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El oficialismo festejó en Diputados al convertir en ley la moratoria previsional

El Frente de Todos consiguió un muy ajustado quórum y se desahogó cuando el tablero del recinto devolvió la imagen del resultado: 134 votos afirmativos y 107 negativos. Cerca de 800.000 personas que no llegan a los 30 años de aportes tendrán la posibilidad de jubilarse.
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Tras reunir un muy ajustado quórum en el recinto, el Frente de Todos logró habilitar una sesión luego de tres meses, y al cabo de un tenso debate con la oposición celebró al conseguir la aprobación del proyecto de
regularización de deudas previsionales.

Con 134 votos afirmativos y 107 negativos, el oficialismo logró la sanción de esta moratoria previsional que permitirá que cerca de 800.000 personas que no alcanzan los 30 años de aportes tengan la posibilidad de jubilarse.

Juntos por el Cambio se opuso a la moratoria previsional por considerarla un «parche» que no hace justicia con las personas que aportaron a la seguridad social toda la vida.

La sanción de esta norma fue vivida por el oficialismo con una intensidad inusitada y lo festejó a todo lo alto (incluyendo la simbólica Marcha peronista), una gestualidad que generó malestar en la bancada de Juntos por el Cambio, que tomó las celebraciones como una «provocación».

De hecho, en varias ocasiones diputados de la oposición como Silvia Lospennato le reclamaron a viva voz a la presidenta de la Cámara baja, Cecilia Moreau, que llamara al orden para hacer cesar el ritual «de cancha», pero no lograron aplacar la alegría de un oficialismo que vivió el resultado como un desahogo, después de meses sin poder mostrar logros ni en materia legislativa ni tampoco en otros ámbitos como la economía.

En medio de los tironeos permanentes y las fisuras internas entre sus distintas facciones, el Frente de Todos precisaba de «un triunfo», por más modesto que fuere, para sacar cabeza y afrontar los desafíos venideros con otro espíritu.

La efervescencia de la fotografía final se explica no tanto por el calibre de la medida sino más bien por lo arduo y espinoso que la búsqueda de consensos mínimos para reflotar la moratoria, cuyo tratamiento estuvo paralizado desde que Juntos por el Cambio hizo caer la sesión del 24 de diciembre del año pasado en la que la iniciativa iba a votarse.

De hecho, el programa de regularización de deudas previsionales caducó el 31 de diciembre, por lo que hubo dos meses en que la moratoria no estuvo vigente.

El momento más crítico se dio en el comienzo, cuando había que garantizar un quórum que estuvo a punto de escurrirse. El oficialismo había logrado asistencia perfecta con sus 118 integrantes sentados en sus bancas (incluida la presidenta de la Cámara Baja, Cecilia Moreau), sumado a los cuatro diputados del Frente de Izquierda, dos diputados del Frente de la Concordia y Luis Di Giácomo de Juntos Somos Río Negro, pero faltando un puñado de minutos para las 11hs todavía restaban cuatro representantes para llegar al número de 129.

A último momento ingresaron los socialistas santafesinos Mónica Fein y Enrique Estévez, seguido de los peronistas disidentes de Identidad Bonaerense Alejandro «Topo» Rodríguez y Graciela Camaño. Con la sesión iniciada, los diputados de Juntos por el Cambio bajaron al recinto para participar del debate.

El primer tramo de la sesión estuvo monopolizado por las numerosas cuestiones de privilegio que pidieron los representantes de Juntos por el Cambio. Por caso, el titular del bloque de la Coalición Cívica y vicepresidente de la comisión de Juicio Político, Juan Manuel López (Coalición Cívica) cargó contra el oficialismo por utilizar la «mayoría automática» que detenta en la comisión de Juicio Político para convertirla en «una comisión de inteligencia de
hecho».

Por su parte, la diputada del Frente de izquierda Romina del Plá usó una cuestión de privilegio contra su par de Avanza Libertad José Luis Espert por sus reiteradas amenazas al dirigente social del Polo Obrero Eduardo Belliboni, con la expresión «cárcel o bala», que catalogó como un «ataque fascista».

La sesión atravesó otro momento de tensión y zozobra cuando Graciela Camaño (Identidad Bonaerense) denunció a los gritos la presencia en los palcos del recinto de Carlos Ortega, el gremialista de la seguridad social al que le atribuyó la autoría intelectual de los afiches de escrache hacia los legisladores nacionales que están en contra del proyecto de moratoria previsional.

Los carteles en cuestión, que fueron colgados en distintas dependencias de ANSeS, mostraban los rostros de los diputados opositores, acompañados de la inscripción: «Gracias a estos tipos más de un millón de ciudadanos no van a poder jubilarse. Legislan para un pueblo que odian».

Al identificarlo en una de las plateas del recinto, Camaño reclamó que «ese personaje se retire».

Tras este incidente, la Cámara de Diputados rechazó tratar sobre tablas un proyecto de resolución impulsado por Juntos por el Cambio para repudiar los carteles de escrache.

El debate por la moratoria previsional 

El presidente de la comisión de Presupuesto y Hacienda, Carlos Heller, fue el primer orador que intervino en el debate para defender la iniciativa.

El economista puntualizó que del total de los jubilados que tiene la Argentina, el 65% lo hizo a través de las distintas moratorias que se ejecutaron.

«Gracias a esas moratorias, el 95% de las personas que están en posibilidad de jubilarse, pueden hacerlo», destacó, y resaltó que la razón que motiva este tipo de herramientas es el «gravísimo problema» que tiene el país en materia de informalidad laboral.

Además, especificó que «una inmensa mayoría» de las personas que no llegan a los 30 años de aportes porque trabajaron en la informalidad «son mujeres”.

Y de ellas, «una inmensa mayoría que ha trabajado en casas particulares», especificó, por lo que criticó a quienes dicen que esas personas «no tienen aportes porque no quisieron». 

El banquero le concedió a Juntos por el Cambio que se trata de «un parche, porque mientras se resuelven los problemas de fondo, los parches son los mecanismos adecuados para salir de la situación».

La titular de la comisión de Previsión y Seguridad Social, Marisa Uceda, completó el tiempo del bloque oficialista para defender el dictamen de mayoría. 

La diputada kirchnerista retomó parte de la argumentación de Heller y señaló que «9 de cada 10 mujeres y 7 de cada 10 hombres» no puedan acceder al sistema jubilatorio, y ese «es un problema que debe resolver el Estado, porque hemos sido responsables de esas crisis».

«Se nos exige todo el tiempo ser creativos; bueno, estamos siéndolo. Le estamos dando un instrumento a la ANSeS para robustecer el sistema», dijo sobre el mecanismo que le permite a las personas que estén hasta 10 años de cumplir la edad jubilatoria a adelantar los años de aportes que ya saben de antemano que no van a tener una vez que lleguen a la edad de retiro.

Uceda llamó a «derribar los mitos» que a su entender construye la oposición para desacreditar la moratoria previsional, como por ejemplo que las personas que no trabajaron no merecen acceder al derecho a jubilarse.

«Trabajar, trabajan las mujeres en su casa todos los días, en tareas de cuidado», aclaró.

Además resaltó las ventajas del haber jubilatorio respecto de la Pensión universal a la Adultez Mayor (PUAM), cuyos beneficiarios «están sometidos a cobrar el 80% de una jubilación mínima.

«Además no es contributiva, no es heredable», acotó sobre la prestación creada por ley por impulso del Gobierno de Mauricio Macri.

A continuación tomó la palabra el autor del dictamen de minoría de Juntos por el Cambio, Alejandro Cacace (Evolución Radical), quien sostuvo que esta nueva moratoria tiene un «primer problema que es de equidad contributiva», ya que «no puede obtener lo mismo quien tiene todos los requisitos cumplidos y los 30 años de aporte de quien no lo tiene».

«No hace falta caricaturizar nuestras posiciones y decir que nosotros no queremos que se jubilen, pero lo cierto es que los aportes no están ingresados y eso trae adicional un enorme problema fiscal, profundizamos el déficit fiscal, el quiebre del sistema jubilatorio», alertó el diputado puntano, que precisó que se trata de «medio punto del PBI del déficit que se amplía», generando «un problema de caja al Estado de forma inmediata». 

Cacace defendió enfáticamente la PUAM y recordó sus orígenes durante los tiempos en que gobernaba Cambiemos: «Se detectó que dentro de la población había quienes no tenían aportes y se estableció que todos los adultos mayores puedan gozar una pensión universal para garantizar un nivel de vida adecuado».

Por último, instó a «terminar con los parches» y «establecer una prestación proporcional para que cada uno reciba su beneficio previsional de acuerdo al esfuerzo contributivo que ha realizado y a los aportes efectivos ingresados”.

Completó el tiempo del bloque opositor el presidente del bloque de Evolución Radical, Rodrigo de Loredo, quien cargó contra la lógica misma de las moratorias previsionales y en particular contra la establecida en 2006 cuando se logró incorporar al sistema previsional a 2.500.000 adultos mayores con aportes insuficientes.

«De todas las moratorias previsionales que pusieron en crisis la sustentabilidad sistémica del régimen previsional, la del 2006 aplaudida por ustedes fue la que terminó por quebrar el sistema previsional argentino», opinó.

El cordobés señaló que a partir de ese año se pasó de una relación de 2,6 activos por cada pasivo a una proporción de 1,5 activos por cada pasivo. 

De esta manera, «pulverizaron el poder adquisitivo de todos los jubilados y han puesto a todos los jubilados arrastrándose abajo sumergidos en la pobreza y agravaron el déficit de la totalidad el Estado porque del gasto previsional oscila el 40% del gasto público», vociferó.

El presidente del interbloque Federal, Alejandro «Topo» Rodríguez, expresó una visión más contemplativa de la situación de las personas que necesitan la moratoria para jubilarse porque durante su vida activa el sistema los expulsó a la informalidad laboral, haciendo hincapié en las asimetrías que padecen las mujeres.

«Especialmente las mujeres más humildes, las de los niveles socio-económicos bajos y muy bajos, son las que más soportan sobre sus hombros la carga del trabajo doméstico no remunerado, en comparación con los hombres pero también con sus pares mujeres de los niveles medios», sostuvo.