Si, como decía Kant, la inteligencia de un individuo se mide por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar, deberíamos convencernos de que en Argentina estamos frente a la sociedad más superdotada del planeta. Una sociedad que no le alcanzó con la incertidumbre previa a las PASO, sino que se le ocurrió producir un resultado que aumenta los rangos de incertidumbre de lo que pueda pasar en este país de aquí a diciembre.
Le pedíamos 3 cosas a la elección de las PASO:
- Que esclarezca lo más posible el resultado final del proceso (o reduzca la incertidumbre).
- Que nos anticipe detalles de la política económica del próximo gobierno y, sobre todo, si ella va a ser razonable.
- Que nos anticipe si en Argentina va a haber condiciones de gobernabilidad política para hacer lo que hay que hacer.
No solo no evacuamos esas dudas, sino que retrocedimos en los 3 ítems:
- Aumentó el riesgo de incertidumbre respecto de todo lo que puede pasar.
- Incorporó la posibilidad de un tipo de política económica radical (el programa económico de Milei), que no se tenía en el radar como probabilidad cierta de ocurrencia.
- Nos incorporó la posibilidad de que gobierne alguien que no tenga la fortaleza política para tomar las decisiones que hay que tomar para resolver los problemas.
Está claro que en esta elección hay 3 candidatos con reales chances de ganar. Pero las PASO nos dejaron a uno de ellos con sensación de triunfo y a los otros dos con sensación de derrota. Esto define el marco general de la situación de cada uno de ellos de cara a la general, pero veamos las particularidades de cada caso.
¿Cuál es el techo de Javier Milei?
Las PASO nos han enseñado que en las primarias los candidatos compiten contra sus propias expectativas: si a un candidato le va mejor de lo que se esperaba, aun no saliendo primero, se leerá el resultado como un triunfo (Macri en la PASO 2015). En cambio, si al candidato le va peor de lo que se esperaba, se leerá el resultado como una derrota aun saliendo primero (Scioli en la PASO 2015).
Milei conjugó ambos objetivos: estuvo muy por encima de sus expectativas y, además, ganó. Ello transformó al resultado de las PASO en una instancia de impulso de su candidatura.
Pero Milei no solo ganó y sorprendió positivamente con el resultado, logró algo más importante aun, que es haber salido como un candidato legitimado por el voto popular y en condiciones reales de ganar la elección. Esa cualidad no estaba presente antes de las PASO, pero desde allí es la cualidad más distintiva de la candidatura del libertario.
El triunfo de Milei nos abre muchos interrogantes sobre la naturaleza del proceso electoral. Está la gente buscando un cambio dentro de los parámetros del orden político establecido o, en realidad, está buscando disrumpir el orden establecido. Este interrogante se responderá con el resultado final de la elección, pero es natural pensar que con los votos que obtuvo Milei, un candidato outsider y rupturista del status quo, está la sospecha que quizá la sociedad se cansó de tanta frustración y está demandando un reseteo completo del orden político. Incluso con rasgos que hablan de que la emergencia de este nuevo liderazgo político desafía rasgos estructurales de la naturaleza de la representación política en Argentina.
Uno de ellos es la capacidad de un candidato liberal de representar a los segmentos de bajos recursos, algo prácticamente vedado a la representación del peronismo. Para corroborar ello, si uno se fija en el resultado de Milei en los circuitos del Gran Buenos Aires, encontrará que a medida que uno desciende en el promedio de nivel socioeconómico de los circuitos, se registran mejores performances de Milei. Es decir, le va mejor en los circuitos con promedio de nivel socioeconómico más bajo, algo que lo transforma en una especie de Juan Domingo Milei, el abanderado de los humildes.
A Milei le va mejor en los estratos socioeconómicos más bajos.
Pero ese no fue el rasgo más llamativo de Milei, sino su gran performance en el interior del país. Que a Milei le haya ido tan mal en las elecciones provinciales y tan bien en la nacional, llena de significado el resultado nacional. Evidentemente, el electorado del interior del país encontró en Javier Milei un vehículo para expresar algo en la escena nacional. Y es inevitable pensar que hay allí una reacción desde el interior hacia la casta que tanto critica Milei, que es una casta esencialmente ambacéntrica, radicada política y territorialmente en el AMBA, preocupada por el AMBA y al mismo tiempo despreocupada de las necesidades y padecimientos de los electores del interior del país.
Los dos liderazgos que han animado la escena nacional en los últimos 20 años son dirigentes anclados en el AMBA (Mauricio Macri en CABA y Cristina Kirchner en el GBA). Y ambos han favorecido una especial atención hacia esta zona estratégica del país por su cantidad de votantes pero no mayoritaria, ya que son más los votantes del resto del país que los del AMBA, que apenas llegan al tercio de electores.
«La emergencia de este nuevo liderazgo político desafía rasgos estructurales de la naturaleza de la representación política en Argentina»
De hecho, si retiramos al AMBA de la contabilidad, en el resto del país Milei hubiera estado a 4,7 puntos de lograr un triunfo que en octubre le daría la victoria en primera vuelta. Así de mejor le fue a Milei en el Interior del país que en el AMBA donde salió tercero tanto en CABA como en el GBA. Evidentemente sin buscarlo, Milei logró representar una demanda federal del electorado del interior del país, como cuando Donald Trump lograba apoyos en los pueblos del interior de los Estados Unidos y en los suburbios de las grandes localidades del interior del país con su diatriba en contra del establishment de Washington. Milei representó también ese sentimiento anti AMBA que sobrevuela en la idiosincrasia de la gente del interior.
Milei, con un fuerte resultado en las provincias.
Gran parte de ese desempeño federal de Milei se explica por el mal desempeño de Juntos por el Cambio en esas provincias del interior. Sobre todo en comparación con el 2021. Milei creció a costa de reemplazar a Juntos por el Cambio de la representación del cambio en el interior del país. Hay allí un desafío para la principal coalición opositora de reconstruir su capacidad de representar un cambio a nivel federal, no solo en el AMBA.
Por todos estos factores, el beneficio de haber ganado las PASO y muy por encima de las expectativas, por su capacidad de conectar con los segmentos de bajos recursos, los más golpeados por la situación económica y por su capacidad de traccionar voto en el interior del país, el techo de Milei no lo conocemos y posiblemente tenga asegurado que de aquí a la general, obtendrá más votos que en las PASO, lo que le garantiza, de mínima, su ingreso a un eventual balotaje.
¿Cuáles es el piso de Sergio Massa?
La pregunta es pertinente porque tanto Patricia Bulllrich como Sergio Massa salieron derrotados de las PASO por estar por debajo de sus expectativas y ambos enfrentaron inmediatamente el riesgo de dispersión de sus apoyos. Pero ambos candidatos enfrentan desafíos muy distintos de cara a la general.
Sergio Massa tiene un medio vaso vacío que podría alimentar el pesimismo de cara a la posibilidad de que sea uno de los candidatos que definan la elección en una segunda vuelta. Fue protagonista de una elección históricamente catastrófica para el peronismo. Y además tiene que retener los votos de su rival interno que ofrecía una propuesta muy divergente a la del propio Massa.
Pero hay un medio vaso lleno, que es que la elección quedó abierta y con un par de puntos porcentuales más de votos podría estar garantizándose su ingreso al balotaje. Además, si se observa que la oferta de Massa quedó muy diferenciada de lo que ofrecen sus dos rivales, que además se parecen bastante, se podría interpretar que el radio de voto disponible que pueda ver a Massa como mejor opción para frenar el triunfo de «la derecha», materializado en las figuras de Bullrich y Milei, es muy amplio, lo que podría permitirle a Massa sumar votantes a pesar del mal desempeño del oficialismo.
Pero ese análisis está condicionado por un aspecto central del proceso electoral, que es la economía. Siendo el candidato del oficialismo y además el Ministro de Economía, Massa difícilmente podría despegarse del impacto negativo que producirá una economía con más inflación, con más recesión, con menos poder adquisitivo y con más malhumor social. Si la economía se descontrola de aquí a la General, y nadie puede garantizar que ello no ocurrirá, será difícil para Massa trepar por encima del 30% y aspirar a quedar a menos de 10 puntos de un eventual crecimiento de Milei.
Massa, complicado por su doble rol de ministro y candidato.
Con lo cual, el piso de Massa lo determinará la economía y es una variable que hoy Massa no controla y que lo obliga a tomar decisiones que son contraproducentes desde el punto de vista electoral, como la devaluación que tuvo que hacer sobre el dólar oficial para poder acceder a un acuerdo con el FMI y a los dólares que el organismo desembolsará para permitir afrontar los vencimientos con el organismo de aquí a la finalización de mandato.
Cuál es hoy la situación de Patricia Bullrich
El caso de Bullrich es distinto, pero similar en algún aspecto. También la candidata ganadora de la interna de Juntos por el Cambio asimiló el resultado de las PASO como una derrota a pesar de su triunfo frente a Larreta. Porque se esperaba que su espacio ganara la elección y la perdió en manos de Milei.
También aquí hay un medio vaso vacío y un medio vacío. La parte vacía es que, a pesar de que Juntos por el Cambio salió segundo, Patricia Bullrich, como candidata individual, salió tercera por debajo del 20% de los votos afirmativos. Es ella la que mayor esfuerzo tiene que hacer para que consideremos que el segundo lugar del espacio le pertenece en un 100%. Y la tarea no será sencilla porque su estrategia fue bastante agresiva con sus rivales. Deberá reconstruir los vínculos políticos del espacio para así poder aspirar a retener el 100% de los votos de su contrincante en la interna. Por ello, las necesidades de Bullrich son esencialmente políticas.
Y para colmo, con la devaluación que efectuó el Gobierno, la agenda electoral se volvió esencialmente económica, un tema que Bullrich ha demostrado no dominar, lo que la pone en desventaja frente a sus rivales, siendo Milei economista y Massa ministro de Economía. Ambos poseen más solvencia para hablar de economía, independientemente de que se pueda coincidir, o no, con sus ideas.
Pero hay un medio vaso lleno, que es que su principal rival para competir por el ingreso al balotaje, el candidato del oficialismo, deberá transitar la escena hacia la general en un terreno absolutamente inestable. Si la economía se termina de descontrolar, será muy difícil que Massa pueda mostrarse competitivo para ser él el que acceda a la segunda vuelta. El riesgo para Bullrich es que esa descomposición del oficialismo expulse más votos hacia Milei.
En definitiva, la elección se juega entre la potencialidad de crecimiento de Milei hacia la general (techo) y su chance de lograr la meta necesaria para ganar la primera vuelta y los márgenes que tienen sus rivales de garantizar los votos necesarios (pisos) para evitar que el libertario logre el triunfo en esa instancia. Dos competidores (Massa y Bullrich) que sienten que pelean por ingresar a ese balotaje con Milei, pero que dependen de que la economía (Massa) y la política (Bullrich) no los dejen fuera de esa pelea.
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