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A Milei se le acaba la magia

Pifiadas escalonadas que conducen a la indiferencia.
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Por Oberdán Rocamora

El juego de las categorías

Probablemente a Javier Milei se le acabó la magia y ya tiene picado el boleto.
Como Fenómeno venía bien. Indetenible. Sostenido por la intrascendencia de la oposición que con generosidad supo aprovechar las reiteradas oportunidades para fracasar.
Como si lloviera en Hungría, el peronismo lo torpedea con relativa solvencia desde Unión por la Patria.
Apodo de la fuerza que supo ser un movimiento y hoy carece de líderes.
Pero cuenta aún con la imponencia hegemónica de La Doctora.

Justamente La Doctora es quien mejor utiliza la reconocida astucia ataviada de inteligencia. Es quien propone el juego de las categorías.
La carencia de referentes sólidos le facilitan la tarea de polarizar con Milei.
Combate ligeramente inofensivo, favorable para los dos.
Para Milei, el atacado, el ataque de La Doctora le viene en el combo de regalo.
Implica el desafío de jugar un mano a mano en la categoría.
Entre las chicanas recíprocas muestran juntos que en el ring no queda sitio para Axel Kicillof, El Gótico.
Tampoco para Mauricio, El Ángel Exterminador. Incluso para Sergio, El Profesional, que mientras demora, vacila.

Axel se esmera en estructurar graves parrafadas violentamente críticas mientras Milei ni le brinda el consuelo moral de registrarlas.
Como si se obstinara en demostrar a Axel que no lo respeta. Que ni lo tiene en cuenta.

A Milei se le acaba la magia

Basta que La Doctora emita la ironía de un tuit para que el siempre pendiente Milei estalle y le responda.
Es el juego de las categorías que ambos respetan.
La constatación del adversario plácidamente escogido.

Cómo entrarle

Oportunamente se contó que ningún peso pesado sabía concretamente por dónde entrarle a Milei.
Para combatirlo, La Doctora.
Para ayudarlo Mauricio (es quien la tiene peor).

Por genuina habilidad, y por valorable experiencia, La Doctora sospecha lo que se sugiere en el inicio de la columna.
A Milei probablemente se le diluya la magia. Y que ante la menor pifiada próxima, la situación se le torne incontrolable.
Destino de incertidumbre, de inestabilidad personal.

En el oficio de estadista equivocarse es muy costoso.
Y al presentar el presupuesto desde la televisión, Milei hizo, acaso, una de más.
¿Por hacerle caso a la señora Karina, La Pastelera del Tarot?
Suficiente para que las balas en adelante puedan entrar con asiduidad.
Al milagro de la magia ya se le nota la artesanía de los recursos.
Asoman las palomas, los conejos están demasiado visibles.

La barbarie del abismo

La compulsiva originalidad del presidente reproduce la violencia gráfica del error inapelable.
La pifiada del efecto creativo.
El show del presupuesto, armado por cadena nacional, durante el prime-time del domingo, fue la improvisación ingeniosa que derivó en el peor resultado numéricamente negativo.
A Milei se le acaba la magia

Pero todavía Milei mantiene la suerte transitoria. La política endeble del gobierno no es valorada según las reglas del rating.
Pero ocurrió lo inesperado. El descenso de diez puntos de interés de la sociedad. Indiferencia popular ante los recursos del artista de variedades.
De aquí a constatar que el libertarismo está casi culturalmente agotado hay apenas un paso. Tienta darlo.
Un paso para resistir.
El ilusionismo de Milei infortunadamente declina.
El paracaidismo de la economía austriaca conduce, en efecto, derechito y sin pedantería, hacia el naufragio del vacío.
Proximidades de la barbarie del abismo.

El asado a la romana

El primer gran error fue la cadena dominguera nacional.
Transcurrió después de haber doblado los cotizados votos de cinco radicales decisivos que generaron la protección democrática de alcanzar un tercio. Para vetar con jurídica legitimidad el aumento miserable a los jubilados que producían la crueldad del incordio fiscal. Efecto que pulveriza las bases de la economía libertaria.
El segundo gran error está inmediatamente escalonado con el primero.
Consistió en festejar el acontecimiento del veto miserable con la chiquilinada del asado a la romana.
Para atenuar las catastróficas consecuencias del festejo con el recurso literario de cuento infantil.
“Cada comensal paga con tarjeta de débito su propia comida”.
“Estos pel… desorientan. Se los salva y después hay que ponerla para celebrar que los salvaron”.
Para colmo Ricardo Campero, uno de los legisladores doblados que demostró vocación superior, llevó una botella de vino de regalo al señor presidente (que no bebe). Y luego se acercó respetuosamente a la cabecera para pedirle que le permitiera emitir un breve mensaje.
Sin otra alternativa, el señor presidente aceptó.
Quienes lo conocen saben que a Milei le disgusta que alguien cultive semejante impertinencia.

Indiferencia de la sociedad

A Milei se le acaba la magia

Cansan las estratagemas mágicas del Fenómeno.
Se explica que paulatinamente comienzan a animarse.
Brotan estudios de cientistas sociales como Gustavo Córdoba.
Es precisamente en el “informe de setiembre” de Suban Córdoba donde se registra el caudaloso crecimiento de la imagen negativa del señor presidente Milei.
En nueve meses oscila el 60% de desaprobación. Y el mismo porcentaje considera que el señor presidente miente.

Se explica también la ostensible indiferencia de la sociedad.
Dejaron de conmover las intervenciones dramáticamente monotemáticas, que aluden a la celebración del déficit cero.
Con las ponderaciones hacia la utopía del superávit. Con las alaracas fervorosamente estremecedoras que elevan el culto estricto de la motosierra, la eficacia imbatible de la licuadora.
Los colegas obsesivos se precipitan en atribuir la declinación del rating a Santiago Caputo. Es El Jaimito que emerge como la superación de Marcos Peña, El Pibe de Oro.
Pero sin arriesgar nunca El Jaimito la molestia del “gancho”. La firma.
Es exactamente la circunstancia que irrita al Premier Guillermo Francos, El Gentleman.
Mantiene el rol constitucional y debe tomar las decisiones y hacerse cotidianamente cargo.
El Jaimito es el poderoso ejecutor de las órdenes de Milei.
Y los colegas deberían atender más los rigores inapelables de Karina.
Una dama de pronto asediada que luce piedras protectoras nada casuales. Cuarzos radiantes como medallones típicos de las mujeres sensiblemente vigorosas que suministran energía y mientras la irradian muestran estigmas ingratos de inseguridad.

Efecto espiritual de la recaudación

Al Fenómeno Milei se le anima cualquiera. Pero aún persiste el costado inalterable de la moralidad.
Aunque se perfilan prematuras exhibiciones de potencialidad recaudatoria.
Con ramales, acaso terminales, en Madrid. Quedémonos aquí.
A Milei se le acaba la magia

La recaudación es la actividad letal para ser hegemonizada por los ricos que pasaron generacionalmente al frente.
No es un oficio ideal para pobres, ni para novatos. Menos para los decentes elementales sin oportunidades que llegan apresurados por “hacerla”.

Se nota demasiado la brusquedad de los cambios que genera el comportamiento frívolo, como consecuencia básica del ejercicio recaudatorio.
Se cargan rápidamente de colores dorados, de iniciales bordadas en las camisas, de automóviles con espacio para el erotismo y de brillos que reflejan la necesidad de mostrarle al mundo que ya aprendieron a robar.
Efecto espiritual de la recaudación que se registra entre los profanos.
“Para enriquecerse con el Estado conviene ser rico y de buena familia”.
No elevar nunca la voz. Ser dotado para el culto de la discreción. Tener refinamiento en las maneras. Manejar con soltura los cubiertos. Bañarse desde chico con agua caliente. Haber sido educado en la canallada de los colegios sofisticados y manejarse en francés y en inglés con la soltura natural del español.

Fuente Jorge Asis Digital