan a la gente.

El bloqueo estadounidense, sumado a los errores del madurismo, ha llevado a un sector de los venezolanos a situaciones de pobreza impensables hasta 2012, en un país que acogió durante décadas a migrantes… y hoy lanza a sus profesionales y trabajadores a Chile, Argentina, Perú, Ecuador, México y otras naciones, en busca de un futuro..

La depreciación de la moneda nacional, el bolívar, ha llevado a su desaparición y todo lo que se pueda conseguir se cotiza en dólares o bitcoins. No hay gasolina (nafta) en un país petrolero, o es tan escasa que las colas son quilométricas.

El presidente Nicolás Maduro dijo que «nuevamente ha ganado la constitución y la paz», y reafirmó que el chavismo sabe “ganar y perder, y hoy nos tocó ganar una nueva Asamblea Nacional. Hace 5 años reconocí los resultados y la derrota, pensábamos que íbamos a construir canales de diálogo. Hoy, tengo que decir que tenemos una nueva Asamblea Nacional y hemos obtenido una gigantesca victoria electoral”, añadió-

El Canciller Jorge Arreaza, quien le dijo este domingo al secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo: “asimile con calma y resignación la verdad: en Venezuela su fracaso es absoluto”.

Por su parte Juan Guaidó, el autoproclamado presidente interino cabeza de los opositores que no se presentaron a las elecciones de este domingo siguiendo las instrucciones de Washington, reiteró en su cuenta de Twitter que los comicios fueron «un fraude» y llamó a movilizarse en la “consulta popular”, vía una aplicación de teléfono y de manera contra Maduro, el próximo 12 de diciembre.

La pregunta es qué hará el sector que aún se mantiene con Guaidó luego del 5 de enero -día en que se juramente la nueva Asamblea Nacional- dada su dependencia pol´pitivca y sobre todo financiera de Estados Unidos, país donde está en marcha un cambio de administración y posibles modificaciones de abordaje del expediente Venezuela.

Henrique Capriles Radonski, dos veces candidato presidencial de la oposición, quien en primer lugar iba a participar de las legislativas, y finalmente dio marcha amparándose en la decisión de la Unión Europea, calificó la iniciativa de la “consulta” como de “llamado a una movilización sin soluciones tangibles”.

Lo que vendrá

La nueva Asamblea Nacional modificará parcialmente la situación política, siempre y cuando se fije el objetivo urgente de abordar la situación económica, lo que pasará por posibles acuerdos internos y diálogos con Estados Unidos, país que sostiene sanciones económicas, financieras y un destructor bloqueo.

Asimismo, seguramente marque la formación de una nueva oposición que si bien obtuvo menos votos de lo que pensaba, sumará más actores y disputará las elecciones a alcaldías y gobernaciones en el 2021.

Por último, el resultado general de la votación, y en particular la tasa de abstención, pone sobre la mesa la necesidad de abordar asuntos como de renovación de discursos, dinámicas políticas, en el marco de un conflicto prolongado que ha dejado marcas profundas en la sociedad.

Después de las elecciones la posición de Guaidó queda aún más debilitada, ya que había sido «elegido» presidente interino por la Asamblea que terminó su mandato con estas elecciones.

Estas elecciones parecen un nuevo movimiento en el tablero de ajedrez político: ahora le toca a la oposición Este movimiento fue posible por la ayuda del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, que propone que opositores formen parte del gabinete para cogobernar, y quien ahora pide a la Unión Europea modificar su postura de no reconocer estas elecciones.

En las propias filas del oficialismo hay voces que consideran un error que Maduro haya convertido esta elección en una suerte de referendo sobre su propia gestión. Hace unos días, el presidente obrero reiteró a los medios locales: “Si ganan las elecciones parlamentarias de este 6 de diciembre, me retiro, pero si ganamos, vamos para adelante con el pueblo”. Sin comentarios.

*Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y  Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)