El tiro les salió por la culata a los fiscales y jueces que pretenden destruir políticamente a la hoy vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. A quienes, luego de años de fracasados montajes judiciales y mediáticos, en ocasiones fraguados en la misma oficina del ex presidente derechista Mauricio Macri, piden ahora para ella 12 años de cárcel y la inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos. Cargos que jueces venales y amiguetes de Macri estarían encantados de imponerle como sentencia. Ya la tienen escrita, tronó Cristina, que pronunció un memorable alegato vía redes digitales desde su oficina de presidenta del Senado, al serle negado por el juez el derecho a la palabra para refutar elementos recién introducidas por los fiscales y nunca ventilados anteriormente en el proceso. Con un análisis detallado y sólidos argumentos, Cristina demolió la endeble acusación de los fiscales y jueces de la causa a quienes hasta sus propios testigos han desmentido. Los supuestos elementos de prueba contenidos en el chat de un celular presentado por los fiscales fueron convertidos por la ex presidenta en letales armas para deshacer la acusación y evidenciar la complicidad con la corrupción de quienes los aportaron. Para qué hablar de la baja catadura moral de estos sujetos, incondicionales de Macri y parte de un Poder Judicial en gran parte hundido en la inmundicia. Con su alegato, Cristina desnudó el golpe mediático judicial que intentan asestarle no sólo a ella, sino –como argumentó– a los 4 años de gobiernos de Néstor Kirchner y los ocho de ella y las conquistas de derechos sociales, políticos y económicos que significaron para el pueblo argentino. Castigar el atrevimiento de Néstor y Cristina, escarmentarlo como nefasto precedente que todo hombre o mujer que intente imitarlo ya sabe la persecución a que se expone. No nos perdonan, es lo que deriva de las palabras de la mayor líder popular argentina, haber liquidado la deuda con el FMI y haberlo puesto en su lugar, la pelea y el acuerdo conseguido con los fondos buitres, el alza de los salarios por sobre la inflación, la nacionalización del petróleo, la participación mayor de los trabajadores que de los patronos en el reparto del pastel, el retorno a lo público y solidario de los fondos de pensiones y aumento importante de estas. Más aún, como reflexionó la también doctora en derecho, el juicio que se le sigue, intenta ser un golpe de los grandes grupos de poder económico y mediático concentrado del país austral a la clase obrera. También al peronismo dijo diría yo, que sobre todo a su expresión kirchnerista, entrañablemente arraigada en lo popular y en la herencia política de soberanía nacional, unidad continental y justicia social del general Perón.
En América Latina y el Caribe se ha vuelto norma la persecución mediática y judicial con pruebas fabricadas e injustas condenas contra los líderes de los gobiernos populares. Estados Unidos se dio cuenta de los réditos políticos que podía sacar con estos montajes e inició cursos formadores de fiscales y jueces, que como el juez brasileño Sergio Moro, acosó y persiguió a Lula y lo metió en la cárcel para impedirle competir por la presidencia con chicanas legales, repetidas hasta el cansancio por Globo y otros grupos mediáticos locales e internacionales. A Cristina le ha tocado estar entre los líderes hostigados por más tiempo, lo mismo en periodos en que ha gobernado que en la oposición. Muy pocas personas han sido tan calumniadas y denostadas por fábricas de mentiras como La Nación, Clarín e Infobae. Hoy recuerda uno con dolor a personas como la líder indígena Milagro Sala, presa política en Argentina contra todo principio de legalidad y justicia o a Jorge Glas, el vicepresidente tan leal a sus convicciones y querido en Ecuador, que ha sido víctima del criminal ensañamiento judicial y mediático contra el correísmo.
El país del gran San Martín se debate en este instante entre la agitación de masas activada por el atropello contra Cristina, la forma en que sus palabras han logrado reagrupar al peronismo y subrayado la centralidad de esta mujer en la política argentina. Pero, a la vez, con el ajuste económico iniciado por el gobierno del que ella es vicepresidenta y al que ha obligado el FMI. El ajuste hará daño a una población ya castigada por la gigantesca deuda contraída por Macri y por la crisis económica, cuyos fondos no solucionaron un solo problema al pueblo argentino pero, eso sí, por los que no preguntan ningún juez ni los medios que quieren acabar con Cristina. Pero ojo, hoy Moro no es nada y Lula tiene un pie otra vez dentro del Palacio de Planalto. Quién sabe si en Argentina ocurra algo semejante. Más de 2 mil científicos y universitarios del país repudiaron la “persecución judicial y mediática” contra la vicepresidenta y ya hay convocada una gran marcha en su apoyo.
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*Periodista y analista político sobre temas internacionales de los diarios La Jornada y Excelsior. Es coordinador del Foro de reflexión política México y el Mundo Actual, organizado conjuntamente por Casa Lam y La Jornada
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